Cambiemos todos los fusiles por camiseta y balón/ Que la estrategia de juego sea para llegar al gol/ Cambiemos guerra por fútbol, miedo y dolor por pasión para sanar las heridas y dar lugar al perdón.

El estribillo forma parte del himno con el que se presenta La Paz FC. La canción, en ritmo latinoaméricano, resume el espíritu del equipo que intenta reunir bajo una misma camiseta –de color blanca, con una paloma y una pelota en el escudo– a los bandos que, hasta hace poco, estaban dispersos: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las víctimas del conflicto armado, excombatientes y la ciudadanía. El club ya está constituido y busca fortalecer el proceso de paz firmado en 2016 en La Habana. El paso más complejo acaso sea el próximo: concretar el año que viene el ingreso de La Paz FC a la segunda división de la División Mayor del fútbol colombiano (Dimayor). 

«El fútbol es un elemento transformador, un escenario de diálogo en el cual los actores sociales podemos integrarnos en torno a un balón a nivel ideológico y político», resume Félix Mora Ortiz, director de Fútbol y Paz construyendo país, la fundación en la que nació la iniciativa. 

Los próximos meses serán claves para plasmar el proyecto. El equipo cuenta con 22 jugadores. Cuatro de ellos son víctimas del enfrentamiento que duró más de 50 años, otros son profesionales con roce competitivo y se espera, además, que se incorporen exintegrantes de las FARC. «La idea es tratar de vincular a los desmovilizados y desplazados al equipo y reforzarlo con futbolistas de experiencia para responder al nivel que se requiere», cuenta Roberto Alfonso Cañón, exmediocampista de Independiente Santa Fe, director deportivo de La Paz FC y futuro técnico del club que promueve la reconciliación. 

Cañón, hijo del goleador histórico del Santafecito Lindo, no es el único exjugador involucrado. Faustino Asprilla y Bonner Mosquera –el futbolista con más partidos en Millonarios– también actúan como consejeros del plan que empezó hace cuatro años. «Todos ellos –dice Mora Ortiz– aportan sus saberes. Serán fundamentales para estos seis meses para fortalecer el club, el proyecto y socializar la idea como tal». A fin de mes será el arranque de una larga pretemporada para llegar en ritmo a 2018. En Cundinamarca, departamento cercano a Bogotá, jugarán un amistoso en el estadio municipal de La Paz, la sede alternativa. La principal estará a 60 kilómetros de la capital colombiana, en Fusagasugá donde formarán a los juveniles y al equipo femenino, dos apéndices de la iniciativa. 

Mora Ortiz confía en el desarrollo del proyecto que busca «promover la paz y los valores humanos a través del fútbol» y que «entiende al deporte como una escuela de vida», según el documento fundacional. «Estamos en el mismo punto que se encuentra la paz: muchas veces lo vemos con incredulidad y sin certezas hacia dónde ir. Pero se han dado pasos y hay que materializar planes como este. Llegar a este punto es muy positivo. Cuando se tiene voluntad se aprende a creer», sostiene el director. Cañón acompaña el entusiasmo: «Tomamos al fútbol como referente, a través de él podemos vincular a los niños, a los jóvenes y adultos fomentando valores como el respeto, la tolerancia y la convivencia». 

Algunos, sin embargo, son pesimistas. «El cupo es pago. Es como se manejaba Julio Grondona: a billete limpio. No creo que estén en capacidad de poder armarlo. Es un cuento. Una utopía», señala un especialista en negociación de conflictos. Y Jorge Perdomo, presidente de la Dimayor, ya alertó además que la plaza en la categoría no se consigue de un día para el otro. Mora Ortiz, el director de Fútbol y Paz, explica que los recursos llegan, en parte, desde el Gobierno con el que en los últimos días se firmó un convenio de colaboración. «Sostener un club es casi imposible», admite, aunque cree que se terminará de financiar con ONG’s tanto nacionales como internacionales.

El club es otra herramienta en la pedagogía de la paz, un ejercicio clave en el posconflicto que atraviesa a Colombia. Antes de que empiece el primer partido habrá una foto en la que las FARC, los desplazados y los pobladores afectados por la guerra formarán un equipo. Si La Paz FC resulta, patearán la pelota para el mismo lado. Se encontrarán en una camiseta.