La fácil es decir que Maradona tiene una vida de película. Lo jodido, hacerla (y que encima salga bien). Las buenas prácticas de cualquier guión cinematográfico dividen la historia en tres actos: introducción, nudo y desenlace. ¿Cómo se condensan los 60 años de Diego en esa estructura? Lo que parecía fácil de decir ya se complica.

“Una vida de Maradona vale por cientos de vidas nuestras”, dijo Asif Kapadia, el director que el año pasado presentó el documental que recorre los años de Diego en Napoli. Ante la abrumadora cantidad de opciones, el cineasta eligió contar (solo) una de esas vidas de Maradona. El camino del héroe, desde Fiorito hasta el Azteca, tranquilamente podría ser otra. Su lucha por tener que (y soportar) ser todos los días la persona que no puede caminar por la calle es otra. La lista sigue: el regreso y la caída por el Mundial 94, el año en Sinaloa, el recorrido Punta del Este-Cuba-Canal 13, etcétera, etcétera, etcétera.

La idea de recortar para abarcar lo inabarcable no es exclusiva de Kapadia. Son cientos los documentales que tienen como protagonista una porción de su vida. Unos eligen mirar unos años, y otros, incluso solo concentrarse en un torneo.

En cambio, no son tantas las ficciones. Si ya es difícil contar a Diego, mucho más complicado es recrearlo. Uno de los trucos para disfrutar una película biográfica es mantener cierta ignorancia sobre los hechos y los personajes. Primero, para no distraerse con las “licencias” que se toma el guión, y segundo, para poder descubrir algo en 90 minutos. Con Maradona resulta imposible.

La mano de Dios lo intentó sin pena ni gloria y el unitario Sin condena se quedó con la mugre de una época. Sueño bendito, la serie que produce Amazon, pateó su estreno para el año que viene y busca convertirse en la gran ficción de la vida de Diego Maradona. Los productores decidieron separar la historia en tres grandes módulos: 1) infancia y primeros años, 2) el ascenso a la gloria, y 3) su vida y su casi muerte en la adultez. Por ahora, solo se conocen unas prometedoras imágenes, entretelones legales y no mucho más.

Cómo contar a Maradona parece una tarea titánica. Otros directores prefirieron correrlo del centro de la escena y que su relato sea sobre el amor a Maradona. Emir Kusturica intentó algo así junto al propio Diego en su caótico documental; el director argentino Carlos Sorín armó en El camino de San Diego el peregrinaje de un trabajador misionero por estar cerca de un Maradona que se moría; y el año pasado se hizo un corto llamado Las piernas de Maradona, que cuenta la historia de dos chicos palestinos y su búsqueda por la última figurita para completar el álbum de Italia 90.

Diego 360, todo para ver

Más allá de su fútbol, Maradona es un personaje ecléctico con una particularidad única: ya sea para bailar, cantar, actuar o conducir un programa de tevé, ser Maradona está siempre presente.

¿Tango? “El sueño del pibe”. ¿Cuarteto? Una versión de “La mano de Dios” en primera persona. ¿A dúo? Junto a Pimpinela le dedicó “Amiga mía” a todas las madres del país, en especial a Doña Tota. ¿Romántico? “Voy a olvidarme de mí”, dedicado a Claudia. Y hay mucho más si se cuentan los videos de las reuniones privadas en las que se pone a cantar frente a la cámara de algún teléfono.

Como actor, su personaje fue siempre el mismo: Diego Maradona. Su debut fue en 1980 como jugador de Argentinos en la película Qué linda es mi familia, de Palito Ortega. Allí compartió una escena con Luis Sandrini, quien falleció ese mismo año. En 1981, también como jugador del Bicho, compartió escena con Jorge Porcel en Te rompo el rating y en 1999, se puso a hacer jueguitos en el film italiano Tifosi. Más acá en el tiempo, en 2006, tuvo una participación en  “Una familia especial”, donde hizo de amigo del marciano Mario Pasik. Además de estas colaboraciones, en 1996 tuvo un papel protagónico en El día que Maradona conoció a Gardel, una fábula sobre dos de los personajes más populares de la historia argentina en la que compartió pantalla con el Negro Dolina.

En el último clásico platense, la Gata Fernández le dijo “te gusta la cámara”, sin darse cuenta que la relación de amor es al revés: la cámara lo ama a Maradona. Sólo de fotos se pueden hacer compilados interminables, pero ya desde aquella entrevista con Pipo Mancera, cuando tenía diez años, que se nota que con la tele tiene algo especial. ¿El Diego invitado? El mejor invitado. Como cuando apareció a saludar a Ortega en “Mar del Fondo”, cuando patentó “lástima a nadie” en “Tribuna Caliente”, cuando dijo de todo en “El Rayo” o cuando divirtió como pocos en “La biblia y el calefón”, junto a Alfano, Charly y Sabina. Tiró paredes al aire con Minguito y con El Contra de Calabró . En coberturas callejeras dejó en claro que estaba “a muerte con los jubilados” y en “Agrandadytos” todavía nos emociona. Con Susana Giménez se ablandaba y con Víctor Hugo le gusta charlar del juego. Sus dos visitas a “Hablemos de fútbol” son tan jugosas que en 2014 hicieron juntos “De Zurda” en el Mundial 2014, y repitieron cuatro años después con “De la mano del 10”. Pero el más televisivo de todos los Maradona es el de “La noche del 10”, su propio programa en Canal 13. Allí reunió a tantas figuras de todo tipo como sólo él puede. A tal punto, que uno de sus entrevistados de lujo fue el propio Maradona, y cerró su ciclo a upa de Mike Tyson en el Luna Park.

Todo esto y mucho más está en YouTube, esa pantalla que nos entrega toda la maradoneidad que tanto le cuesta al cine. Allí, entre los goles, las gambetas y sus jugadas, se puede ver a Maradona siendo Maradona en todos los formatos.