Sergio Orsini y Matías Modolo se encierran en el vestuario. Última fecha del torneo Apertura 2022 de la C. Midland puede coronarse por primera vez campeón en la categoría. Los futbolistas entran en calor en el campo de juego del estadio Gabino Sosa antes de enfrentarse a Central Córdoba de Rosario. Entre las cuatro paredes, en la intimidad de la dupla de entrenadores, suena El juicio del ganso y La razón de que te demora, de La Renga, y El templo de Momo, del Indio Solari, una playlist que dos horas después se cerrará con el título. A fin de año, si también gana el Clausura, Midland ascenderá a la B Metropolitana. Con el Apertura ya ganado, se aseguró al menos un lugar en la semifinal del Reducido por el único ascenso. Porque en el Ascenso todo cuesta el doble.

Orsini-Modolo debutaron como dupla en Centro Español, en la D, última categoría del fútbol argentino, en 2017. Campañas más que buenas con un estilo de juego ofensivo le llamaron la atención a Agustín Orion, exarquero de Boca, mundialista en Brasil 2014, hoy vicepresidente de Midland. Entre los entrenadores de los 28 equipos de la Liga Profesional, Diego Martínez (finalista con Tigre en la última Copa de la Liga) y Sergio Rondina (Central Córdoba de Santiago del Estero) dirigieron en la D: Martínez a Ituzaingó y el Huevo Rondina a Midland. En un mediodía de junio, desde el césped sintético del estadio Ciudad de Libertad, Orsini y Modolo explican por qué es hoy más que posible recorrer ese camino.

Sergio Orsini: –Antes, no se veía tanto que un técnico del Ascenso dirija en Primera. Hoy, la visualización de los partidos y entrenamientos, y la seriedad y la profesionalización de los cuerpos técnicos, permiten que los clubes de más arriba puedan apostar. El caso de Diego Martínez es claro. El Ruso Zielinski también dirigió en todas las categorías, menos en la D. Hoy es una posibilidad certera. Te da esa esperanza de decir: ‘Bueno, nos puede llegar’. Battaglia, de algún modo, también arrancó en el Ascenso, con Almagro en la B Nacional. El compromiso es llegar a lo más alto y estar preparado, pero de nuestra forma. Hay valores que no cambiamos.

Matías Modolo: –El fútbol ha mutado mucho. Los dirigentes fueron viendo otros tipos de liderazgo. Contratar a un entrenador por el solo hecho de lo que fue como futbolista está en discusión. La incursión de Ariel Holan, más allá de cada percepción, ha conseguido romper estructuras. Si bien Bielsa tuvo un paso por Primera, también es otro gran referente de no haber sido un futbolista de renombre y ser hoy quizás el máximo exponente para muchos. Son espejos que van abriendo puertas. Uno de los mensajes más lindos que recibimos por el torneo fue de un entrenador que hoy está sin trabajo con el que nos enfrentamos en la D. Nos dijo: ‘Gracias por abrirnos las puertas a los de más abajo’. Nosotros sentíamos eso cuando le iba bien a entrenadores como Diego Martínez. Cada vez se valora más el trabajo en la semana. Es lo único que te sostiene cuando la cosa no va bien, que haya un cuerpo técnico serio, honesto y laburador. No hay recetas mágicas. Hubo un cambio para bien en ese sentido en el fútbol.

Orsini-Modolo conforman una rareza en el fútbol argentino, donde solo hay otras tres duplas: Favio Orsi y Sergio Gómez en Godoy Cruz (Primera División) después de iniciarse con Fénix en la C; Alejandro Migliardi y Joaquín Iturrería en Morón (Nacional); Leonardo Espinoza y el japonés Kazuki Fukuoka en Centro Español (D); y Alan Bliman y Brian Hirsch en el femenino de El Porvenir. Hasta mayo, Juan Chumba y Carlos Orsi eran la dupla de Deportivo Español (C), pero Orsi se sumó al cuerpo técnico de Rubén Darío Insúa en San Lorenzo.

Orsini (48 años) describe a Modolo (35): «Es la mente, ‘el facultativo’. Le gusta mucho lo táctico. Le apasiona estudiar al rival, lo nuestro, lo que se hizo bien y mal. Que la altura de los de los rivales, que la nuestra, adaptar los ejercicios. Piensa más los partidos. Está en detalles que por ahí me faltan, pero porque soy diferente. Eso nos potencia». Modolo describe a Orsini: «‘Se dirige como se jugaba’. El Tano era un delantero punzante. Ese empuje hasta la inconsciencia, lo lanzado para jugar uno contra uno, lo tiene a la hora de tomar decisiones. En esa amalgama nos enriquecemos. Me gusta a veces analizar, pero tengo que tener mucho cuidado de no sobreanalizar, porque el fútbol a veces es un estado de ánimo y no tanto de detalles. El Tano dice que es kamikaze, pero no es ningún kamikaze. ‘Vamos a sacar campeón a Midland’, dijo. Lo escucho con una seguridad que a veces lo miro y le digo: ‘Estás loco’. A nosotros nos costó disfrutar las mieles del fútbol. Tratamos de descomprimir y de que los jugadores puedan realizarse y disfrutar. En eso somos iguales. Conducir es muy importante. Pero el juego es de los futbolistas, nos gusta que se hable de ellos».

Las luces de la élite no apuntaron a las carreras de Orsini y Modolo como futbolistas. Orsini jugó en Italiano y JJ Urquiza en el Ascenso. Y en la persecución de su sueño llegó a dormir en una estación de trenes en Francia, mientras jugaba en el US Cap d’Ail –un equipo del ascenso de ese país– y Hervé, un camerunés que trabajaba de lavacopas en un restaurante, le pasaba comida en las madrugadas. Modolo se retiró joven después de pasar por Excursionistas, Estudiantes de Caseros, Midland y Laferrere.

«Cuando elegimos a un jugador, es nuestra familia –dice Orsini–. Y en una familia aprendés a respetar, a discutir, a no tener rencor. Nunca me preguntaron como jugador: ‘Che, ¿estás bien?’. Falleció mi nona, que era todo, y nunca se enteraron. ¿Cómo no vas a estar con un pibe que elegís y con el que compartís tanto? Pasa en la D y a Gallardo en River. El jugador es el que te defiende. Y a veces viene tan cascoteado por lo de afuera que necesita algo de confort, sentirse valorado, que el técnico no sea más importante que él».

–¿Qué es el fútbol de Ascenso?

SO: –Es un cúmulo de adjetivos, pero por sobre todos, pasión.

MM: –Es nuestro ámbito, donde nos sentimos cómodos por momentos y por otros, incómodos. Hay algunos mandatos y estructuras que padecimos como jugadores y que intentamos, no sé si modificar, pero no reproducir como entrenadores. Eso nos reconforta y nos hace encontrar una forma de conducir y trabajar. Nos autodenominados «obreros del fútbol». El Ascenso es nuestro hogar, nuestro día a día, lo que consumimos, nuestro trabajo. Y también nuestra vida, porque compartimos una cantidad de horas que a veces supera a las que estamos con la familia.