River gana, gusta y golea. Por eso el Monumental delira de alegría, aplaude a todos los jugadores y ovacionado a unos cuantos. Por eso los hinchas se ilusionan con que a ellos sí, al menos en lo futbolístico, les llegue el segundo semestre que tanto les prometieron. Pero siempre hay un pero y el nuevo equipo de Marcelo Gallardo no le puede escapar a esa máxima. River gana, gusta y golea, pero todo por separado, por carriles paralelos que no se cruzan.

Le gana por 4-1 a Banfield en su primera presentación del campeonato pero la construcción de lo que sucede en la cancha no es lineal. Durante gran parte del partido, la pelota baila de un botín riverplatense a otro casi sin interrupción, desde el fondo de la cancha hasta casi la línea de meta rival, por el centro y, sobre todo, por los costados. Por eso river tiene la pelota el 72% del partido y por eso los dirigidos por Gallardo triplican en pases a los que siguen las órdenes de Julio Falcioni (636 a 197). En eso radica el por qué River gusta, pero las otras dos G del leitmotiv que se suele exigir en Núñez tienen otra explicación.

Todo lo bueno que hace River en estos primeros cinco partidos de la temporada sale de los pies de este nuevo mediocampo, con Nacho Fernández como eje, con Ponzio como líder de la presión, con D’Alessandro y el Pity Martínez como armadores tirados a los costados y con Alario y Driussi como pistones para salir del área y sumarse al circuito de juego. Y tambien fueron importantes los laterales, que se suman siempre al ataque y lastiman. Todo lo malo, o al menos lo que le falta para brillar, es consecuencia de la falta de claridad para terminar de plasmar ese dominio de la pelota y del territorio en situaciones claras de gol. No es casual que sólo uno de cada cuatro pases sean para adelante. Por eso si River gana, esta vez ante Banfield, es porque como ante Independiente Santa Fe sus delanteros son efectivos. Driussi y Alario vuelven a marcar adentro del área y en ambas anotaciones hay cuatro jugadores más del rival en los metros finales y la claridad para mandarla a guardar le gana al amontonamiento.

Cómo hace River para golear es otro capítulo aparte. La tercera G se concreta en el peor momento del equipo de Gallardo, en el que pierde el dominio de la pelota y en el que Banfield logra salir del acedio para intentar, sin mucho, ir por el empate, como en la primera mitad con el cabezazo de Santiago Silva. El 3-1 y el 4-1 llegan en jugadas más bien aisladas, más de generación espontánea que de una construcción y en las que la complicidad de Hilario Navarro es importante para que D’Alessandro y el Pity festejen cada uno con un banderín del córner distinto.

Este River que comienza la temporada con dos triunfos en la Copa Argentina, con la obtención de la Recopa Sudamericana y con esta goleada ante Banfield parece tener argumentos para asentarse como un equipo protagonista del fútbol argentino e incluso para trascender. Parece tener el juego, parece tener los goles y hasta parece tener suerte, aunque por ahora no en sintonía. Si logra conjugar todo eso, estará más cerca de su objetivo en cada partido: ganar, gustar y golear.

Los goles del partido: