“En general, las miradas ultraliberales consideran que el desarrollo argentino se arregla en un minuto: bajás impuestos, desregulás, retirás al Estado, y todo florece”, dice Daniel Schteingart, habituado a sostener -o al menos intentar- discusiones con libertarios por Twitter. Este sociólogo que aún no cumplió 40 años dirige el Centro de Estudios para la Producción, integrante del Ministerio de Desarrollo Productivo que conduce Matías Kulfas, y está acostumbrado a la controversia.

Fue designado como director del Plan Argentina Productiva 2030, una iniciativa para organizar los próximos ocho años en materia económica. Con el neblinoso 2023 de fondo, un diálogo para discutir las propuestas que trae uno de los ministerios que el albertismo cuenta como propios.

Cuando se presentó este plan en el CCK, la propuesta quedó opacada por el discurso de Alberto Fernández. Entonces, ¿cómo lo resumirías?

El Plan Argentina Productiva 2030 propone una hoja de ruta para transformar la estructura productiva en lo que resta de la década. Tiene siete grandes objetivos: crear dos millones de nuevos puestos de trabajo asalariados registrados en el sector privado, reducir la pobreza en nueve millones de personas, crear más de 100 mil pymes nuevas, reducir el impacto ambiental de las actividades productivas y disminuir tres grandes desigualdades que atraviesan todo el país: las de ingresos (logrando disminuir la desigualdad de ingresos a los mejores niveles desde los años ’70), las de género (apuntando a que al menos el 50% de los nuevos puestos de trabajo sean para mujeres y diversidades) y las territoriales (logrando que el 70% de los nuevos puestos de trabajo se creen fuera del AMBA). Buscamos generar consensos entre distintos actores de la producción, el trabajo, provincias, municipios y sociedad civil para seguir un camino productivo previsible. Estamos en pleno diálogo con estos actores, atendiendo diferentes miradas, y creando una síntesis.

¿Por qué recién ahora y no antes?

Bueno, Argentina tuvo dos años un poco movidos, ¿no? Este plan era lo que veníamos a presentar desde que comenzamos la gestión, pero la pandemia fue un cisne negro que nos obligó a recalcular. De todos modos, déjame decirte que en 2020 y 2021 fuimos trabajando en muchas iniciativas que hoy son parte fundamental del Plan. Por ejemplo, elaboramos el proyecto de ley para la regulación del cannabis medicinal aprobado por amplia mayoría hace unos días, otro para promover la movilidad eléctrica, otro para mejorar el sistema de compras públicas. También avanzamos en un nuevo régimen para la industria de bienes de capital, pusimos en marcha el Plan de Desarrollo Productivo Verde, capitalizamos y salvamos de la quiebra a IMPSA, una de nuestras joyas tecnológicas que será fundamental como proveedora de equipamiento para energías limpias.

¿Qué chances tiene un plan productivo como este cuando el Frente de Todos parece enfrentar un 2023 adverso en términos electorales y la diferencia entre el Presidente y Cristina Fernández de Kirchner parece ahondarse?

Creo que las diferencias al interior del Frente de Todos son más de matices y del cómo más que de proyecto de país, que creo que es el mismo. Este Plan está más allá de ciertas discusiones que vienen dándose, y se propone como hace mucho no se hacía sentarnos a trabajar con sectores productivos, con trabajadores, empresarios y representantes de la sociedad civil para alcanzar metas a largo plazo y resolver problemas estructurales del país. Creo que sí hay terreno fértil para lograr tales consensos en materia productiva, incluso con sectores de la oposición. La ley de economía del conocimiento sancionada en 2020 se aprobó con el apoyo mayoritario de las principales fuerzas políticas.

Entre las misiones productivas del Plan, hay una referida al desarrollo minero “sustentable”. La Mesa sobre minería que presentaron desde el ministerio ya recibió expresiones de rechazo por parte de grupos ambientalistas. ¿Cómo convencer de que en el futuro no habrá contaminación y resultará beneficioso?

La minería es una actividad imprescindible en nuestras vidas. Sin minería, no estaríamos teniendo esta conversación porque no existirían los celulares ni las computadoras ni la electricidad. El mundo que viene, con más digitalización y transición energética, demandará más minerales, como por ejemplo cobre y litio. Es por ello que creemos que la minería, que hoy está a “media máquina” en Argentina (dado que exportamos 15 veces menos que Chile con la misma Cordillera), va a crecer en los próximos años. Y queremos planificar y consensuar ese crecimiento, queremos hacerlo bien. En esto quiero ser claro: no nos interesa cualquier minería. Rechazamos las inversiones que no tomen al cuidado del ambiente como un requisito prioritario, que no prioricen la contratación de personal local y el desarrollo comunitario o que no tengan voluntad de desarrollar proveedores locales. Sabemos bien que existen recurrentes controversias públicas sobre la actividad. Y creo que esos conflictos se basan en una falta de confianza en el rol del Estado como controlador. Es clave generar esa confianza. Por otra parte, creemos que ha habido un déficit histórico de información, producto del cual se dice seguido que “la minería solo deja el 3% en regalías y saquean el 97% restante” cuando ello no es cierto. Los datos, recientemente compilados por el Estado nacional, muestran que de cada $100 que vende una empresa minera, $80 quedan en el país.

¿Qué significa lo que en las propuestas del Plan figura como “trabajo de calidad”?

Para lograr nuestra meta de 2 millones de puestos de trabajo formal, la economía tiene que crecer. Aproximadamente, por cada 1% que crece el PBI, el empleo privado registrado sube en 0,75%, lo cual a valores de hoy equivale a unos 45.000 puestos de trabajo. También, el crecimiento tiende a favorecer más los ingresos de quienes menos tienen, los cuales son mucho más volátiles al ciclo económico. Por eso creemos que con el Plan va a bajar la desigualdad y reducir la pobreza, nivelando para arriba. Pero para que todos estos objetivos se den, necesitamos divisas, ya que cuando la economía crece consumimos más y parte de lo que consumimos tiene componentes importados. De ahí que un eje de trabajo fundamental es la sustitución de ciertas importaciones y también la duplicación de las exportaciones.

El Plan insiste en que el crecimiento tiene que ser sostenible macroeconómicamente. ¿Incluye alguna medida para frenar la inflación?

La inflación históricamente en Argentina ha tenido un componente cambiario. Siempre las devaluaciones han atizado los precios domésticos. Y las devaluaciones siempre se produjeron por falta de divisas. Por eso, en la medida en la cual podamos exportar más y sustituir ciertas importaciones, ahorraremos divisas y disminuiremos las presiones cambiarias. Eso sin dudas ayudará a bajar la inflación a lo largo de la década. Transformar la estructura productiva, modernizándola y aumentando la productividad, también será fundamental para descomprimir el nivel de precios, ya que incrementar la productividad permite reducir costos y con ello los precios.

¿Cuándo se podrían ver los primeros resultados del Plan?

Desde el inicio de la gestión, el Ministerio de Desarrollo Productivo ha venido trabajando en pos de los objetivos que ahora buscamos con este plan. Pusimos en marcha 150 políticas de desarrollo productivo, de inclusión financiera de pymes, de parques industriales, de desarrollo de proveedores, de digitalización, que han permitido que la industria se recuperara mucho más rápido de lo que esperábamos. En 2021 la industria produjo 7% más que en 2019 de hecho. Hoy el 53% del crédito está yendo a pymes, la cifra más alta del siglo XXI. A su vez, y como mencioné, también se trabajaron muchos proyectos de ley que están a la espera de ser discutidos y que son parte clave del Plan y estratégicos para lo que se viene. Ahora bien, una vez lanzado el Plan nos estamos abocando a debatirlo en cada rincón del país. Ya iniciamos los encuentros con los sectores productivos, literalmente yendo de Ushuaia a La Quiaca. Tuvimos varios encuentros y vienen saliendo realmente muy bien, con aportes muy interesantes de distintas voces que serán incorporados.

En Twitter tus hilos en los que te metías en diversas discusiones aportando datos suelen generar intercambios no muy amistosos con analistas liberales. ¿Qué creés que van a criticar de este Plan?

En general, las miradas ultraliberales consideran que el desarrollo argentino se arregla en un minuto: bajás impuestos, desregulás, retirás al Estado, y todo florece. Está claro que eso no es así, ni aquí ni en ningún país del mundo. Son fórmulas mágicas que a veces resultan atractivas, pero ningún país del mundo se desarrolló apelando solo a ese tipo de recetas. Nosotros consideramos que la intervención del Estado es clave para el desarrollo. Pero tiene que ser una buena intervención: los países que se desarrollaron lo hicieron con calidad de las políticas públicas, más que cantidad a secas. También creemos que los mecanismos de mercado son necesarios en muchas instancias. No le hacemos asco ni a las empresas públicas, como los liberales, ni tampoco a las grandes empresas, como a veces se demoniza desde algunos sectores. Ambas, bajo ciertas condiciones e incentivos, pueden ser palancas del desarrollo, y pueden traccionar un denso entramado pyme. Eso es lo que pasó en la mayoría de los países que se desarrollaron. Un Estado planificando pero también dejando espacio al mercado es clave en esa tarea.