El jueves pasado, la secretaria de Energía Flavia Royón, concluyó el año con una premisa notable: “Aspiramos a que el sector energético a mediano plazo se pueda constituir como el segundo o el tercer sector exportador de la Argentina”.

En la participación del Plan Nacional de Promoción de Exportaciones 2023, afirmó que se espera un incremento de inversiones de U$S 7000 millones el año que viene.

A su vez, el ministro de Economía, Sergio Massa, encabezó el acto de adjudicación de las Rondas 4 y 5 para llenar el Gasoducto Nestor Kirchner (GNK), el proyecto estrella del sector energético que entusiasma tanto a propios como ajenos. “Lo más importante que produce este programa es el cambio de matriz en el producto bruto interno de la Argentina», dijo.

Para el ministro, la valoración del gasoducto debe ser a nivel estatal, y no gubernamental-electoral: “En 2026, si seguimos adelante con este programa, las exportaciones del sector hidrocarburos van a pesar en nuestras reservas y balanza comercial, lo mismo que pesa todo el complejo soja”, proyecta Massa.

El programa energético, según la Secretaría de Energía, finaliza el año con saldo favorable pese a las adversidades que el sector atravesó.

Pasado el peor momento de la pandemia y el traspié económico generado, la guerra entre Rusia y Ucrania dio vuelta el tablero desde todas sus puntas. La suba histórica de los precios internacionales de la energía y el combustible implicó que las importaciones hasta agosto hayan crecido hasta un 200% anual.

Además, en medio del revuelo causado por el panorama internacional y el desorden macroeconómico que caracterizó el inicio del segundo semestre, la interna dentro del área, cocinada a fuego lento, se pasó de horno. El 6 de junio, el entonces ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, presentó su carta de renuncia, pedida por Alberto Fernández, tras circular en off información del gasoducto en la que esbozaba irregularidades en la licitación de los caños y las válvulas. Kulfas envió fuertes mensajes políticos hacia sus adversarios internos, a la vez que dejó definiciones económicas críticas respecto de la gestión del área energética manejada por manos kirchneristas.

Pasado el torbellino, los proyectos salientes lograron reubicarse en escena: el GNK, con la búsqueda de financiamiento en curso para el segundo tramo, el acuerdo megamillonario con la empresa australiana Fortescue por U$S 8400 millones, cuya aprobación del marco institucional en el Congreso está demorada, y el enrevesado proceso de segmentación tarifaria de la luz y el gas, que tuvo su efecto en la inflación de noviembre y seguirá su paso en enero de 2023.

Sin embargo, el proyecto que caló hondo en las organizaciones ambientalistas es el de la exploración del pozo Argerich, sobre el mar a 300 km de Mar del Plata. A principios de diciembre, la Cámara Federal de Apelaciones revocó la medida cautelar que frenaba el offshore y autorizó los trabajos de sísmica y perforación. La decisión se dio tras la retirada de la empresa noruega Equinor por las demoras en la Justicia.

Desafíos de 2023

Por otro lado, se presentan dos desafíos clave de cara a 2023. El primero, lograr que las distribuidoras eléctricas salden el gran pasivo que mantienen con CAMMESA de $ 530 mil millones. Para eso, se votó un plan de pagos en el nuevo Presupuesto. El segundo, el vencimiento de 17 concesiones de centrales hidroeléctricas a partir de agosto próximo. La  discusión girará en torno a si el Estado deberá controlar la generación eléctrica o seguirá rigiéndose por el mercado concentrado. La instalación de una planta de licuefacción, como instancia superadora del Gasoducto NK, aún se limita a una promesa.

De todos modos, hay disonancias en los balances de los especialistas. Para Cristian Folgar, ex subsecretario de Combustibles y economista, “las restricciones políticas y macroeconómicas no permitieron avanzar aún en la línea propuesta por el propio gobierno”. Reconoce como un acierto la reducción de subsidios energéticos, pero lo malo fue “no haber liberado recursos para otras políticas sociales o focalizarlos en quienes lo necesitan”. Sobre el Gasoducto, opinó: “Está en duda si estará listo para el próximo invierno. Aún cuando lo estuviera, a los precios actuales de la energía, lo más probable es que en 2023 las erogaciones para importar gas natural sean superiores a las de 2022”.

Julián Rojo, especialista en energía, dialoga con Tiempo en la misma línea: “En materia energética el balance es negativo. El gobierno tomó mayormente decisiones equivocadas, entre ellas la de intervenir los entes reguladores sin justificación clara y por tiempo indeterminado y el congelamiento extendido de tarifas. A su vez, tampoco pudo resolver la escasez en el mercado de gasoil en el primer semestre de 2022 y tuvo serios problemas para gestionar la política sobre los biocombustibles”. Por último, resaltó: “Hoy el sector energético está peor que cuando lo recibió la nueva administración aunque, hay que también decirlo, un poco mejor respecto a 6 meses atrás».

Distinta es la mirada de Juan José Carbajales, exsubsecretario de Hidrocarburos: “El balance del año en materia energética ha sido más que auspicioso. Todos los indicadores locales (inversión, producción de crudo y de gas, empleo registrado y de calidad, recaudación, etc.) son positivos. Vaca Muerta rompe récords mes a mes y tanto el Estado nacional como la industria han lanzado las obras de infraestructura necesarias para ampliar la oferta de líquidos. El gobierno entiende el momento histórico y actúa en consecuencia». «