La reciente recuperación de la producción industrial argentina se lleva a cabo sobre una menor cantidad de trabajadores. Según los datos del Indec y del Ministerio de Trabajo, mientras que la industria incrementó su producción en un 1,8%, la cantidad de asalariados industriales cayó en 4800, entre mayo y agosto últimos.

El dato significa que las industrias de la Argentina están produciendo más con menos trabajadores. Dado que las inversiones anunciadas por el sector privado se han aplicado con cuentagotas y, por lo tanto, no se puede adjudicar a la incorporación de tecnología un incremento de la producción, se puede inferir que esta mayor producción se basa en una profundización del uso de la mano de obra.

Según los datos del Estimador Mensual Industrial (EMI) del Indec, en mayo pasado arrancó un período de crecimiento industrial en comparación con el nivel de producción de un año atrás. Ese mes el salto fue del 2,7%. Junio, julio y agosto mostraron crecimientos aun mayores: 6,6, 5,9 y 5,1%, respectivamente.

Así, el nivel de producción tuvo un salto entre mayo y agosto del 1,8 por ciento.

En el mismo período, la industria perdió 4800 trabajadores, al pasar de 1,194 millones de asalariados a 1,189 millones. El número surge del informe sobre la situación y la evolución del total de trabajadores registrados que publica todos los meses el Ministerio de Trabajo.

En base a estos informes, el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), evaluó que «en el balance sectorial, varias actividades presentaron variaciones positivas, destacándose la metalmecánica (20,2%), las metálicas básicas (+19), los minerales no metálicos (+8,6), automotriz (+7,1%) y el caucho y plástico (+5,3%). La reactivación industrial fue inducida por las industrias proveedoras de la construcción, la leve recuperación del sector automotriz y de los productos de línea blanca, junto a la construcción de gasoductos en Córdoba. A esto se suma la demanda de aluminio de Estados Unidos y México».

En general se trata de sectores industriales que han incrementado el uso de sus instalaciones para producir, reduciendo su capacidad instalada ociosa aunque aún se encuentra en niveles cercanos al 50% en el caso automotriz, del 40% en el plástico y la metalmecánica y del 20% en la industria metálica básica y en la producción de minerales no metélicos (todos ellos insumos de la construcción).

Todos siguen, sin embargo, lejos del 90% del uso de su capacidad instalada, número considerado óptimo en las industrias con fuertes inversiones de capital.

Cuando la producción crece sin incrementos en la cantidad de trabajadores se produce un alza en la productividad del trabajo, un concepto que es mencionado permanentemente por las empresas y el gobierno como el objetivo a lograr y al que le adjudican la clave de los incrementos salariales.

La perspectiva es que los dueños de las industrias mantengan esta situación a lo largo de noviembre. De acuerdo con la encuesta cualitativa industrial que publica el Indec junto con el EMI, el 76,2% de las empresas «no espera cambios en la dotación de personal durante el período septiembre-noviembre de 2017 respecto a igual período de 2016; 14,8% prevé un aumento; 9,0% anticipa una disminución».

En cambio, las cifras son levemente mayores cuando se les pregunta si esperan cambios en las horas trabajadas  por el personal o en el uso de la capacidad instalada. Mientras bajan los que no anticipan cambios y los que anticipan caídas en ambos datos, suben los que prevén alzas en ambos rubros.

El sostenimiento por parte de las empresas de incrementos en la producción industrial sobre la base de menores dotaciones podría abrir la puerta a reclamos salariales o de incremento de plantillas por parte de los sindicatos involucrados. «