En la escena local, su nombre es sinónimo de danza y teatro musical. Carlos Casella es coreógrafo, bailarín y cantante; sin dudas un referente si hablamos de comunicar con canciones y con el cuerpo en movimiento. Aunque comenzó su camino artístico como cantante con el grupo de rock Modelo Blanco, fue en 1988 cuando inició uno de los trabajos que marcaría definitivamente su carrera. Fue cuando junto a Ana Frenkel, Gabriela Barreiro, María Ucedo y Mayra Bonard  formaron el grupo El Descueve, una propuesta novedosa que por entonces se presentaba en espacios como Cemento, el Parakultural, y con el cual crearon un esquema de producción que aplicaron durante años. Había números coreográficos impactantes, pero también divertidos; el éxito fue tal que el circuito off porteño les quedó chico, así que comenzaron a recorrer escenarios de España, Inglaterra, Alemania, Brasil, y Estados Unidos, entre otros. En 1995, con El Descueve como parte de la compañía original de Villa -Villa, espectáculo emblemático de De La Guarda, hicieron temporadas en Nueva York y Londres.

Desde entonces, Casella no paró. Más cerca en el tiempo, colaboró con distintos directores como Javier Daulte, Alejandro Tantanian y José María Muscari, entre otros. Este año, hizo en el Cultural San Martín Hermafrodita, con dramaturgia de Alfredo Arias, donde aportó coreografías y actuación para contar la historia. Y ahora, repone en ND Ateneo Puto y orquesta, uno de sus espectáculos más exitosos, basado en cancioneros populares, donde el amor y la masculinidad son el hilo conductor.

Carlos Casella lleva a escena los grandes éxitos melódicos que para él tienen una «enorme potencia cultural».

-¿Qué es la música en tu vida?

– Es un puente que siempre me ayudó a tener facilidad para expresarme artísticamente. Como cantante, obviamente, pero también como coreógrafo y toda la intensidad que le puse a la danza, la relación con el sonido o las historias musicales fueron cruciales. Las canciones, sean cantadas o instrumentales, influyen al momento de crear algo coreográfico. Para mí, como intérprete y performer, es imposible separar esos universos. Yo siempre canté, era mi carta que siempre aparecía.

-¿Recordás las primeras presentaciones?

– Sí, cantando en el coro del colegio, me tocaba muchas veces hacer solos. El tema de bailar llegó después. Pero cantar siempre me gustó, la voz tiene muchas posibilidades de expresión y de creación. Me gustaba todo tipo de música: folklore, boleros, tangos, temas populares, y eso me marcó. Esas canciones que escuchaba o imitaba jugando, un poco me conformaron como artista, creo.

-Pero tuviste tu etapa rockera, ¿o no?

– Sí, apenas termine el secundario. Me invitaron un día y terminé siendo parte de un grupo que se llamaba Modelo Blanco. Nos inspiraban los Talking Heads, King Crimson, y de acá, Virus o Clap. Todos referentes muy importantes para mi. Grupos que rompían con lo establecido, con algo teatral en su música. En casa, por otro lado, se escuchaban Roberto Carlos, Isabel Pantoja, Nicola Di Bari y todos los románticos de los ‘70, que han sido reivindicados en los últimos años. Dejaron de ser un consumo irónico y se volvieron a retomar esas canciones como clásicas.

-¿Por qué crees que se dio este fenómeno?

-Por la potencia cultural que tienen, y por su propia belleza. Buenas melodías y narrativa. Hay canciones que tienen imágenes cliché del amor, pero también mucha teatralidad, que es lo que me gusta y lo que siempre me divirtió.

-¿Te gusta rescatar temas olvidados?

-Sí, temas que quedan en los estantes y hay que revivirlos dándole algo más. Yo les pongo una interpretación muy cargada de expresión, casi exagerada, y eso es divertido. Me encanta cantar, es algo trascendente en mi vida, pero es un impulso, no algo que me propongo: me nace.


El camino elegido

A la hora responder cómo comenzó su pasión por la danza, Casella vuelve a esos primeras experiencias de la juventud que fueron definitivas. «La verdad es que la primera vez que tuve conciencia del control del cuerpo, fue en unas clases de Capoeira a las que iba. Es danza en forma de arte marcial; me abrió una puerta y la idea del movimiento. Y luego, mi contacto con Ana Frenkel en la adolescencia. Ella estudiaba danza de forma amateur, y yo me sumé a eso para acompañarla. Me di cuenta que ahí también vibraba, que era un canal expresivo en el que me iba bien. Luego la vida nos cruzó con más personas que nos identificábamos con un mismo objetivo y que teníamos ganas de romper formas establecidas.»

-¿Qué fue lo mejor de El Descueve?

-Encontrar una forma de creación propia, y una manera de componer y llevar adelante proyectos que nos permitió hacer de todo.

Coreógrafo, bailarín y cantante, Casella de formó en el under de lo ’80 y llegó a recorrer los escenarios del mundo.

-¿Hubo un hecho, algo concreto que haya marcado tu decisión de ser artista?

– Cuando una amiga me dijo que unos amigos de ella necesitaban un cantante, si me animaba. Le dije que me tomen una prueba, a ver qué onda. Y la verdad es que dejé todo, estuvimos tocando como dos años en todo el circuito under, que en los ‘80 era intenso. Esa experiencia que se dio de casualidad, me hizo entender que mi lugar estaba ahí, arriba de un escenario. Y cambié el rumbo y direccion mi energía hacia un punto en el horizonte que no esperaba. Que no es poco.

-Hay que tener seguridad…

-Sí, para estar más suelto, más entregado, más creativo. Es cuestión de tener confianza en uno y lo que podemos hacer.

-¿Qué preferís: trabajo duro o talento desatado?

– Las dos cosas van juntas, me parece. Mucho talento sin algo que lo mueva, no sirve demasiado. El trabajo sirve para canalizar el talento hacia un lado positivo. El trabajo es búsqueda, investigación, es la chispa que hace que el talento sea un fuego que no deja de arder.

Puto & Orquesta

Un espectáculo de Carlos Casella. Con Pedro Onetto en piano, Nicolás Rainone en contrabajo, Tomás Carnelli en guitarra, Bemjamín Báez en violonchelo y Gustavo Lesgart como bailarín y coreógrafo. Viernes 11 de agosto a las 21, en ND Ateneo, Paraguay 918.