Catupecu Machu apareció en la escena de mediados de los ’90 con la potencia arrolladora y la singularidad de una avalancha de nieve en el Chaco. Nadie la esperaba, pocos entendían realmente de qué se trataba, pero casi todos comprendieron su fuerza transformadora y alcance impredecible. La banda nació, imprimió su ADN y se proyectó en múltiples formaciones a partir de la fusión controlada de neutrones y protones que parecía ser la dinámica que alimentaba la energía de los hermanos Gabriel y Fernando Ruiz Díaz. Pasaron casi 30 años desde el nacimiento del grupo. En ese camino lanzaron discos determinantes, asumieron mutaciones que desafiaban la lógica del mercado, impulsaron construcciones, deconstrucciones, y ejercitaron el sano instinto de no encajar del todo en ningún lado. También se coló la tragedia del gravísimo accidente de Gabriel en 2006, su retiro obligado y su muerte, el 23 de enero de 2021. Fernando les demostró a los incrédulos que podía extender el legado de Catupecu sin su hermano, con nuevas búsquedas y el mismo espíritu heterodoxo. Hasta que a fines de 2007 se cansó, decidió «matar» a Catupecu Machu y formar Vanthra.

Fernando Ruiz Díaz recibe a Tiempo Argentino para hablar del regreso de Catupecu que concretará su show más importante de esta etapa el sábado en el Movistar Arena. Hoy se ve bastante diferente de aquel adolescente que parecía dispuesto a comerse el mundo a finales de los ’90. Mantiene el mismo brillo en los ojos y la misma vocación disidente que le dio razón a su música y su vida. Como los buenos vinos que suman años, luce más reposado y multiplicó sus gustos. Aquel joven Fernando no logró hacer realidad el hipotético sueño de cambiar el mundo a través de la música. Pero agitó miles y miles de corazones en toda la región y edificó un mundo-refugio personal que ––además de las grabaciones y los shows– se alimenta de la relación con su hija Lila, su pasión por el surf, los viajes en moto, la enología, su fervor de coleccionista de íconos de la cultura pop y mucho más.

Además de su imprescindible presencia, la nueva encarnación de Catupecu Machu incluye a Charles Noguera (bajo), Juli Gondell (batería) y Abril Sosa (batería). En rigor podría verse como Vanthra + Abril, el histórico tercer vértice de la primera etapa de la banda de Villa Luro. Pero ese reencuentro, el homenaje a Gabriel en el Cosquín Rock y las emociones dejaron atrás venenos, estimularon magias y favorecieron la concreción de este Catupecu que propone nuevas tímbricas y una energía renovada.

–¿Cuándo vuelve Vanthra?

–(Carcajada)Fue un periodo de mi vida hermoso y lo sigo valorando. Pero volvió Catupecu.

–La gente te pedía que volvieran y le diste el gusto. Pero pocos entendieron por qué «mataste» a Catupecu.

–Y sí, lo maté, pero pasó el tiempo y sentí que era necesario revivirlo. De alguna manera me reencontré con Catupecu. Es loco porque todos me decían que yo soy Catupecu, que era un sinsentido que formara otra banda. Pero en determinado momento necesité parar y empezar otra cosa, casi de cero. Así nació Vanthra. Pude haber sido solista, pero siempre me atrajeron más la lógica y la química de las bandas. A nosotros siempre nos fue bien, a veces más, otras un poco menos, pero la carrera del grupo era sólida y la gente siempre nos siguió. Pero un día me sentí raro, como que estaba haciendo covers de Catupecu Machu. Económicamente hubiera sido más fructífero seguir, pero necesitaba otra cosa. A mí me obsesiona ser un artista, la guita, la merca o cualquier otra distracción que no me enriquezca nunca me importaron.

–¿Y qué hizo renacer a Catupecu a fines del año pasado?

–Fue muy fuerte el homenaje a Gaby en el Cosquín Rock. Sentí que él estaba ahí, que ascendía definitivamente y que, al mismo tiempo, nos acompañaba más que nunca. Haberlo invitado a Abril también me hizo recuperar ciertas cuestiones que evidentemente son muy profundas. Se acomodaron muchas cosas, se dieron los tiempos y acá estamos. Con muchas ganas de disfrutar cada segundo y no darle cabida a lo que no es para disfrutar. En realidad primero convocamos a Abril para que acompañara a Vanthra en un par de temas, pero se generó una energía y una electricidad tan fuerte que todo pasó a otro plano. 

–¿La inercia te jugó en contra antes de Vanthra?

–Algunas inercias son necesarias. Pero en lo musical a mí no me gustan. En un momentito me sentí un poco agobiado por Catupecu. Era como el responsable de una multinacional, con muchas familias a cargo. Y no pude más. A veces se necesitan tiempos y aprendizajes. Soy una persona muy observadora y analizo todo, pero creo que a veces también hay que dejarle un lugar a la intuición y en este caso hay mucho de eso.

–¿Cuál es el camino del verdadero artista?

–Creo que el camino de todo artista exige autodescubrimiento y siempre intentar superarse. Eso no significa que todo disco es mejor al anterior en una suerte de eterna mejora. Pero tenés que ir detrás de eso. De que cada cosa sea más osada, diferente. Y el tiempo después dirá. Uno tiene que comprometerse con ese entusiasmo, con esa necesidad vital.

–Viviste muchas alegrías y también cosas muy duras. ¿Cómo estás después de todo?

–Estoy increíble en Catupecu, disfrutando a mi hija Lila, viviendo casi mitad del año en Mendoza, que es casi como otra vida. Me pasaron muchas cosas fuertes pero tengo una visión positiva de la vida. Me gusta sentirme como una semilla que siempre busca crecer. Agradezco cada día despertarme y poder hacer cosas. Tengo mis tormentas, como todo el mundo, y trato de llevarlas de la mejor manera posible.

–¿Sabés que mucha gente espera un disco con canciones nuevas de Catupecu?

–Nosotros más que todos (risas). Ya estamos trabajando en eso. Un disco nuevo de Catupecu es lo mejor que nos puede pasar. Ya tenemos algunas canciones y todavía más ideas. Creo que va a salir el año que viene. A nuestro ritmo. Acá nadie nos juntó por plata. Hacemos las cosas como queremos y cuando queremos. Hoy mandan los chacinados. Nosotros queremos trabajar los detalles, cada sonido, cada palabra, más allá de cuántos lo aprecien. En el disco vamos a sacarle jugo a esta formación con doble batería, pero también explorar otros formatos porque todos sabemos tocar otros instrumentos.

–¿Cómo será el show en el Movistar Arena?

–Venimos de hacer una gira por el interior, vamos a ir a Europa, tocamos en festivales, pero este va a ser un show particular. Con todo el tiempo para nosotros, con las mejores condiciones técnicas y con una puesta a la medida de este reencuentro. Vamos a repasar las diferentes etapas de Catupecu y como somos muy obsesivos e intensos trabajamos mucho las canciones para darles nuevas perspectivas. Vamos a incluir clásicos, sorpresas e invitados. Va a ser un show largo, con muchos matices. Queremos abrazar a la gente y que ellos nos abracen. Fundirnos en este reencuentro y disfrutar. Queremos que todos se vuelvan a la casa con el corazón un poco más caliente.

–Siempre fuiste de escuchar mucha música. ¿Lo seguís haciendo? ¿Qué opinión tenés de las bandas nuevas?

–Hay de todo. Pero casi todo se hace más rápido y con menos cuidado. El sonido no importa, las palabras tampoco… Parece que lo valioso es sacar un tema nuevo todo el tiempo, como si fuera una industria de chorizos. Pero ojo, sin generalizar. Wos es muy talentoso, Ca7riel es un genio y toca la guitarra como pocos… Nosotros invitamos a nuestros shows a Ca7riel, Juan Ingaramo y Lucca Beguerie Petrich de Usted Señalemelo, por ejemplo. Nos gusta generar esos idas y vuelta, talento no falta. Pero no deja de ser triste que en muchos otros casos parece haber poco compromiso con la música. «


¿Cuándo?

Catupecu Machu llega al Movistar Arena. Humboldt 450. Sábado 24 de junio a las 19.

La presencia de Gaby y el recuerdo de Gustavo

Un diálogo con Fernando Ruiz Díaz incluye inevitablemente música, arte y reflexiones sobre la vida. «La historia de Catupecu siempre fui intensa –analiza–. Pero no somos cocainómanos recuperados. Yo fumo un porro cada muerte de obispo y para mí es un momento sagrado para entender cosas. Sé que la merca es divina y mucha gente la disfruta, pero después te hace mal y hay cosas que tienen que ver con el espíritu humano que hay que proteger. Creo en cultivar otros caminos. Paralelamente, nosotros siempre fuimos personas que vivimos una vida riesgosa, sin miedos».

–¿Eso y la mala suerte le jugaron en contra a Gaby?

–Con Gaby pensábamos igual. Pero desgraciadamente acompañaba a una persona que creía su amigo, que  estaba en una situación de riesgo de vida. Entonces pasó lo que pasó, el choque y lo que todos sabemos. Si te quedás en tu casa es muy probable que no tengas ningún accidente, pero tampoco vida. Desgraciadamente estuvo en el lugar y momento equivocados. Recuerdo la primera vez que lo fui a ver a Gustavo Cerati cuando estaba internado. Lo cuento ahora porque pasó mucho tiempo. Yo le tocaba la guitarra y me daba cuenta que Gustavo se movía y se emocionaba. Con Gaby pasaron millones de cosas similares y mucho más. Por eso siento que trascendemos los formatos físicos y sé que Gaby desde algún lugar siempre nos está acompañando.