La amistad entre dos hombres, un drama familiar (ambas francesas) y una historia fantástica y científica estadounidense han sido las mejores ofertas de los últimos dos días de la 14a. Fiesta del Cine de Roma que está acercándose a su recta final, con la entrega del premio del público, mañana sábado 26, y con el estreno mundial del último film del ruso Andrei Konchalovsky, “Il peccato”, el domingo 27.

Más allá de los valores dramáticos, los dos films franceses, “Le meilleur reste à venir” de Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patellière y “Fête de famille” de Cédric Kahn, se distinguen por ser dos vehículos de notables interpretaciones, respectivamente las de Fabrice Lucchini y Patrick Bruel, amigos del alma que afrontan ese momento importante de la vida humana que es el de asumir su propia mortalidad, y la de Emmanuelle Bercot, que irrumpe en la fiesta de cumpleaños de su madre, para contaminarla y destruirla con su locura.

Diferente el caso de “The Vast of Night”, del primerizo Andrew Patterson, que rememora la doble histeria de los Estados Unidos de la década del 50 del siglo pasado, que veía comunistas y platos voladores por todas partes y lo hace con un triple lenguaje radiocinetelevisivo en el que radica su originalidad.

Arthur (Lucchini) y César (Bruel) son dos amigos de infancia cuyas diferencias de vida no han hecho mella en su relación. Arthur descubre que César sufre de un cáncer incurable pero al tratar de anunciárselo lo hace de una manera tan confusa que éste creerá que el enfermo es su amigo.

Así ambos deciden acompañarse mutuamente en lo que será su último viaje juntos. El film comienza en tono de comedia para luego ensombrecerse cada vez más hasta el inevitable desenlace trágico pero que permite a Arthur rehacerse su vida bajo la guía de César.

Formidable vehículo para dos grandes actores franceses, “Lo mejor está por llegar” es un film que conquista también por su humanidad y su alegría de vivir. Más que una fiesta de cumpleaños, la nueva película de Cédric Kahn es un auténtico psicodrama familiar interpretado por un reparto muy afiatado donde reina una Catherine Deneuve en madre patrona, Vincent Macaigne y el propio director como sus dos hijos varones, pero a los que Emmanuelle Bercot deja en sombras con su potente actuación de oveja descarriada que trae el desorden a una fiesta celebratoria.

En la década de los ’50 en Estados Unidos, la gente temía por igual la invasión marciana y la comunista y el pueblito de Cayuga, en Nuevo México, no es una excepción. Cualquier ruido extraño, cualquier conducta que salga de los rieles “normales”, confirma esos temores que la guerra fría ha inculcado en el cerebro de la gente para no borrarse nunca más.

Y esos ruidos extraños son los que escucha una telefonista y que transmite a un locutor radial que encontrará la manera de confirmar esos temores.

Pero la originalidad del film no reside en la historia, contada muchas veces y hasta con mayores medios financieros. Lo que hace a “The Vast of the Night” una experiencia diferente de las otras es la manera con la que Patterson cuenta la historia, ambientándola en la oscuridad natural de la noche (excelente la fotografía del hijo de Miguel Littín, Miguel I. Littín-Menz), osando un primer plano todo verbal como si esto fuese una radionovela y rindiendo homenaje a clásicos de la TV como “Dimensión desconocida” (el nombre del pueblo es el mismo de la productora de Rod Serling, creador de la serie) y circunscribiendo la acción a tres personajes principales como si fuera un kammerspiel.

Es con este tipo de descubrimientos que una manifestación como la Fiesta del Cine de Roma reivindica su razón de ser.