Desde la pintura rupestre a las esculturas griegas, pasando por las danzas ritualistas de miles de pueblos de todas las latitudes, el arte acompañó al humano en su derrotero por la Tierra para entender algo mejor su existencia, hacer llevadero el tránsito y, acaso sobre todo, aliviar el dolor que el azar o la decrepitud moral de otros causa a la vidas más inocentes. La ilusión del rubio, Santiago San Paulo, actúa sobre esta última capa, aunque no haya sido ésa su intención original. “En Córdoba -cuenta Martín Slipak, su protagonista-, en un momento empiezo la obra y digo que bueno, que yo soy Martín, un argentino que vive en Buenos Aires, que no es cordobés, que no estoy teñido, y que voy a intentar interpretar a Facundo. Y me pongo la ropa que tenía Facundo en una de las últimas fotos que le sacaron. Y ahí estaba delante de la hija de Facundo, que es una nena de diez años pero que era una beba de meses cuando su papá fue desaparecido, pidiendo justicia por su padre arriba de un escenario. Me parece que sí, que es sumamente sanador y conmovedor. No es que sana porque es una herida que está abierta y no va a cerrar nunca, ni siquiera habiendo justicia, porque Facundo no está, está desaparecido. Pero sí poder encarnar este poder de representar a alguien delante de su mamá, delante de su hija, de la que era su novia es algo que no deja de ser una ceremonia de sanación, de intento de sanación.”

Facundo Rivera Alegre desapareció en la ciudad de Córdoba el domingo 19 de febrero de 2012, luego de salir donde fue a bailar cuarteto; tenía 19 años. En 2015 la Justicia de Córdoba, luego de un juicio plagado de irregularidades, y la investigación se detuvo y Facundo sigue desaparecido. La ilusión del Rubio, dando cuenta de ese episodio, fue una de las ganadoras del Concurso Nuestro Teatro llevado a cabo por el Teatro Nacional Cervantes durante 2020. Estrenada online en febrero de 2021 en la Sala María Guerrero con Martín Slipak y dirección de Gastón Marioni, después tuvo funciones presenciales en la Biblioteca Nacional, por distintas provincias del país y en el Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires en febrero pasado. Ahora tiene sus tres últimas funciones en el Espacio Callejón.

“No está planteado como un final -dice Slipak sobre esta interrupción de fechas-. Justamente la obra con Gastón la pensamos como la de un caso vigente, y Viviana (la madre de Facundo) no tiene la resolución de justicia que busca y la verdad sobre la desaparición de su hijo. Por lo tanto en ningún momento con Gastón la pensamos como funciones finales. Al ser unipersonal con el director sentimos que cuando hay un momento posible y un hueco posible dentro de nuestras vidas, es una obra que podemos hacer, que está viva.” Por eso las funciones tienen que ver con esos huecos de cada una de sus vidas. Y a la que volverán no sólo por los nuevos huecos que puedan darse, sino porque las desapariciones en democracia son una anomalía persistente pese a las múltiples luchas que familiares y amigos de víctimas encaran.

“Eso también da lugar a la resignificación constante, que sí me parece interesante en una obra de teatro. Un poco lo veo de esa manera y me pasó con cada espectáculo que hice. Me acuerdo que hace muchos años me tocó formar parte de A propósito de la duda, que dio origen a Teatro por la Identidad, y nadie sabía que eso iba a ser Teatro por la Identidad. Era una obra con la excusa de hacer algo con el tema de recuperar la identidad, y de golpe se transformó en un ciclo que ya lleva veintipico de años. Me parece que justamente esa mutación tiene que ver con que lo que se realiza está vivo. Cuando voy a ver algo y lo voy a dar dos años después y está igual, hay algo que está desconectado. Por lo menos yo intento que cada cosa que me pase en la vida también se vuelque a la obra.”

En términos materiales, el hueco tiene que ver con que Slipak terminó de filmar una serie y en breve se mete a rodar una película. En otras actividades u oficios alguien podría decir que no tiene tiempo para disfrutar y vivir. Pero Slipak ha llegado a ese glorioso momento/ lugar en el que el trabajo es placer y viceversa, en una espiral de aprendizaje y goce al que es tan difícil acceder. En los próximos meses se verán cuatro series que filmó en lo que va del año: Ringo, el campeón del pueblo; El Hincha; Medusa y Planners. “En Ringo soy Vicente Bovanavena, el hermano mayor, un poco su cable a tierra; lo disfruté mucho y creo que esa serie va a romper todo: hace mucho tiempo que no me pasaba de que todo un elenco termine una escena y saliera corriendo al monitor para ver cómo quedó. El Hincha es una serie que también creo va a gustar mucho, dirigida por Alejandro Ciancio, y tiene que ver con el mundo de las barras bravas; ahí hago de El Marciano, un personaje que forma parte de la barra, muy sacado, loco, falopero, muy jugado, y es quien introduce a un amigo de la infancia que es un pibe de clase alta que está un poco podrido de su mundo. Medusa es un policial en el que hay un grupo de amigos y sucede algo y todos son sospechosos; es para Paramount+ dirigido por Jazmín Stuart. Y Planners es una participación más chica que la dirige Dany Barone y la protagoniza Celeste Cid.”


La ilusión del rubio

De Santiago San Paulo. Con Martín Slipak. Dirección Gastón Marioni. Miércoles 20 y 27 de julio, y miércoles 3 de agosto, a las 20:30 en Espacio Callejón (Humahuaca 3759).