Una performance, y una intención: la de permitir que tanto actores como espectadores puedan experimentar cómo podría ser estar dentro de un cuerpo. Eso es lo que se propuso la directora y dramaturga Leticia Coronel, en una obra que tiene mucho de carácter confesional. Se trata de Hacer vivir un corazón, una puesta en la que Adriana Sardone, Anastasia Villan, Eduardo Coronel, Julián Vila Graca, Matías D´Alessandro y la propia directora, exponen en escena una serie de temores inherentes a la condición humana, para intentar abordarlos de manera reflexiva. La obra se presentará durante sólo cuatro funciones en el escenario de la Fundación Cazadores.

Hacer vivir un corazón necesitó de otro tipo de proceso creativo. Siento que en el mundo del teatro todo se está poniendo en su lugar otra vez, una cosa que repara todo el daño que los que formamos parte de esta industria cultural estuvimos sufriendo en los últimos años. La obra comenzó a pensarse en marzo pasado, así que llevamos muchos meses para llegar a este punto”, afirma Coronel.

La obra se vincula con las necesidades interiores de los seres humanos en relación con el cuerpo. Así lo explica la directora: “A mí me interesa hablar sobre los cuerpos apagados, los de la periferia, así que eso siempre es un motor, y lo fue también para esta nueva propuesta. Siento que en ellos el deseo está medio perdido, más como dando batalla. Habitualmente doy talleres de dramaturgia, pero este año me especialicé en ofrecerlos para personas de edad avanzada. Ahí me encontré con mujeres más grandes que yo, y noté que tenían una energía tremenda. Eso contrastaba con algunos pensamientos personales donde me planteaba cómo sería mi vida cuando fuese más grande, con la muerte un poco más cerca, pero viéndolas a ellas todo cambió para mí. Ahí apareció el título de la obra y me empezaron a interesar las emociones que los cuerpos sienten más allá de la edad. A partir de ese punto de inflexión comenzó a tejerse lo que vamos a presentar arriba del escenario”.

Hacer vivir un corazón tiene la particularidad de haber sido pensada para actores y no actores, entre ellos, los padres de la directora: “A mí siempre me interesó sumar a los que no actúan habitualmente. Por otro lado, están presentes mi mamá y mi papá, que tampoco son actores. En un momento pensaba que los ensayos durarían más, para que todos ellos se pudiesen familiarizar con el código del teatro, pero enseguida encontré mucho vuelo en las prácticas, desde un primer momento. A la vez, todo se dio de manera muy especial, con mi madre llevando una torta a cada ensayo, lo cual hacía toda una gran cosa de familia. Eso hizo que todo fuese más liviano y favoreció a la obra desde lo emocional”.

Coronel se encarga de la dramaturgia, la dirección y también de actuar. “Es complejo cuando se ocupan roles diversos, pero por suerte con la asistente de dirección y la coreógrafa armamos un muy buen “ojo”, así que cuando estoy adentro confío en quienes me rodean, algo que no siempre se da en la esfera teatral, pero cuando sucede, se convierte en una máquina hermosa. Con respecto a mi yo como actriz, tengo que decir que la cuestión emocional se vuelve un poco más costosa, porque tengo que equilibrar una serie de sentimientos distintos”, cuenta la realizadora.

Hacer vivir un corazón logra que lo íntimo se vuelva una declaración hecha performance: una apertura personal para Coronel. “Cada cuerpo tiene su nombre en la obra. Uno de ellos es ‘el perdón’, pero también están ‘la espera’, ‘la fragilidad’ y ‘el miedo’. Lo que me interesaba era darle ‘lengua’ y corporalidad a esas situaciones, para encontrar desde ahí sus voces. A partir de ese punto, resulta interesante lo que cada uno de ellos puede decir porque están hablando de nosotros”, concluye la directora.



Hacer vivir un corazón
Una obra de Leticia Coronel. Actúan: Adriana Sardone, Anastasia Villan, Eduardo Coronel, Julián Vila Graca, Matías D´Alessandro y Leticia Coronel. Funciones: viernes 2, viernes 9, sábado 3 y sábado 10 diciembre a las 21 en Fundación Cazadores, Villarroel 1438