El adelanto de singles previos a la salida de un nuevo disco bien puede anticipar mucho de lo que vendrá, y más que nada, instalar expectativas. Todo lo dicho ç aplica a Mojigata, el nuevo álbum de Marilina Bertoldi producido artísticamente por ella, donde once nuevos tracks revelan un nuevo universo de canciones cuyo concepto sólo podía ser captado recién escuchando el álbum entero.

Pero antes de eso, es bueno aclarar que el rock sigue siendo la forma de ser Marilina, y tal vez por eso fue tan esperado este nuevo álbum. Hay que tener en cuenta lo que generó Prender un fuego, el disco que le valió a Bertoldi ganar el Gardel de Oro 2019, convirtiéndose así en la segunda mujer en llevarse ese premio después de Mercedes Sosa. Desde entonces hasta ahora, Bertoldi apaciguó la expectativa entregando grageas de música en forma de covers o adelantos, que actuaban sutilmente para los más ansiosos.

Lo primero que conocimos como los avances de Mojigata fue “Cosa mía”, un tema lanzado en diciembre último con una impronta bien rockera, de vieja escuela y directa, donde se instalaba un pedido urgente que no parece haber sido respondido. Ahí la guitarra, el bajo y la batería, siempre en compañía de la voz de Bertoldi, se robaban todo el protagonismo que sólo puede generar el rock clásico cuando se lo toca con ganas. Más tarde llegó a las redes “Amuleto”, una canción de un midtempo en clave de balada electrónica y en compañía de la chilena Javiera Mena, cuyo clip llamó especialmente la atención. En pantalla, el erotismo lésbico de las cantantes toma un primer plano esencial, mientras el foco se coloca en el amor que parece nacer entre dos mujeres.

El último de los adelantos le correspondió a “La cena”. El tema vino acompañado por un video donde un rock bien de estirpe clásica trae un aire renovado. Las imágenes ponen en el centro a dos mujeres rústicas, que en la soledad sin fin del campo argentino ensayan un fogoso romance entre fustas, cuchillos y escopetas. El clip, que cuenta con la participación de María Riot (actriz porno conocida por su afiliación la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, donde habitualmente agita el derecho a la prostitución y al consumo de pornografía hecha para mujeres) fue dirigido por la realizadora Miche, de Parda Films, una productora con una perspectiva decididamente queer.

El resto de los temas de Mojigata que no fueron singles también merecen escucharse con la misma atención de los adelantos. Si en el álbum el rock está presente casi inexorablemente en el concepto general, también hay funk, aunque ciertas pátinas vocales de RnB (junto a micro moods de jazz al final) también pueden apreciarse. En repetidas ocasiones, fue la misma Bertoldi quien sostuvo que este álbum fue pensado y diseñado durante los días más pesados de la pandemia, algo que bien pudo intuirse en “Amuleto”, pero que también se trasladó a todo lo que se escucha en Mojigata. También se rescatan temas como “Pucho”, donde Bertoldi escupe consideraciones hacia todos lados, como una declaración de principios que merece escucharse; “Sushi en lata”, un funk que decididamente toma todo un primerísimo primer plano, algo que sucede tanto en lo estético como en lo discursivo; y “Claro Ma”, o cómo la insatisfacción que construyen las guitarras puede volverse algo tan fuerte como para transformarse en pura canción. Inclusive la despedida del disco con “Junto Boludeces”, donde más allá de la sentencia de rigor de la letra también hay espacio para una genuina despedida. Un disco casi sin mesetas, así es el concepto de Mojigata, que hace de lo directo y confesional una carta de regreso.