«Abrí la puerta y subí al avión. No pude verte ni decirte adiós. Apenas si sabía, donde aterrizaría, pero perderte nena era mi misión. Hay cada turro en la televisión, ya sea en tu living o quizás en Japón, no conseguí escaparme, tenía que quedarme, las redes tendrán llave pero una prisión. Yo te conté dónde había actuado, el escenario era un bajón; entonces ella y sus pecados volvieron con esta canción».

La música y la letra suenan. Es el Charly de los ’80. Época de Yendo de la Cama al Living y Clics Modernos. Sin dudas. Pero no. Es y no es.

Hace unos años, en un auditorio de cara al público, Charly reflexionaba que ahora los discos se hacen como «en una oficina». Agregaba: «Para mí la música es melodía, armonía y ritmo. Lo que hay ahora es ritmo, pero falta la melodía y la armonía. Yo creo que hay corrupción musical». Ahora habría que sumarle algo más: Inteligencia Artificial.

Hace un par de días, el usuario @petacas_posting subió a sus redes una novedad que presagia lo que puede venir en los próximos años: la canción Spector de su último disco Random (2017), cantada por el Charly de 1982/1983. Así lo definió: «Reconstrucción vocal de Charly García de principios de los 80s mediante Inteligencia Artificial».

El Charly de estos años.

¿Está bueno? ¿Es peligroso por lo que puede implicar en un futuro? ¿Cambia la esencia de la canción o lo que buscó el autor? ¿Es una bendición para las y los nostálgicos del Charly de los ’80? ¿Qué diría el Charly de ahora de esa «transformación? ¿Cuánto habrá de «artesanal» y cuánto de «artificial» en la música del futuro?

Es imposible tener las respuestas, y cada lectora y lector tendrá las suyas. Pero mientras tanto, el propio usuario comentó el proceso a Tiempo: «Entrené una IA de nombre Diff-SVC con grabaciones de Charly en vivo que incluyen parte del Luna Park del ’83, y parte del álbum ‘No llores por mí Argentina’. No es una IA al público como están apareciendo, por eso no quise dar data muy específica del proceso ya que es complejo e implica tener noción de código y potencia computacional. Para llegar a esos resultados, debí ser meticuloso y tener paciencia. Para entrenar a la IA necesité investigar los mejores medios para extraer una voz limpia de Charly».

Y continúa: «Luego procesé, separé la voz de los instrumentos (con otra IA que tengo guardada, Demucs) y recorté los audios en porciones de unos cuantos segundos para dárselos a la IA para el ‘entrenamiento’. En total me habrán quedado unos 150 audios aproximadamente y el entrenamiento en sí me habrá llevado unas 9 horas. Acá entra en juego lo artesanal: la minuciosa selección, revisión y preprocesado del dataset (audios con porciones de su voz)».

También explica cómo hizo para trabajar con dos recitales como fuentes: «al ser una mezcla entre audios de dos recitales diferentes, difieren tanto en calidad sonora, como en técnica vocal. El del Luna es más voz de pecho y gritada, y el del álbum con Serú Girán es mas voz de falsetto y aguda, entonces la IA hace una mezcla de ambas dependiendo el contexto del audio de referencia proporcionado (por que sí, para funcionar necesita un audio de referencia cantando eso que querés convertir a la voz de Charly). Si por ejemplo, el sujeto canta suave, quizás te ponga la voz de falsetto, si el sujeto canta fuerte, te ponga la voz de pecho, y así… Si en el hipotético caso tuviera en mi poder pistas oficiales de estudio de la voz de Charly, pues todo tendría la misma calidad sonora, por lo que las transiciones entre modos de canto serían mucho más homogéneas».

Desde ya, como era de esperar, ante la repercusión de la pista le piden reconvertir más y más temas: «me comentan canciones a lo loco y lo les trato de hacer entender que necesito ‘molestar’ a un tercero para que las cante y yo poder hacer la conversión a la voz de Charly, ya que a mí no me da la voz, no soy cantante», dice mientras ríe.

Ahora cuenta que está experimentando con otra IA similar llamada So-vits SVC: «tiende a dar mejores resultados, debo decir… Ya tengo conmigo al Charly IA v3 (sonríe). Fui haciendo varias pruebas y reentrenamientos para ir puliendo detalles. Más adelante vendrán más canciones, y otras voces. ¿Quizás podamos traer de regreso a Cerati? Quien sabe…».

El tema original del último disco.

Cuando otro usuario le dice que la IA podrá lograr que en unos años suene «completamente real», contesta que no hace falta esperar tanto, más bien depende de la materia prima (o sea, la calidad y el tipo de grabación de origen con la que se cuente): «por supuesto, de hecho puede sonar completamente real si se entrena con audios completamente limpios en estudio y/o ambiente controlado. Lo ideal sería tener pistas vocales y/o stems oficiales de estudio de Charly, pero como no existen, hay que hacerlo todo caserito jajaja».

La versión con IA.

Ni tan inteligente ni tan artificial

Más allá de «crear» una nueva versión de una canción, la IA ya está presente en nuestras vidas cotidianas en más facetas de las que pensamos. El tema será quién y para qué se usa.

Karina Pedace –doctora en Filosofía por la UBA, secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Filósofas de América Latina de la UNESCO y docente e investigadora en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Matanza–, fue nombrada recientemente entre las 100 Mujeres Brillantes en Ética de la Inteligencia Artificial (IA), una distinción internacional que recién “rebotó” en los últimos días, en coincidencia con la publicación de un artículo suyo en el Transnational Institute (TNI), en el que apuntó los peligros de confiar en la IA para abordar problemas sociales y ambientales.

“Una advertencia importante es que la Inteligencia Artificial no es ni tan inteligente ni tan artificial, tomando una cita de la investigadora Kate Crawford. No es artificial porque existe de manera corpórea: estos algoritmos corren físicamente, están hechos de recursos naturales, involucran mano de obra, combustibles, logística; ni tampoco son tan inteligentes porque no son capaces de discernir algo sin un entrenamiento extenso e intensivo, porque son un conjunto de datos que nosotros vamos predefiniendo. Eso quiere decir que hay estructuras políticas, culturales y sociales subyacentes; no se trata de un dominio puramente técnico”, comentó a Tiempo días atrás.

Son días en los que la IA volvió a los primeros planos con el Chat GPT. Un sistema de chat con inteligencia artificial creado por OpenAI (de Elon Musk), «entrenado» para mantener conversaciones, generar textos, traducir, corregir, y dar respuestas a diversos temas a partir de información que obtiene sobre todo de internet. Ya lo usan universidades y escuelas y lo promueve el Gobierno de la Ciudad a través del Boti y talleres en los que plantean que bloquearlo «podría impedir el desarrollo de una de las mayores transformaciones del modelo educativo». Google y China ya trabajan en sus propios chats «inteligentes».

«Se suele decir con ligereza que la tecnología es una herramienta más, que no es ni buena ni mala y que depende de cómo se usa. Nosotros, y hablo de mi grupo de investigación (ver recuadro), queremos poner en jaque esa valoración de la tecnología como algo neutral. La tecnología no gira en el vacío, está inmersa en una cultura y en una sociedad. Tanto en el diseño como en el uso que se hace de ella, se replican los valores que se van permeando dentro de la sociedad. Cuando uno puede estudiar la Inteligencia Artificial en profundidad aparecen aspectos problemáticos, existe mucha tensión y un enorme impacto sobre nuestras subjetividades», acotó Pedace.

En estos días se realizó en Montevideo el Encuentro Latinoamericano de Inteligencia Artificial 2023 donde más de cien especialistas de distintas disciplinas realizaron un llamamiento para “una inteligencia artificial latinoamericana al servicio de las personas”. Es la primera vez que la comunidad científica de la región abordó el tema desde una perspectiva de los derechos humanos.

Fernando Schapachnik, director ejecutivo de Fundación Sadosky y uno de los referentes de la jornada, advirtió: “son tecnologías muy poderosas como para que sean liberadas al uso público, sin antes pasar por un escrutinio riguroso y sin un marco legal claro que establezca limitaciones y responsabilidades”.

Random, el último disco de Charly.