La lluvia no daba tregua. Tampoco la daban los femicidios que entre el 1° de junio de 2015 y el 31 de mayo de ese año, 2016 ya se habían cometido 275 crímenes por razones de género en Argentina, de acuerdo a cifras del Observatorio de Femicidios. El que originó el primer paro internacional de mujeres, que hoy cumple cinco años fue el brutal asesinato de Lucía Pérez, una adolescente de 16 años. .

Así como había ocurrido en 2015, militantes, periodistas y referentes del movimiento feminista se convocaron rápidamente el día que se conoció el femicidio de Lucía y pronto se llamó a un paro para un inolvidable miércoles 19 de octubre de 2016. Fue un grito contra los femicidios, contra la violencia y contra las políticas neoliberales que empezaban a verse en el país de la mano del gobierno de Mauricio Macri que tuvo como principales protagonistas a las trabajadoras. Por primera vez, las mujeres hacíamos paro.

Foto: Edgardo Gómez

“El paro fue un punto de inflexión. Primero fue unificar el repudio al femicidio junto a una herramienta de lucha tradicional del movimiento obrero como lo es la huelga. El paro permitió conectar las violencias machistas, extremas en el caso del femicidio, con las violencias laborales”, analiza en Tiempo Argentino, Verónica Gago, docente, investigadora y activista de Ni Una Menos. “Creo que generó un movimiento muy interesante primero porque además de unificar esta cuestión de las violencias y proponerlo como debate público, lo hizo con una posición de lucha como lo fue la huelga. Fue un acto de contra la política de ajuste neoliberal”, afirma.

En las redes los hashtags y en las calles la ropa negra. Eso identificaba a aquellas mujeres que bajo la lluvia se sumaron a aquella inolvidable jornada que se replicó en veinte países de América y de Europa. Después de la masiva movilización por Ni Una Menos, este paro reafirmaba que no había vuelta atrás, que se había acabado esa paciencia impuesta durante siglos por el patriarcado y que nos violentaba día a día en todos los ámbitos de nuestra vida hasta que llegaba a quitarnos la vida.

El movimiento de mujeres, aquellas que desde hacía años se reunían en los encuentros para debatir y proponer una agenda de lucha de octubre a octubre, estaba preparado para contener la salida a las calles. La organización y las consignas mostraban que, además, eran las únicas preparadas para enfrentar el neoliberalismo que se respiraba en la Argentina. “Hubo una dinámica de ocupación de las calles que le dio una impronta antiliberal al movimiento feminista. Se dio una convergencia de militancia sindicalista y feminista donde confluyeron no sólo mujeres, si no también mujeres lesbianas, travestis, trans, mujeres migrantes”, agrega Gago.

En muchos gremios, fueron esas las primeras experiencias de organización colectiva feminista. “Ese primer paro de mujeres que hicimos en 2016 fue además el primer paro que se le hizo al gobierno de Macri. Fue importante para todas las trabajadoras en general pero en particular para las trabajadoras de prensa”, recuerda Micaela Polak, integrante de la secretaría de Género de Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa).

El paro fue un reguero de pólvora para la organización de las trabajadoras. “En las distintas empresas donde no había habido un trabajo de género anterior, empezaron a surgir colectivas o asambleas o comisiones de género que llevaron la discusión de nosotras como trabajadoras. Desde los derechos y conquistas laborales a lo que a lo más particular: licencias especiales, la lucha por guarderías, lactarios, que la empresa garantice esas condiciones. Ese debate se dio a partir de la necesidad de discutir el paro y continuó mucho más allá de él”, completa Polak.

El mismo día del paro, el proyecto de reforma de la Ley Orgánica del Ministerio Público Fiscal recibió su aprobación en el Congreso. Con esa aprobación se eliminó la Unidad de Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres, de este modo, el gobierno de Mauricio Macri demostró que no iba a escuchar los reclamos de las mujeres. “Es increíble, en el día del paro de las mujeres, resulta que el proyecto con el que pretenden reformar el Ministerio Público elimina la unidad especializada en femicidios (UFEM). De no creer”, expresó en ese momento en sus redes la actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Nosotras en las calles, ¿ustedes?

El paro, su explicación y su desarrollo mostró donde es que comienzan a tejerse las violencias contra las mujeres, y cómo termina en un odio de tal dimensión. “El femicidio de Lucía Pérez conectó varias causas que forman parte integral de las violencias porque es en el cuerpo de las mujeres donde impactan los ajustes, la precarización y la pobreza. A eso se debe la potencia con la que salimos a las calles y nos movilizamos”, enfatiza Gago.

Foto: Edgardo Gómez

“La CGT toma el té, nosotras tomamos las calles”, recuerda la docente e investigadora que fue una de las consignas que se escuchaba en aquel octubre. “Con esa frase denunciamos cierta pasividad de las cúpulas sindicales. Fue importante trabajar con las mujeres de los sindicatos, de hecho, terminaron convocando al paro y se inicia allí un proceso interesante como esto de que trabajadoras somos todas. Por un lado, les tomamos de sorpresa con la medida, y la velocidad con la que organizamos. Sorprendió la idea de convocar un paro desde el feminismo que después terminó en 22 países. Pero también abre un proceso en esa incomprensión, en esa pregunta de ¿qué tiene que ver el paro con los femicidios? Se empieza a trabajar desde entonces de una manera muy interesante para hacerle frente al ajuste que se venía impulsando desde el gobierno”.

La organización es de las trabajadoras

La asamblea que había sido convocada por NUM tuvo como sede a la CTEP (organización que estaba conformada en su mayoría por mujeres) el 13 de octubre. De ella participaron sobre todo, trabajadoras que formaban parte del Movimiento Evita, Pan y Rosas, trabajadoras liberadas del penal de Ezeiza, Mala Junta, Frente Darío Santillán, SiPreBa, Mumalá, Ammar, CTA Autónoma, ATE, entre otras. Luego de muchas horas de discusión, se decidió el paro y así, en cada ámbito de trabajo comenzó una nueva historia gestada en la lucha.

“Los debates que se abrieron en el ámbito de la comunicadoras con el paro fueron los derechos laborales propios. pero además surgieron necesidades en la comunicación, no sólo para lo que era nuestra situación dentro de las empresas, sino para lo que salía de ahí. El tema de las editoras de género empezó a discutirse en ese momento en que profundizamos el debate de cómo comunicamos”, dice Polak des de SiPreBa. “Ya cuando se trataba de femicidios habíamos planteado la necesidad de comunicar de una manera distinta, la organización de fue la que logró que finalmente existiera la figura de editora de género, que ahora estamos tratando de pulir. Venimos exigiendo que sea un equipo y no una sola persona sobre la que recaiga todo el trabajo, que termine explotada todos los días de la semana a toda hora, porque es la única responsable de la línea editorial de cada uno de los medios. A pesar de eso, de lo que falta, hoy hasta los canales y los diarios hegemónicos tienen editoras de género, y eso tuvo como punto de partida la discusión de roles, de cuáles son nuestros roles como mujeres dentro de los medios de comunicación, ¿o cuál es el mensaje que damos cuando las mujeres solamente nos ocupamos de temas nimios o debemos estar bonitas y ser jóvenes y brillantes en cámara”, destaca Polak.

Para la dirigenta, una de las conquistas que emergió del paro fue la implementación de protocolos para situaciones de violencia de género en las empresas que también, se aplica dentro del sindicato y es una conquista que también salió del paro. En el caso de SiPreBa, a pesar de no haber estado conformado formalmente para la marcha del 3 de junio de 2015 (se formalizó cuatro días después), fue clave la participación en esa marcha porque el debate sobre la violencia de género ya estaba incorporado y tenía un poco más de un año cuando se organizó el primer paro de SiPreBa.

“En ese momento tratamos de identificar las particularidades de cada empresa, sabíamos que iba a ser difícil parar. Las actividades masivas del movimiento feministas eran muy nuevas y rechazadas por empresas patriarcales y pudimos torcer eso en algunos casos, y en otros, fue difícil, pero buscamos tener alguna actividad que tuviera que ver con el paro”, destaca Polak. “En casi todos los casos sí se hicieron reuniones o asambleas ese día, por lo que hubo presencia de la discusión en cada lugar. Previo al paro, sí sucedió que comenzamos a reunirnos bastante en la secretaría de Género del sindicato vimos la urgencia de tener esa área”.

¿Y después qué?

El movimiento de mujeres no dejó de crecer nunca más. Los debates se pusieron sobre la mesa y los gobiernos muy lentamente fueron tomándolos. La organización del movimiento de mujeres ajusta la agenda constantemente, debate, analiza, cuestiona. Lo que hace cinco años parecía extraño hoy no lo es, y en las empresas y lugares de trabajo son muchas las trabajadoras que se animan a denunciar y reclamar por sus derechos en forma colectiva.

Creo que ese paro fue una radicalización que se apoyó en una fuerza de las convocatorias, pero se radicalizó porque se puso en primer lugar la cuestión del trabajo, quiénes podemos considerarnos trabajadoras. Puso en primer lugar la cuestión de la violencia económica y la violencia laboral y eso amplía las interlocuciones y alianzas políticas del movimiento feminista”, explica Verónica Gago.

El año pasado, marcado por la pandemia, dejó al descubierto principalmente la situación económica de las mujeres trabajadoras y sus condiciones de trabajo. Esos temas hoy fueron tomados por la agenda feminista. “Es importante haber visibilizado públicamente la condición de trabajadoras esenciales durante la pandemia. Hoy desde el Estado hay debates con respecto a los cuidados, también sobre el teletrabajo que generó una extrema precariedad o el de las jubilaciones para las mujeres que es interesante y a su vez es un momento en que se están rearmando los encuentros. Este fin de semana se realizó el encuentro de trabajadoras en Beriso con la consigna ‘La CGT es con nosotras’, donde hay una disputa que tiene que ver con la agenda programática que viene haciendo posible la militancia vital feminista, y tiene que ver con disputas en ese sector clave de la organización política que es sindicalismo. A eso le agregaría la cuestión del endeudamiento”, expresa Gago. “En este momento nos falta un encuentro presencial, recuperar esos espacios para elaborar una agenda programática para debatir nuestros lugares. Con los índices de pobreza de nuestro país, falta discutir la riqueza y también la cuestión del endeudamiento”, finaliza.

Desde Ni Una Menos, recordaron esta fecha en sus redes sociales.