Bastó el silencio incómodo y estruendoso de María Belén Ludueña para que todo explote. Unos días antes la conductora se había despedido entre lágrimas del programa Buen Día América, conducido por Antonio Laje. Fue ahí cuando en las redes sociales comenzaron a deslizar que la despedida de la periodista tenía que ver con maltratos del conductor. Días después, aparecieron uno a uno los relatos de otras diez mujeres que se animaron a denunciar.

El resultado: un descargo de tintes dramáticos de parte del conductor, quien, a pesar de victimizarse -con llanto incluido-, depositó en sus víctimas la responsabilidad de sentirse mal ante sus “exigencias”.

Durante muchos años, en las redacciones de los diarios, los estudios de televisión y radios fueron lugares de maltratos desaforados, sin control y sin castigo. Todo en nombre de la buena calidad y la exigencia. La violencia de Laje, el miedo de sus colegas a denunciar y el silencio de la empresa es un esquema que se repite en los medios de comunicación y que hoy dejó de ser común pero no desaparecieron.

Desde el “¡Geuna no seas tarada!”, de Jorge Lanata dirigido a su colega Luciana Geuna durante su programa radial en 2013 pasando por los repetidos desplantes de Chiche Gelblung a sus productoras, productoras y cronistas pasó mucho tiempo. En primer lugar, una lucha colectiva feminista y de diversidades, y la organización colectiva y sindicales en los lugares de trabajo.

“Las denuncias contra Antonio Laje marcan el fin de muchos años de silencio frente a un tipo que desde hace décadas está en los medios maltratando compañeras y compañeros y que antes no se había dicho nada”, afirma Micaela Polak, secretaria de Géneros del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba). “Tenía, para mucha gente, un perfil intachable. Estas denuncias también te llevan a pensar por qué durante décadas una persona puede salir impune del maltrato hacia sus colegas”, analiza.

Las herramientas

En el caso de los medios de comunicación, el Sipreba confeccionó como una herramienta sindical, un protocolo para prevenir y erradicar la violencia laboral. “Donde los sindicatos están presentes a través de una comisión interna, nos ponemos a disposición no sólo con la implementación de nuestro protocolo, sino también en la representación legal y la asesoría psicológica. Tenemos convenio con la Defensoría de Buenos Aires que tiene equipos especializados en el tema y que se involucran en estos casos”, afirma Polak.

Desde la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), en un comunicado piden el cumplimiento de las leyes respecto de violencia laboral y de género, reclamaron equidad de género en los medios y exigen que todos los medios cuenten con un protocolo de actuación para estos casos. “Sabemos que Lajes hay en todos lados, les decimos a los compañeros y compañeras que estamos para sostenerlos, acompañarlos y exigir que no haya más injusticias”, dice el comunicado que se difundió el viernes horas antes de la asamblea de los trabajadores de América TV.

El colectivo de comunicadoras Periodistas Argentinas pidió la reglamentación de la Ley de Equidad en Medios.

Las denuncias y el miedo

Antonio Laje aparece en su programa de Buen Día América con cara compungida. Dice que está destrozada, que quieren destruir su familia, que las denuncias son operaciones contra él, que él es exigente pero no maltratador. Lo cierto, es que tanto las denuncias como el descargo del periodista desataron un miedo tremendo entre las y los trabajadores del canal. Sobre todo, en las mujeres.

Eugenia Morea (actualmente trabajadora de Crónica TV) fue una de las mujeres que se animó a denunciar a Laje. “Vi algunos posteos y me indignó saber que siete años después siga pasando lo mismo que me pasó a mí”, dijo a Tiempo.

Morea trabajó tres años en América. El último año allí fue parte de la producción de BDA donde compartió trabajo con Laje. “Soporté un año sus maltratos, todos los días”, comenta.

Los maltratos comenzaron apenas entró al programa siendo ya gerente del canal. “Inútil”, “No servís”, “Para qué te pusieron a vos” son algunas de las frases habituales de Laje hacia Eugenia. Pero además, cuenta Morea, también había acoso sexual: todos los días recibía mensajes del conductor hablándole de cómo había ido vestida.

Después de ese año de trabajo, Eugenia tuvo que hacer tres años de terapia para superar lo que había sufrido. “Cuando le dije que no tantas veces, me terminó echando. Me arruinó la carrera que yo estaba haciendo carrera en América. El maltrato no era sólo de él, también lo era por parte de su productora ejecutiva”, dijo.

“Las personas que trabajamos en los medios a veces podemos visibilizar, pero cuando denuncié recibí mensajes de chicas de muchos y diferentes trabajos contándome la violencia que sufren”, cuenta Eugenia. “En el canal hay muchas chicas que no quieren denunciar, tienen miedo y no se animan porque es su trabajo”.

Acerca del descargo que hizo Laje ante las cámaras de América, Morea dijo. “Sentí impotencia. Es horrible porque ver a una persona que te maltrató tanto llorando y victimizándose por su familia. También lloré mientras lo veía a él porque siento que los medios lo siguen cuidando. No queremos arruinar su familia, queremos sanar todo lo que él nos hizo a nosotras. Él no es víctima de nadie, él es victimario”.

“¿Vos a quién te estás cogiendo?”

Otro de los casos que se conocieron es el de la periodista Sandra Igelka. “Lo de ‘soy exigente’ fue otro modo de maltratarnos, porque nos trata como incapaces”, dice la Igelka acerca del descargo de Laje. “Con todo esto, hay un montón de cosas que van surgiendo porque una trata de olvidar en defensa propia. Cuando te maltratan en el trabajo hay algo que te va minando, es un lugar donde tenés que ir todos los días a un lugar donde te van a maltratar”.

Sandra Igelka, quien ahora trabaja en Canal 9 y AM 750, tenía ya una larga trayectoria como periodista y co conducía el noticiero en el momento en que lo nombraron a Antonio Laje como gerente de noticias. “Llevaba ya más de diez años en el canal”, cuenta Sandra. “Allí hice muy poco de producción, muchos años de cronista, incluso de móviles pero cuando lo nombraron yo ya era co conductora. Ya había hecho programas con un montón de gente muy diferente: Gato Sylvestre, Guillermo Favale, Martín Ciccioli, Gisela Marziota, todos del canal, y hacía mi columna política», detalla. “Cuando llega él, me saca de todo y empieza una metodología muy común en muchas empresas maltratadora, que es dejarte sin funciones”.

La periodista se ocupó, en ese momento, de proponer diferentes producciones que sistemáticamente eran rechazadas por Antonio Laje. “Una vez, gente del canal, de la empresa me eligió para que hiciera una cobertura en Cuba y él tenía que darme la noticia. Me llamó a su oficina y me dijo, ‘¿vos te estás cogiendo a alguien a algún directivo del canal, algún ministro?’ Esa vez me levanté y me fui pero a partir de ahí, opté por no hablar más con él, porque le tenía miedo.”

Después de una de esas reuniones, Sandra habló con una directora del canal y le respondió que aguantara, que los gerentes pasan y ellas quedan.

Al igual que a otros trabajadores del canal Sandra estuvo sin funciones durante mucho tiempo. “Estábamos en una oficina, no tenía computadora, no tenía escritorio, no teníamos nada”, cuenta. “No me gusta pensarme como víctima, pero me hace muy mal recordarlo. Después de todo esto, tuve un problema de salud muy grave en su momento, y que se dio después de dos años de soportar maltratos hasta que me echaron en 2019. Tuve también que hacer unos años de terapia porque te hace mucho mal esta situación”.

En esta semana, Sandra recibió varias llamadas y mensajes de sus excompañeras y compañeros que aún trabajan en el canal. Algunas llorando y agradeciéndole a haber hablado. “Cuando vi los tuits, no sabía si decir algo o no, porque te da miedo. Pero también sentí que era el momento, porque la primera chica que se quiebra no habla. Hace silencio y es más fuerte”.

Otra trabajadora del canal, que no quiere dar su nombre por temor sufrió durante los años de gerencia de Laje una secuencia similar de maltrato con insultos y cambio de funciones en su trabajo que no estaban consensuadas con ella. “Sos horrible, para qué querés hacer esto?”, le decía. También destaca que el tema Laje excede esta gerencia y que la nueva gerencia de algún modo avala estos maltratos.

Los trabajadores

La comisión interna desde hace años veía con preocupación esta violencia de Laje desatada sobre las y los trabajadores. En 2017 se sumó al proceso de confección del protocolo que hoy tiene Sipreba.

“Yo me postulo dentro del Sipreba luego de todas las secuencias de maltratos hace unos años. En ese momento empapelamos la redacción con frases de ‘No al Maltrato’ y con números de teléfono de donde llamar en esos casos”, cuenta María Luisa Barbosa, integrante de la comisión interna del canal. “La organización en estas situaciones es fundamental”, dice por su parte, Polak. “En soledad siempre gana el miedo, la sumisión, es más fácil que nos amenacen. La organización nos garantiza hablar, levantar la voz en una situación en la que somos violentadas.”

El viernes luego de pasar una semana de angustia y miedo, los trabajadores realizaron una asamblea en modalidad mixta (presencial y virtual) para solidarizarse con las denuncias públicas que se conocieron. También, como ya lo habían hecho en 2017, empapelaron la redacción con la frase “No es exigencia. Es maltrato”.  

En la tarde del sábado, circuló la información de que Liliana Parodi, directora de contenidos de América TV oficializó su renuncia. Se espera que también la salida de Laje. Al cierre de la nota, la información no había sido todavía confirmada aún por el canal.

«Sufría un bullyng constante por parte de Laje»

Diego García Sanz es hasta ahora el único hombre que se sumó a las denuncias por maltrato contra Antonio Laje. “Si hablé es porque me dio bronca que él use su misoginia y diga que son sólo mujeres las que lo denuncian”, dice el periodista a Tiempo Argentino.

García Sanz trabajó 22 años en América. En 2014, lo convocaron para ser parte del panel de Buen Día América (BDA). Estuvo ahí cuatro meses, olvidables para su carrera por el nivel de maltrato que sufrió.

“Había un bullyng constante por parte de Laje. A veces, estando a dos metros escuchaba que decía ‘¿por qué tenés esta mierda? Si Diego no entiende nada’”, cuenta. “A veces golpeaba la mesa, como enojado mientras yo estaba al aire. Otras, pedía que me saquen del aire, y me sacaban”.

Cuando se fue de BDA, Diego fue excluido de otros programas hasta que quedó sin tareas. En 2019 lo desvincularon de ese medio y ahora es periodista de IP y Canal Nueve.

Respecto al descargo de Laje, dijo. “Me pareció guionado. Lo llevó al lugar de la exigencia, pero la exigencia no es tener que agachar la cabeza y escuchar que te digan ‘no valés nada’”.

“A mí me alertó el relato de la nutricionista Florencia Vitelli. Me fui de América y a los tres meses ya había hecho borrón y cuenta nueva. Pero cuando se empezó a hablar del tema, me dije que tenía que contarlo. Fueron muchas las sesiones de terapia que tuve que afrontar después, porque esto me dejó diezmado. Estos maltratos no son gratis. A mí me puso en un lugar espantoso, tanto que tuve que hacer tratamiento”, relató.

Diego García Sanz trabajó junto a Laje en el programa Buen Día América.

Las mujeres sufren más la violencia laboral

El Ministerio de Trabajo difundió el informe Violencia y acoso en el mundo del trabajo Aportes desde la negociación colectiva y la OAVL donde se consigna que entre enero a julio de2021, la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral (OAVL) hubo 865 consultas para asesoramiento. De ese total, el 65% fueron de mujeres y el 32% realizadas por varones. De acuerdo al informe, “brinda indicios acerca de quiénes son más vulnerables al acoso y violencia en el ámbito laboral”

La Organización Internacional de Trabajo (OIT)presentó la Guía Sindical “Cómo prevenir y abordar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo”, elaborada por las investigadoras Daniela Angelone, Julia Campos, Mariana Campos y Jimena Frankel, y editada por Juliana Ortiz.

Se trata de una herramienta para resolver situaciones violencia laboral en trabajos formales y no formales que se enmarca en el Convenio 190 de la OIT.