Al  igual que el conjunto de la sociedad argentina, las trabajadoras de prensa nos vimos conmocionadas por el caso de la violación grupal en Palermo, en gran medida, porque es una expresión extrema de la violencia machista y el grado de impunidad que seguimos sufriendo las mujeres y diversidades.

Pero esto, indudablemente, se agrava cuando desde los medios de comunicación se aborda el tratamiento de estas situaciones reproduciendo prejuicios e ideas reaccionarias que en nada se condicen con el proceso más general abierto por el Ni una Menos y la irrupción de la ola feminista.

Las trabajadoras de prensa debemos tener un papel activo a través de nuestra organización colectiva para poner un freno a la violencia en los medios, tanto puertas adentro -como ocurrió con el caso de Laje- como en los discursos que se promueven hacia la opinión pública.

Exigimos la implementación inmediata de la Ley de Equidad en los medios y de la Ley Micaela para una capacitación y formación con perspectiva de género en les comunicadores.

También nos parece urgente avanzar en la implementación del Convenio 190 de la OIT contra las situaciones de violencia y acoso en los lugares de trabajo.


Asamblea y movilización

Este 8 de marzo, las trabajadoras de prensa nos encontraremos nuevamente, luego de dos años de pandemia. Primero en la cuarta asamblea nacional impulsada por FATPREN y sus sindicatos de base de todo el país y, luego, con el SIPREBA volveremos a las calles.

Es una oportunidad de volver a debatir, intercambiar y profundizar en el pliego de reivindicaciones que venimos construyendo en forma colectiva durante los últimos años, resultado de numerosas batallas y aprendizajes.

Esa agenda unifica distintas luchas y reclamos. Incluye la pelea por la igualdad salarial y de derechos frente a una discriminación estructural que aún persiste. En nuestro país, la brecha salarial de género es del 30% y asciende hasta casi el 40% en el plano informal.

Esto también abarca el pedido de ampliación de licencias por nacimiento para los varones, para que las tareas de cuidado no caigan enteramente en las compañeras.

Necesitamos involucrarnos, ser protagonistas y que sigamos ganando espacios en la vía pública y en la vida institucional. Este 8M, nos encontramos y salimos a las calles porque el sindicalismo es con nosotras.  «