Las calles de Buenos Aires serán nuevamente este miércoles el escenario de lucha para la personas travestis y trans que desde hace ocho años marchan contra la violencia. “Basta de travesticidios, transfemicidios y transhomicidios” es la consigna de la Octava Marcha Plurinacional y Antirracista que está convocada para el miércoles 28 de junio a las 17 en Plaza de Mayo.

La primera se realizó cuando habían pasado ocho meses del asesinato de Diana Sacayán, una luchadora por los derechos travestis y trans y referente de la construcción colectiva. A partir de ese año, el 28 de junio, el día del Orgullo LGBT que conmemora la revuelta de Stonewall la comunidad travesti y trans argentina sale a las calles para pedir que se termine la violencia.

“En estos ocho años hemos conseguido una ley de cupo, hablamos de travestidicios y hablamos de violencia estructural, de travesticidios sociales y de desaparición de personas trans masculinas. Esas diferencias tienen que ver con aquella primera marcha y con lo que ocurrió con el asesinato de Diana y el travesticidio social de Lohana Berkins”, dice Say Sacayan, hermane de Diana y referente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL).

“Con el crimen de Diana hay algo que se rompe en el colectivo LGBTIQ+. Cuando ocurren estas dos muertes necesariamente iba a ver alguna respuesta, y esa respuesta por suerte fue que las personas trans y travestis se hayan empoderado”, analiza.

El 24 de mayo se realizó la primera marcha por la Ley de Reparación Histórica.
Foto: Soledad Quiroga

“Diana era una referente de los derechos humanos y construyó la lucha por los derechos de la población travesti y trans. Cuando la asesinan se pretende dar un mensaje a la población, a la que militaba por esos derechos y a la que no. Se pretendió dar miedo. Sin embargo, pasó esto, hubo una población trans y travesti que se organizó más, que se empoderó, que salió a las calles. Hoy las marchas crecieron y vendrán de un montón de provincias. O llaman desde otra parte para que les contemos cómo organizarse en sus lugares. Esto no pasaba antes porque era una población que estaba completamente sesgada y completamente fuera de la sociedad”, destaca.

Say tenía como gran compañera a su hermana Diana. Con su asesinato tuvo que armarse de valentía y salir a pelear para que el crimen de su hermana se reconozca como travesticidio. “En ese momento yo tuve que relegar mi sentimiento familiar y entender que teníamos un compromiso con nuestra comunidad y con nuestra población. Lo que nos quedaba era organizarnos y eso fue lo que hicimos. En ese momento no tenía absolutamente nada de claridad, hoy puedo verlo desde otro lado, nosotros militamos toda la vida”, destaca.

Recuerda que el fiscal que comenzó a investigar el crimen de Diana le hizo dos preguntas. “¿Con cuántos hombres salía Diana?”, “¿Cuánta droga consumía?”. Say no respondió. “Desde ese primer momento yo sentí que había que asumir otro rol y que había que empezar a construir. Porque eso también es violencia, lo que pasa con Tehuel, por ejemplo, que hoy es una consigna de la marcha ¿cómo puede ser que el juicio sea en el 2027?”, se pregunta.

Justicia y vida digna

La marcha también reclama por más acceso a la vivienda, a la justicia, a la tierra, al trabajo, a la salud integral y a la educación. También por una ley de reparación histórica.

“Necesariamente tiene que pasar. Esto es un poco lo que Diana y Lohana hablaban. Todavía hay una agenda de la que hablaban las compañeras y nosotras tenemos que llevar adelante, una agenda pensada en una población que se encontraba en estado de vulnerabilidad. Lo más importante era el derecho a la identidad y a partir de ahí, cuando se nos empieza a reconocer como ciudadanos o ciudadanas ahí se empezaron a pedir más derechos que tienen que ver con la vida de las personas», comenta Sacayán.

“Lamentablemente en el medio nos pasa el travesticidio de Diana. Ella hablaba de las muertes, de las violencias y de cómo no se investigaban las muertes de las personas travestis. Y bueno, le tocó a la propia Diana. Ahí nos interpela la muerte por ese mismo hecho, y a pesar de que nos interpeló la violencia seguimos adelante para lograr una agenda de derechos”, explica Say Sacayán.

Este empoderamiento de la población travesti y trans del que habla Say, tiene un impacto también en la sociedad.

“Cuando se empieza a visibilizar la violencia hay respuestas para esto que quizás antes parecía que no estaba. Por un lado, una sociedad que se encamina, que entiende que esto tiene que ver con necesidad y derechos de una población con una expectativa de vida de 35 años, hay todavía una generación que vive esto de otra manera. Pero también está la otra parte, gente que no tenía un posicionamiento, pero ahora opina con odio, con ataques explícitos a nuestras identidades a partir de estos virajes que incluso vienen de países donde no hay derechos para las personas travestis y trans”, dice Say.

Para esta marcha tiene tres puntos principales: el pedido de justicia por Sofi Fernández, una mujer trans que murió en una comisaría de Pilar, justicia por Cynthia Moreira, el inicio de juicio por la desaparición de Tehuel, y la ley de reparación histórica. “Es fundamental reconocer que hay sobrevivientes. Nosotros hablamos de muerte, de violencia, de lo que implica esa estructura de violencia. Pero también hay gente que sobrevivió y pudo transitar más allá de ese promedio de vida de 40 años. A esas personas hay que reconocerlas también, porque han quedado abandonadas, han sobrevivido a esa violencia y hoy no pueden acceder al cupo, por ejemplo. Es importante tener ese reconocimiento”, agrega.