No fue un 8 de marzo más para las mujeres en Bolivia. A la lucha cotidiana que dan por sobrevivir a las violencias de una cultura machista, se sumó la inminente necesidad de denunciar un Golpe de Estado de raíz patriarcal, racista y fundamentalista que, no casualmente es silenciado por los feminismos blancos. Sobre este escenario, una delegación de feministas plurinacionales se encuentra en Bolivia para poner voz y cuerpo a un golpe que pretender ser silenciado. Para eso tanto el domingo como el lunes realizarán distintas actividades y marchas en el territorio plurinacional junto a los feminismos comunitarios y populares de Bolivia.

Para Adriana Guzmán, del Feminismo Comunitario en Bolivia, «este es un 8M distinto para nosotras, porque estamos hablando del sistema patriarcal que tiene declarado un genocidio sistemático hacia las mujeres y de las otras formas en las que violenta también el sistema que son las masacres y Golpes de Estado». Para Guzmán, hay que resistir juntas: «la mejor manera de encarar este 8 de marzo es de forma combativa junto a hermanas de otros territorios».

Es que el inicio de la década feminista comenzó en enero con la realización del segundo Encuentro Plurinacional de las que Luchan en Santiago, Chile. Allí, de la mano de consignas como «Que muera Piñera y no mi compañera», «Una mujer, una barricada» o «Con todo sino pa´qué», las mujeres y disidencias organizadas se plantaron para otorgar al proceso destituyente en ese país un marco de referencia y acompañamiento para resistir la violencia y desigualdad de este Estado neoliberal.

Claudia Korol es integrante de Feministas del Abya Yala y afirmó que «estamos acá ya cuando escuchamos las primeras noticias previas al Golpe, cuando se atacó a las mujeres de pollera, cuando se desató la violencia brutal contra el pueblo indígena y campesino. Para Korol, «es muy importante estar acá como parte del Paro Internacional de Mujeres rompiendo fronteras. Venimos también a decir que es un Golpe de Estado porque hubo muchas voces que trataron de hacer responsable del mismo no a quienes lo realizaron sino a quienes fueron víctimas». 

«La resistencia del pueblo boliviano en general y de sus mujeres de pollera en particular, representa hoy la imagen más clara de respuesta organizada al racismo, los fundamentalismos y el patriarcado tras la imposición de un Golpe de Estado”, manifiesta en su comunicado la Delegación de Feministas Plurinacionales que, en ocasión al Día de la Mujer Trabajadora, llegaron a Bolivia para hacer del abrazo un hecho político de denuncia y solidaridad, en conjunto con feministas comunitarias y populares que se posicionan contra el Golpe de Estado. Una iniciativa que no desconoce que sólo organizadas podrán dar un grito que rompa con el cerco mediático que censura las vulneraciones a los Derechos Humanos que se cometieron desde noviembre.

Estefany Murillo es warmi indianista, una corriente que activa el feminismo desde el indianismo. Caracteriza esta unidad contra el fascismo que «en nuestro continente se ha vivido con la llegada de los españoles y ha quedado en muchas de nuestras oligarquías y clases medias altas la concepción de que hay un conjunto de la población que no son seres humanos, que siguen siendo sus cuerpos objetos de ganancia». Para Murillo «hoy esa historia se repite ya que han asesinado a nuestras hermanas y esto ha sido invisibilizado por los feminismos coloniales que han apoyado el golpe». Y agrega, haciéndose cargo de los debates dentro de los feminismos en Bolivia: «los feminismos blancos no quieren entender la organización histórica y el papel que tienen las mujeres dentro de las organizaciones sociales y rurales de nuestros pueblos».

«Para nosotras desde Bolivia era importante romper las fronteras y sentir el acuerpamiento porque el Golpe lo sentimos en el cuerpo, especialmente de las que somos Quechuas y Aymaras y de todos los pueblos indígenas que hemos elegido construir un país distinto con todas las críticas que se le puedan hacer», retomó Guzmán. «Sentir el Golpe ha sido también sentir un golpe dentro del feminismo, que no hayan sido capaces de posicionarse ha sido indignante, que las muertes de nuestros hermanos, ni la masacre, ni la vulneración de derechos, detenciones ilegales sirvan como prueba de un Golpe de Estado, que no sean suficientes para el feminismo, nos da la certeza de que hay un feminismo racista y colonialista y que no es en ese feminismo que queremos caminar».

Para Margarita Cruz, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, «como sobrevivientes de los Centros Clandestinos de Detención, las memorias se llevan en el cuerpo». Integrante de la delegación, afirmó que «el plan sistemático que este gobierno está llevando a cabo vulnera todos los derechos y comete crímenes de lesa humanidad a todo el pueblo y en especial a las mujeres de pollera». Para ella, viajar en solidaridad es «tener una participación concreta y de hechos», y agregó: «Estamos todas las mujeres de distintos movimientos y lugares juntas acompañando a las mujeres bolivianas porque la hermandad es Latinoamérica».

Contra la militarización de los territorios, los feminismos se encuentran. Debaten cómo organizarse ante el machismo cotidiano que nos asesina y viola cada día. Pero también se unen para resistir y enfrentar la reacción fascista en la región. Este no fue un 8 de marzo más en Bolivia. La democracia debe volver.