El último show del Indio Solari sigue dejando tela para cortar. Al coro de opinadores pseudo-especializados que se amontonaron en los medios de comunicación audiovisuales y las redes sociales ahora se sumó Héctor Aguer. El arzobispo de La Plata acuñó una columna de opinión para el diario El Día en la que se lanza en un exhaustivo y curioso análisis.

Aguer depositó su santa lupa sobre el fenómeno de Patricio Rey y vislumbró “canciones inconexas y carentes de poesía”, “estímulos alcohólicos y narcóticos”, puso en duda si no se trata de una “misa negra”, se escandalizó con la “baja consideración” de la mujer y se preguntó: “¿Fue acaso aquello un éxtasis místico colectivo?”

«El ‘caso Olavarría’, u ‘Olavarría’ simplemente, siempre se llamará así, como Cromañón o Time Warp de Puerto Madero. En mi opinión, aquel hecho que reunió, según dicen, a casi medio millón de personas (¿por qué será que entre nosotros todas las cifras resultan discutibles?) revela el estado cultural de la sociedad argentina», adujo el arzobispo a modo de apertura del texto.

Sobre la convocatoria de Solari, especificó: «Tuvo un carácter cuasi religioso; claro, iban a asistir a una ‘misa ricotera’. En Olavarría la dimensión pseudorreligiosa estuvo asegurada sobre todo por el perfil mesiánico del protagonista, que por razones diversas y personales administra cuidadosamente sus presentaciones, despertando así una gran expectativa en muchísima gente, la cual podría reconocerse como sus seguidores o discípulos».

Aguer también señaló que «la danza ha desaparecido». Según su análisis, «la reemplaza el salto continuo, la agitación frenética, privada de gracia, un gesto colectivo, masificado e impersonal».

A su pesar pero no sin dedicación, el arzobispo analizó muchas de las letras del ex cantante de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: «Me tomé el penoso trabajo de examinar el texto de los temas programados para el recital de Olavarría. Me habían advertido que eran letras pornográficas. Quizá no lo sean exactamente, salvo algunas expresiones de alusión erótica, desagradables, como por ejemplo ‘el reo semental se va a licuar esta prisión; gatas lindas, sirenas llenas; camisa apretada, pezón radioactivo; antiguas lobas pulpas que reviven el amor letal de esta prisión’ (en Barbazul vs. el amor letal)».

El religioso tampoco se sintió a gusto con las letras que hacen referencia a relaciones de pareja. «Las alusiones al amor causan tristeza, lo mismo que la baja consideración que se hace de la mujer en esas letras. Si las cuatrocientas mil personas entendieron eso y lo aprobaron, estamos fritos», adujo el representante de una de las instituciones que profesa a la mujer un trato más desigual y estigmatizante.

Pero Aguer fue más allá y se preguntó sobre la naturaleza del show de Solari. «¿Fue acaso aquello un éxtasis místico colectivo? No se piense que estoy exagerando; el fenómeno es excepcional, aun considerando las analogías con los otros episodios delictuales mencionados al comienzo de esta nota, y más generalmente con la ‘cultura de boliche’ que arrebata a buena parte de nuestra juventud», puntualizó.

Luego agregó: «No puedo decir que se trató de una misa negra, porque esta expresión corresponde técnicamente para designar el remedo sacrílego y diabólico de la misa verdadera, del Santo Sacrificio de la Misa. Pero blanca no fue».

La columna de Aguer para el diario El Día de La Plata fue publicada casi dos semanas después del show de Solari en Olavarría en el que perdieron la vida Javier Fernando León y Juan Francisco Bulacio. La Justicia se encuentra investigando las causas de las muertes y posibles fallas de seguridad en la producción del show.

Mucho más acá, el pasado martes, la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmara la condena a 15 años de prisión al padre Juliio César Grassi por los delitos de «abuso sexual agravado» contra un menor de edad. Sobre este tema Aguer guardó completo silencio.