Hace más de 10 mil años los seres humanos idearon, diseñaron y construyeron un arma tan eficiente y letal para cazar mamíferos prehistóricos de hasta varios cientos de kilogramos de peso que llegó a incidir en que se desencadene su proceso de extinción. Así lo hallaron investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) quienes analizaron el elemento principal: las puntas Cola de Pescado. El equipo demostró, en un artículo recientemente publicado en la revista científica Scientific reports, cómo fueron concebidas, diseñadas y utilizadas para ese fin en Sudamérica. Cuando la megafauna desapareció, cayeron rápidamente en desuso.

Época: Pleistoceno (entre 2.600.000 y 11.500 años atrás). Lugar: Sudamérica. La región estaba habitada por una gran número de especies de mamíferos de importante tamaño (felinos, osos, pecaríes, elefantes, perezosos, armadillos, caballos, camélidos, cérvidos y otros ungulados nativos diferentes de los actuales) que desaparecieron de manera repentina entre 13.000 y 11.000 años atrás. Varios de ellos aparecen a través de restos fósiles en distintas zonas del país como la Provincia de Buenos Aires, que contiene importantes yacimientos de gliptodontes o megaterios.

En un trabajo publicado en 2021Luciano Prates e  Ivan Perez, antropólogos de la UNLP (Facultad de Ciencias Naturales y Museo) y del CONICET, propusieron una hipótesis enfática: que no fueron los cambios climáticos (a diferencia de otras épocas y de otros seres vivos extintos) el factor que desencadenó el colapso de estos animales. Fueron los efectos directos e indirectos de la depredación humana.

Mostraron que las personas llegaron a Sudamérica hace al menos 15.000 años, pero hace alrededor de 13.000 incorporaron el uso de las puntas de lanza Cola de Pescado. Justo en ese mismo momento la población de megafauna inició el repentino colapso poblacional.

También comprobaron que las puntas Cola de Pescado aparecen en las regiones con más abundancia y diversidad de megafauna. Alrededor de mil años después desaparecen al mismo tiempo la megafauna y las puntas Cola de Pescado.

Pero aún así, seguía sin esclarecerse si estas sofisticadas armas fueron verdaderamente pensadas, diseñadas y empleadas para cazar estos animales. Para evaluarlo, convocaron al doctor Diego Rivero, especialista en el estudio de puntas de proyectil de la Universidad Nacional de Córdoba, con quien Prates y Perez realizaron un segundo estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista Scientific Reports del grupo Nature, que refuerza el rol central de la predación humana en las extinciones.

Había otro factor que complicaba constatar la teoría: el proceso de extinción fue muy rápido, lo que dificulta encontrar numerosas evidencias. Y además, por el tamaño de los animales, como los megaterios, muy probablemente las personas solo transportaban la carne y no los huesos, que son justamente lo que se preserva habiendo pasado miles de años.

Asumiendo que las Puntas Cola de Pescado (PCP) fueron una tecnología clave y determinante para que los humanos puedan cazar megafauna y desencadenar su colapso poblacional, ahora necesitaban demostrar en qué medida las puntas estuvieron directamente asociadas a estos animales, como causa y consecuencia.

Para eso se evaluaron los cambios en la tecnología de las puntas de proyectil utilizadas en Cono Sur de Sudamérica entre 13.000 y 8.000 años atrás. Analizaron la efectividad y capacidad de daño de 127 puntas Colas de Pescado y unas 303 de otros tipos de puntas contemporáneas e inmediatamente posteriores a las Cola de Pescado de distintos puntos de Sudamérica y Norteamérica. Además, estudiaron las características de las puntas en relación a los tamaños corporales de las presas que cazaban en los diferentes momentos y regiones.

La investigación –publicada en Scientific reports con el título “Changes in projectile design and size of prey reveal the central role of Fishtail points in megafauna hunting in South America”– concluyó que las PCP fueron las armas más efectivas para cazar grandes mamíferos que componían especies de megafauna extintas (mastodontes, megaterios, caballos americanos, entre otros) debido a la mayor capacidad de daño que poseían, frente al resto de las puntas tempranas.

Otra señal de que las puntas se diseñaron y usaron para megafauna es que la capacidad de daño de esas puntas es mayor en las zonas donde las especies de megafauna eran más grandes (por ejemplo la pampeana y el sur de Brasil) y menor donde las especies eran más pequeñas (el caso de la Patagonia).

También constataron cómo cuando desaparecen los grandes mamíferos las puntas Cola de Pescado se abandonaron, «posiblemente porque la fabricación de armas tan eficientes demandaba un costo de fabricación injustificado para presas menores disponibles a partir de ese momento como guanacos, vicuñas y ciervos, entre otros».

Las puntas que reemplazaron a las Cola de Pescado luego de las extinciones de megafauna (puntas Tuina en Andes, triangulares medianas en Patagonia, Ayampitín en sierras centrales y Pay Paso en Uruguay) no solo eran menos eficientes y letales, sino que variaban de acuerdo a los tamaños de las presas para las que fueron utilizadas.

«Las Puntas Cola de Pescado fueron una verdadera revolución tecnológica orientada a la caza de megafauna y refuerzan la hipótesis de que los seres humanos tuvieron un efecto directo y significativo sobre su extinción», enfatiza Prates. Lo que demuestra, una vez más, hasta dónde puede llegar la capacidad de injerencia de las personas sobre la naturaleza, tanto hace 13.000 años como hoy en día.