“Nos imaginamos esas personitas naciendo y cayendo de un lado o del otro lado de la línea de la pobreza ¿Dónde caés? ¿Elegís donde caés?”, subraya María Claudia “Negra” Albornoz en un microdocumental que se proyecta en las oficinas de Unicef, en el centro porteño. Claudia es referente de La Poderosa, organización que forma parte de 114 asambleas que existen en los barrios populares latinoamericanos y que, según el conteo oficial, en el país ya son 5687. Las conclusiones de la investigación conjunta realizada entre ambas instituciones arrojan un dato demoledor: dos de cada tres niñas, niños y adolescentes argentinos viven en la pobreza. Son 8,8 millones (66% de las infancias) cuyos hogares no poseen un ingreso económico suficiente y que, además, tienen vulnerados algunos de sus derechos básicos. En ese contexto resaltan un aspecto: el crecimiento de la pobreza con trabajo.

Las vivencias de los barrios son tangibles y así lo expresa Albornoz cuando la proyección del video se termina. “Si lo personal es lo político, lo villero también es lo político. Nosotros representamos, vivimos, somos una villa dentro de la villa y desde ahí la palabra del villero no tiene el mismo valor, porque hay una estigmatización también sobre la pobreza y sobre aquellos que habitamos la pobreza”.

La triple jornada

El microdocumental destaca el rol de las mujeres de los barrios populares. En la experiencia de La Poderosa, el 80% del movimiento está constituido por mujeres jefas de hogar que cumplen triple jornada. “Trabajamos dentro de nuestras casas, trabajamos afuera de nuestras casas de forma precarizada, a veces en casas de otras familias –donde no nos registran– o en negocios informales. Y después trabajamos en todo lo que tiene que ver con generar espacios y niveles de cuidados dentro de las barriadas”, relata. Se refiere a comedores y merenderos que, en su gran mayoría, están organizados por mujeres. Pero también aquellos destinados al apoyo escolar. “Es difícil porque en algunas familias los adultos no están alfabetizados. Cuando estás cocinando (o enseñando) no podés hacer otra cosa. No podés atender una cooperativa, ir a trabajar o estar limpiando la casa de otra persona, tenés que cocinar. El Estado nos envía alimentos para que cocinemos y después no nos reconoce como trabajadoras, entonces, ¿qué entiende el Estado que hacemos con esa comida que nos envía? ¿que los fideos se comen crudos?”.

Foto: UNICEF

Reconocimiento

Nelly fundó un comedor en Zavaleta hace 32 años. Cuenta que a veces, por ejemplo, hay que hacer pollo con ensalada para 500 personas y que muchas se quedan afuera. No alcanza. “Creció mucho la cantidad de gente que viene y no les podés decir que no. Este año no me tomé vacaciones, si me voy qué pasa con los que necesitan, cada vez hay mas gente”, se lamenta. “Ojalá no existieran los comedores y merenderos, que no hicieran falta –interviene Albornoz–, pero aquí Nelly viene trabajando hace más de 30 años y no tiene garantizada ni la jubilación ni sus vacaciones, ese trabajo que hace no es reconocido”. Es por eso que Albornoz, en nombre de La Poderosa, anuncia que presentarán un proyecto de ley el 8 de marzo para que todas las mujeres, lesbianas, travestis y disidencias sexuales que trabajen en lo comunitario sean reconocidas. “De esa manera, también vamos a levantarnos del piso de la pobreza. Combatirla desde los lugares en el Estado es fundamental, desde las políticas públicas».

No es suficiente

Si bien muchas de las cocineras reciben el programa Potenciar Trabajo, que es la mitad de un salario mínimo y debería ser complementario a otro sueldo, el proyecto de ley apunta a otorgar derechos laborales y protección, por ejemplo, ante accidentes de trabajo. Es que la mayoría que percibe Potenciar no cuenta con un salario de base, se trata de su ingreso principal. El Registro Nacional de Comedores y Merenderos contabiliza unos 5000 en funcionamiento en el país pero La Poderosa estima que son muchos más. Solo en ese movimiento social hay 1700 trabajadoras y trabajadores en espacios de cuidado. “Es fundamental que se diga cuántos comedores tenemos en el país y cuánta gente va a comer ahí. En Argentina estimamos que más de 10 millones de personas comen en los comedores populares y eso tiene que ver con los datos que muestra Unicef”.