El papa Francisco consideró este lunes que «los pecados de la carne no son los más graves», al explicar a la prensa los motivos por los que decidió aceptar la renuncia del ahora exarzobispo de París, Michel Aupetit, acusado de «comportamientos impropios» con una mujer. Dichos comportamientos sin embargo no implican una situación de acoso o abuso, sino que se trataría de una relación íntima consentida que Aupetit habría mantenido con una mujer hace unos 10 años. Dicha conducta significaría la vulneración del compromiso de celibato que la Iglesia Católica le impone a sus ministros. «¿Qué ha hecho Aupetit tan grave para darme la renuncia? Si no conocemos la acusación, no podemos condenar; hagan la investigación. Si saben qué hizo, díganlo», planteó el pontífice a los periodistas en el vuelo de regreso desde Atenas hacia Roma.

En este sentido, el Papa señaló: «Hubo una falla hacia el sexto mandamiento, no total, de pequeñas caricias y masajes, que le hacía a la secretaria. Esto es pecado, pero no de los más graves. Los pecados de la carne no son los más graves», sostuvo el pontífice. Según la tradición católica, el denominado sexto mandamiento asegura «No cometerás actos impuros». Para el Papa, en ese marco, los pecados de mayor gravedad «son los que tienen más angelicidad: la soberbia, el odio», ejemplificó. Así, para el Papa, «Aupetit es pecador, como soy yo, como fue Pedro, el obispo sobre el que Jesucristo fundó la Iglesia».

De todos modos, el Papa criticó los comportamientos curiales en estos casos y planteó que «nuestra iglesia no está habituada a ver un obispo pecador, hacemos de cuenta y decimos ‘mi obispo en un Santo'». En ese marco, el pontífice aseveró que «el chusmerío crece, crece, crece, y le quita la fama a una persona que la pierde no por el pecado sino por el chusmerío de quienes son responsables de contar las cosas». «Y, luego de que te quitaron la fama así públicamente, no puedes gobernar; por eso acepté su renuncia. Pero no sobre el altar de la verdad, sino sobre el de la hipocresía», agregó.

Durante el vuelo de retorno tras una gira de cinco días por el Mediterráneo, el Papa aseguró además que, por el momento, no leyó el reciente informe de una comisión independiente francesa sobre abusos en ese país en los últimos 40 años y que espera que sean los obispos galos quienes se lo expliquen próximamente. «Cuando se hacen estos estudios debemos estar atentos en la interpretación en que se hacen cercanos en el tiempo. Cuando se hacen después de un tiempo tan largo, está el riesgo de confundir el modo de sentir de la época, 70 años antes que la otra. Quiero decir esto como principio: una situación histórica debe ser interpretada con la hermenéutica de la época, no de la nuestra», argumentó.

El Sumo Pontifice profundizó en ese tema. «Por ejemplo, la esclavitud. Decimos: ‘una brutalidad’. Los abusos de hace 100 y 70 años, decimos: ‘una brutalidad’. Pero el modo en que lo vivían ellos no es el mismo de hoy. En el caso de los abusos en la Iglesia era cubrir, que es el modo que se usa lamentablemente en las familias también. Y decimos que esto no va, que hay que descubrir», afirmó.