Sergio Amosa tiene 40 años, vive en La Plata, está casado y tiene dos hijas adolescentes. El jueves, apuró su regreso desde Uruguay, donde estaba por trabajo. Pero el reencuentro con su familia deberá esperar. Es uno de los 400 pasajeros de Buquebús que permanecen en cuarentena en el Hotel Panamericano por compartir el viaje con un joven con coronavirus.

“Hace seis años que vengo a trabajar a Uruguay, pero como esta semana nos dieron varios días de licencia de cara a Semana Santa, pretendía volver a La Plata para ponerme en cuarentena con mi familia”, explicó a Tiempo Amosa, quien forma parte de una empresa de construcción vial. El hombre aseguró que tomó todos los recaudos para no exponerse: “De Montevideo a Colonia dejé pasar cuatro micros para ir tranquilo, sin amontonamientos”.

Amosa, quien ya tiene de memoria el recorrido de Argentina a Uruguay, se quejó de que Buquebús haya puesto a disposición un barco pequeño para repatriar a los argentinos que se encontraban varados en el vecino país: “La empresa puso el barco Juan Patricio que es chico. Tiene tres niveles: el inferior donde están los autos, el freeshop, la comisaría y algunos asientos; el del medio donde están los baños, algunos asientos y el buffet; y el tercer piso que es todo de asientos, pero más vip”, señaló.

El hombre viajaba en el segundo nivel, el mismo donde iba el muchacho de 21 años con coronavirus junto a sus amigos. De acuerdo a la versión de la familia del chico sobre quien están puestas todas las miradas, recién se enteró que era positivo de coronavirus unos minutos antes de llegar a Buenos Aires. Es que unos días antes se había realizado un test en Uruguay, donde había llegado desde España huyendo de la pandemia. En línea con esta hipótesis, el joven dio aviso a los tripulantes del barco para que se tomaran las medidas pertinentes en caso de que alguien se haya expuesto al virus.

Lo cierto es que para las 19:30 en Buenos Aires se había montado un gran despliegue del SAME y de las fuerzas de seguridad para recibir al barco. “Antes de desembarcar, dijeron que iba a entrar gente de sanidad. Ahí empezaron a entrar estos michelines, porque estaban todos de blanco iguales a esos muñecos de las gomas, lo rodearon al pibe este, le sacaron las valijas y se lo llevaron”, graficó Amosa.

“Ahí empieza –continuó el hombre- la mala información. Todos pensamos que la gente que entraba eran médicos, pero eran gendarmes que no nos decían nada. La ansiedad empezó a crecer y crecer, hasta que nos dijeron tomen el mismo asiento en el que venían, porque es la única manera para que se vayan: ahí recrearon la situación y quienes viajaron cerca del chico este y sus amigos, también fueron apartados para hacerles estudios”.

Luego de identificar a esas personas, el operativo continuó con aquellos pasajeros procedentes de Europa a quienes llevaron a la comisaría del barco para medirles la temperatura y hacer lo propio. Amosa recordó que “tanto el joven de 21 años como sus amigos, estaban encapuchados, con anteojos y guantes”.

El hombre llegó al Hotel Panamericano recién cerca de las 4 de la madrugada y aún faltaba trasladar a la otra mitad de los pasajeros. Se sabe que en ese lugar se alojaron 327 de las personas que iban en el Buquebús, mientras que el resto del pasaje fueron repartidos entre el Hotel Escorial y el Hotel Presidente.

“Entre dos micros Tienda León a medio llenar empezaron a repartirnos en los hoteles. Por eso también se demoró todo. Por ahora estoy bien, pero la información es nula. Llamé a conserjería para comprar puchos y me dijeron que está prohibido traernos nada”, agregó el hombre.

“Sólo nos dijeron los horarios de desayuno, almuerzo y cena y nos comentaron que no están autorizados a decirnos nada. Entiendo que irán controlando nuestra salud y en la medida que esté todo bien, nos irán largando”, concluyó Amosa.