Dolavon queda en Chubut, 36 kilómetros al sur de Trelew por la Ruta Nacional 25. Es un pueblo de unos cuatro mil habitantes, en una región que fue cuna de la inmigración galesa. Conserva como museo y restaurante el primer molino harinero de la región, construido a fines del siglo XIX. Y tiene una escuela secundaria técnica que da que hablar: la 781 “Don Eladio Zamarreño”.

Dos estudiantes del último año acaban de ser premiadas en el Concurso Nacional de Innovaciones (INNOVAR) por crear una barrita proteica a base de bagazo cervecero, un desecho abundante en la zona. Un año antes, un grupo de la misma escuela había sido reconocido por reutilizar desechos de langostinos para elaborar pegamento.

“Recibimos mucho agradecimiento, nos felicitaron mucho en la zona. Es un pueblo, nos conocemos todos. Y es algo súper lindo para el lugar. Fuimos felicitadas por mucha gente de la zona y del valle”, contó Malena Llancafil, de 20 años. Junto a su compañera Marlene Antieco, de 19, cursan el séptimo año en la técnica 781, con orientación en tecnología de los alimentos. El año pasado elaboraron el ante proyecto que concretaron este año: las barras energéticas Pro-Fit, a base de bagazo cervecero.

“Lo vinculamos con el deporte. Malena se dedica a hacer un deporte con mucha fuerza –boxeo- y tras una investigación pudimos ver que el bagazo cervecero se podía consumir y dijimos por qué no realizar barras proteicas que puedan ayudar a deportistas a generar masa muscular”, dijo Marlene. “Buscando información vimos que el bagazo tenía gran porcentaje de proteína y fibra. Y que se descartaba. Entonces lo reutilizamos para que disminuya la contaminación. Porque en los últimos años creció la producción de cerveza artesanal en la zona y el bagazo es contaminante para el medio ambiente”, completó Malena.

Premio Innovar para estudiantes

La edición 2023 de Innovar contó con una novedad en la categoría Escuelas Técnicas y Agrotécnicas: la participación del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) e Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET). Un jurado por provincia seleccionó dos proyectos por jurisdicción que recibieron asesoría para desarrollar su prototipo y exhibirlo en la exposición del concurso nacional.

“Los proyectos deben estar comprometidos con las necesidades productivas locales, y poner en evidencia los saberes y competencias aprendidas durante la trayectoria escolar de los equipos participantes”, plantea el certamen.

“La escuela participa en casi todos los concursos que se hacen e instancias de socialización de proyectos”, destacó Sofía Punta, profesora de Orientación y Tutoría (POT) que acompañó a las estudiantes a recibir su premio en Buenos Aires la semana pasada. “El curso tiene otros proyectos como fernet a base de hierbas entre las cuales está la jarilla, que quedó seleccionado en un concurso de la Universidad de la Patagonia Juan Bosco. Un queso vegano que participó en la instancia provincial de feria de ciencias, un yogurt a base de kéfir y una sidra a base de peras”, enumeró la docente.

“Cada escuela tenía que presentar un proyecto que resolviera la problemática de la zona donde vivía. La nuestra era que el bagazo es un subproducto que si lo dejás fermenta y genera microorganismos contaminantes. Entonces lo reutilizamos”, explicó Malena.

Y contó las dificultades que atravesaron en un año de trabajo hasta lograr definir los ingredientes de su producto: “Al principio obtuvimos una barrita rica en sabor pero se nos excedía en azúcar. Y eso hacía que deje de ser proteica. Nosotras queríamos generar una barra proteica. Nos costó mucho tener que definir los ingredientes. Empezamos con unos ingredientes que ya no usamos, chocolate semi amargo, pasas, granola. Tuvimos que ir cambiando un montón de cosas a lo largo del desarrollo”.

A futuro

“Tenemos que hacerle unos análisis para ver a vida útil del producto y después vamos a poder patentarlo para que sea nuestro y en un futuro comercializarlo. Es la idea que tenemos”, se entusiasmó Marlene. Si bien tiene pensado estudiar la carrera de abogacía, también planea seguir con este proyecto. “Cuando empezamos ni pensábamos en llegar a patentar un producto. Ahora queremos seguir y ver cómo nos va”.

Su compañera proyecta estudiar contaduría, porque le gustan las matemáticas, o gastronomía, para implementar mucho de lo que aprendió en la 781. “Y a futuro poder emprender con este proyecto con Marlene. El día de mañana podemos comercializarlo”, coincidió Malena. Mientras disfruta del premio, se prepara para una pelea de boxeo este sábado en Dolavon.

estudiantes

Del otro lado del mapa de Chubut, en Trevelin, otra escuela fue premiada en Innovar. Se trata de la Agrotécnica Nº 740, con el proyecto California del Molino, que consiste en la adaptación de una herramienta para los trabajadores rurales.

Los dos desarrollos chubutenses fueron seleccionados entre más de 300 trabajos de escuelas técnicas y agrotécnicas de todo el país, que formaron parte de los más de mil proyectos presentados en las distintas categorías del concurso nacional que fomenta la innovación productiva.

El impulso a las escuelas técnicas se potenció tras la sanción de la Ley de Educación Técnico Profesional (26.058) en 2005. Desde entonces, hubo un crecimiento del 111% en la matrícula de estudiantes en este sector. Entre las transformaciones de los últimos años se destaca la mayor participación femenina en un ámbito considerado históricamente masculino. Si bien aún se está lejos de la paridad, alumnas como Malena y Marlene ya representan un tercio de la matrícula en las secundarias técnicas.