Amenmose fue un artesano y cantero que se destacó durante el denominado Reino Nuevo en la antigua Tebas, Egipto. Unos 3500 años después, un equipo de investigadores de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) descubrió la entrada original a su tumba, localizada en la ribera occidental de la actual Luxor.

Las y los científicos lograron encontrar la entrada original de la tumba, que estaba cubierta por unos siete metros de sedimentos. En ese lugar encontraron dos jambas con inscripciones: el nombre de Amenmose y una fórmula de ofrenda. Además había una imagen en su homenaje con una mesa de ofrendas.

La Doctora Andrea Zingarelli, directora del proyecto y docente de la Facultad de Humanidades, aseguró: “esta tumba tiene más 3.500 años de antigüedad y sus pinturas y relieves hasta nuestra primera campaña en 2020 nunca fueron restaurados ni estudiados en profundidad”.

Buscadores de tumbas

Según detalla el Conicet, Amenmose fue un noble egipcio que vivió entre el 1400 y el 1450 antes de Cristo. Con la esperanza de desentrañar los misterios que habían quedado ocultos en esa tumba tebana 318 (Theban Tomb 318, o TT318), lograron hace casi cuatro años una autorización del Ministerio de Antigüedades de Egipto y los permisos necesarios para iniciar las campañas en el verano austral.

La tumba tebana 318 fue descubierta en el siglo XVIII, y desde entonces, solo había tenido descubrimientos parciales sobre su contenido. “Muchas tumbas de esa época están decoradas, y en ellas hay escenas de banquetes, agricultura, caza, relacionadas al difunto. El objetivo fue poder ponerlas en valor y registrarlas sistemáticamente”, contó tiempo atrás Eva Calomino, becaria posdoctoral del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU-CONICET, UBA).

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Foto: Prensa

La tumba capilla del “trabajador de la necrópolis de Amón” Amenmose consta de dos salas y tiene forma de T.  En expediciones anteriores la entrada a la tumba era a través de un túnel y un agujero de 50 por 37 centímetros desde una tumba vecina. En las primeras campañas se habían encontrado con un primer obstáculo: la entrada a la tumba estaba sedimentada, tapada por construcciones posteriores, ya sea de la población más moderna, o por las sucesivas tormentas de arena que se dan en la zona.

Por todo esto se hacía necesario encontrar la entrada original para efectuar los trabajos de conservación, lo que finalmente sucedió en esta campaña. Las ocho paredes de la tumba de Amenmose están pintadas con motivos figurativos, mientras que las jambas y el dintel de la entrada al pasaje y la pared sur de este último están talladas en bajo relieve.

Cada tumba de valle cuenta con un patio antes de la entrada, relacionados a los ritos que se llevaban a cabo en memoria del difunto. “Para los rituales de culto a la memoria, y festividades de los nobles, el patio era muy importante, porque separa material y simbólicamente el mundo de los muertos y de los vivos”, contó en campañas anteriores Liliana Manzi, investigadora independiente del Conicet en el IMHICIHU.

La dimensión del hallazgo

Tras hallar la entrada original de la tumba, los arqueólogos encontraron materiales de todo tipo: hallazgos faraónicos, como textiles de lino con restos de representaciones, que eran los que portaban las momias; una oreja de madera pintada, del Período Tardío, que era para escuchar las plegarias; guirnaldas secas de flores; conos funerarios con inscripciones con los nombres de los propietarios de las tumbas; restos de cartonaje pintados, con inscripciones jeroglíficas; restos humanos momificados; restos de fayenza pintada, con una inscripción coopta.

En el lugar también dieron con copias de objetos faraónicos y otros objetos de los habitantes purnawi que sirven para datar el estrato: un sello de una familia de 1927; monedas de distintas procedencia, como una estadounidense de 1973, una británica del 71, una japonesa de 74, una griega del 76, una rusa del 98; restos de una bala; botellas de vidrio; un certificado de nacimiento de un hombre que nació en el 57.

Foto: Prensa

Además de estudiarla, la comitiva argentina buscará preservarla para el futuro, ya que durante mucho tiempo la tumba sufrió diversas intervenciones, como por ejemplo caras rayadas o destruidas. Hubo gente viviendo, haciendo fuego. Incluso había ganado. 

Zingarelli, líder del proyecto que está integrado por otros investigadores y una conservadora de la UNLP, investigadoras de la Universidad Nacional de Córdoba, de la Universidad Nacional de Tucumán, de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet, contó que el proyecto que vienen desarrollando desde 2019 se enfocó en la conservación del monumento, en sus pinturas y relieves: «de este modo, el proyecto argentino contribuye a la conservación de un sitio de valor patrimonial mundial; de acuerdo a la convención de la Unesco de 1979, que incluye a Tebas y sus necrópolis entre los sitios declarados patrimonio de la humanidad”.