De a ratos Lali sonríe con la alegría que da la lucha, pero después siente el impacto del dolor. Del dolor de sus colegas, de las historias que desde chica escuchó y que le parecían horribles pero las sabía naturalizadas.

Desde el martes, la vida de las mujeres argentinas comenzó un nuevo giro hacia la libertad. Si la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito fue un punto de inflexión en la historia del movimiento femenino, lo que pasó el martes 11 de diciembre con la denuncia de violación por parte de Thelma Fardín contra Juan Darthés, cuando ella era menor de edad, abrió una puerta a miles de denuncias. “Yo también”, “A mí me pasó”, “Fui víctima”… en las redes sociales y en los mensajes de WhatsApp, las confesiones se multiplican, a circulan y empoderan ante una nueva atadura: la de los abusos sexuales.

Eso es lo que reconoce Lali Espósito en lo que pasó el martes. “Tengo una sensación de horror que está muy a flor de piel. Lo que pasó con Thelma nos despierta algo de que venimos viviendo hace años las mujeres”, dice la actriz y cantante a Tiempo Argentino.

A ella le tocó leer uno de los fragmentos más intensos del documento de la colectiva de Actrices Argentinas: “Hoy decimos basta, escúchennos, el tiempo de impunidad para los abusadores, debe terminar”, dijo con voz firme. “Es que más allá del dolor, me deja una sensación de fuerza y respeto. Nuestras hijas, nuestras nietas se van a encontrar con otra realidad, que ellas no tengan que acostumbrarse a cosas de mierda como nos pasó a nosotras”, afirma.

-¿Cuál fue la sensación?

–Al horror lo siento pero también la “alegría” de estar cambiando algunas cosas. El martes no podía dejar de mirar a Thelma y pensar en los ovarios que tiene y esa inteligencia enorme que hace expandir todo su dolor y transformarlo en algo muy genial. Es importante que la denunciante tan valiente sea alguien con su criterio.

Aunque en otra productora, Lali Espósito comenzó su carrera como actriz a los 10 años. Lo hizo en la productora de Cris Morena. «Ella había integrado a los padres, había dos niñeras que nos cuidaban, recuerdo que teníamos condiciones que no existían en otras productoras de infantojuveniles», expresa. Acerca de esta temática, afirma, «me shockeó mucho que el martes no se pregunte nada acerca del trabajo infantil: quiénes estaban ahí, si ella sentía que en ese ámbito podía confiar en alguien, cuál era el mecanismo de cuidado en las giras… Escucho a la gente hablar y se olvida que Thelma tenía 16 años. El mismo Darthés no lo mencionó en la entrevista con Mauro Viale. Soy contemporánea a Thelma y muchas de las actrices que empezamos desde chicas sabemos cuánta personalidad hay que tener. El lugar de la productora es importante, es un tema de debate a partir de ahora, el cuidado de la gente joven en los proyectos manejados por adultos, con horarios de adultos, con la vida de adultos. Estamos tan tomados con la violencia de la política, de la economía que jode, de la violencia en la calle, de las mujeres que mueren… Hay tantas cuestiones que están podridas, creo tiene que venirse un trabajo muy profundo, casi de idiosincrasia.

–¿Cómo se enfrenta esa situación siendo tan chica?

–Cuando uno está viviendo un éxito de esa magnitud, hay un montón de cosas que cambian radicalmente de un día para el otro. No es un detalle menor esto en lo que le pasó a Thelma porque en esa situación el adulto con el que trabajás, pasa a ser tu familia y cuando eso sucede, los hijos de puta aprovechan esa situación. Pero qué cerca estamos todos de vivir eso.

–¿Qué sentís que nos falta entender como sociedad?

–Verbalizar que somos hipócritas. Todo nuestro sistema de vida es hipócrita. Ves tipos que dicen “qué hijo de puta, 16 años…” Pero vos ves cómo le miran el culo a las pibas de 16, estamos rodeados de hipocresía. Cuando digamos que somos hipócritas vamos a querer cambiar las cosas. Pero hoy vivimos en una era de individualidad extrema… Y por ahí no es la era, por ahí somos nosotros. Mucha gente no entiende lo que pasó el martes porque éramos un grupo denunciando y la gente no está acostumbrada a eso. Creo que por otro lado también hay miedo, hay pánico de hablar de estas cosas porque cuando uno abre una puerta lo hace porque sabe que hay algo del otro lado, y esa es la incomodidad. Es como cuando algo se hace flúo, ya nadie puede no verlo.

–¿Cómo ves a los actores de tu generación en estas temáticas?

–Creo que sienten que no forman parte de este movimiento y eso es un error. Sienten que es algo nuestro y punto y que no se pueden meter. También que temen ser y descubrirse en actitudes machistas. Los de mi generación estamos viviendo muchos cambios, queremos cambiar a nuestros padres y nuestros abuelos. «