El revuelo mediático en torno a los penes de madera motivó reflexiones sobre la Ley de Educación Sexual Integral, que en octubre cumplirá 15 años. Desde el Ministerio de Educación de la Nación, Laura Sirotzky encabeza la Subsecretaría de Educación Social y Cultural e impulsa el Observatorio Federal de la ESI (OFESI), creado en 2020 para relevar cómo se implementa la ley, para “reconocer y valorar estos 15 años de transformación” y, al mismo tiempo, “poner luz sobre los desafíos pendientes”, muchos de los cuales emergieron durante la pandemia.

–Según la información que pudieron relevar hasta ahora, ¿cuáles son esas materias pendientes?

–La implementación aún es desigual en el país. Conocer con precisión los grados de implementación es central para el diseño de políticas públicas, por eso trabajamos para construir información que nos permita contestar con claridad todas las preguntas alrededor de la ESI: qué demandamos cuando pedimos mayor implementación; qué debiera suceder en las escuelas para que podamos decir que allí se implementa la ESI; y cuál es el impacto del esfuerzo de estos 15 años. El desafío es poder abordar estas discusiones. Seguir trabajando la transversalidad es otro desafío, sin dudas. Según la evaluación Aprender 2019, el 92% de los estudiantes secundarios afirmó que en su escuela se trató al menos uno de los temas de ESI. Pero solo el 16% expresó que se trabaja de forma transversal.

–¿Qué panorama perciben en el Observatorio en cuanto a las dificultades de la implementación por la pandemia?

–El Ministerio de Educación desarrolló el programa Seguimos Educando a partir de dispositivos de acompañamiento pedagógico para garantizar la educación. La ESI tuvo y tiene un lugar destacado. Sabemos que para las escuelas implicó repensar estrategias de enseñanza a distancia y para la ESI implicó desafíos específicos. Pero creemos que también es una gran oportunidad para que las familias conozcan con mayor profundidad de qué se trata, promover consensos y brindar propuestas que las acerquen más. Y también para acompañar a las que quieren conversar sobre asuntos que la ESI plantea pero no siempre saben cómo.

–¿Cómo evalúan todo el revuelo generado en torno a los penes de madera?

–Todavía persiste en distintos sectores un alto grado de desconocimiento sobre qué es la ESI. Suele asociarse al conocimiento de métodos anticonceptivos y prevención de enfermedades de transmisión sexual, y está bien, porque la ESI los incluye. Pero aun sobre un tema tan puntual hay mucho por hacer. Suelo hacer el ejercicio de preguntar a una persona adulta qué métodos anticonceptivos conoce y con qué “apodos” nombra los genitales: aparecen muchos más que los métodos de anticoncepción, lo que da cuenta de la vergüenza que sigue generando nombrar el pene, la vulva. Hay más tabúes de los que nos damos cuenta. Romperlos incomoda. La ESI incomoda. Porque es un modo de ver el mundo. Y hace que haya cosas que ya no podamos dejar de ver, o al menos cuestionar.  «

Por más formación docente

Más allá del escándalo mediático en torno a lo que las docentes consideran una herramienta didáctica más, las especialistas en ESI coinciden en que una de las cuestiones realmente prioritarias en la materia tiene que ver con la formación docente.
“Falta capacitación. Hay una movida importante, pero la ley es de 2006. Pasaron muchos años y todavía falta muchísimo”, advierte Mariana Rossi, del Colectivo de Docentes Feministas del Cordón Industrial de Santa Fe. “Están los que dicen: ‘No sé cómo abordarla desde mi materia’. Eso también habla de cierta falencia nuestra desde los profesorados”, plantea Ayelén Bicerne, subsecretaria provincial de Géneros y Diversidad del gremio docente bonaerense Suteba.
“Hay que saldar la formación docente en cuanto a la ESI. Las propuestas son muy acotadas en la Argentina. No son obligatorias, entonces todo depende de la voluntad de los docentes. Y cada vez que se abre algún curso, siempre rebalsa de inscriptos. Eso muestra que hay una fuerte intención de formarse. Por eso desde el Estado se tienen que generar más políticas”, remarca Magdalena Moreno, coautora de un libro que integra contenidos de Geografía con Educación Sexual Integral.