Sentirnos dueños del horizonte debe ser una de las mejores sensaciones que podemos percibir. Y si es en vacaciones, mejor. Eso que parece una utopía puede estar más cerca de lo que creemos, entre la playa y el mar. Cada temporada la Costa Atlántica vuelve con sus figuritas de siempre. Los publicitados balnearios de Gesell, Mar del Plata o Pinamar copan las marquesinas. Pero hay un Lado B: rincones únicos donde prima la calma, el placer de enormes playas casi vírgenes y, cómo no, el horizonte frente nuestro.

Pueblos pesqueros como Bahía San Blas, al sur bonaerense, o sitios donde se pueden ver huellas prehistóricas, como en Pehuen–Có; costas poco habitadas y con una extensión de ensueño como en Arenas Verdes, Reta, Centinela del Mar o en Mar de Cobo son algunos de los rinconcitos para descansar lejos de la selva de cemento y del ruido que en verano se traslada los grandes centros costeros.

Centinela del Mar, partido de General Alvarado, invita a soñar. Forma parte de un ecosistema con importantes especies autóctonas de la costa pampeana austral, como la lagartija de las dunas, Monumento Natural de la Provincia. Solo se la encuentra en este ambiente.

Pero buscamos mar y a esta localidad se llega desde Miramar por la ruta provincial 77 hasta RP 88 donde se gira a la izquierda y, luego de transitar por 32 kilómetros, un camino de tierra durante 17 kilómetros llega a la entrada. «El valor paisajístico para la explotación eco-turística de bajo impacto puede representar un interesante recurso económico local, siempre que respete la intangibilidad necesaria que deben mantener muchos de sus sectores para lograr su sustentabilidad a largo plazo», explica la directora de Promoción Turística local, Claudia Manso. 

Desde Rocas Negras hasta el Arroyo La Nutria Mansa se extiende una Reserva Natural que protege restos fósiles de gran importancia para comprender la evolución de las especies en la región.

Mar de Cobo

Hollywood y tiburones

Bahía San Blas es un pequeño pueblo bien al sur de la provincia, en el partido de Carmen de Patagones. Con sus playas solitarias de arenas claras y canto rodado que se combinan con aguas turquesas de suave oleaje, vive años de un turismo creciente, que lo elige como un destino novedoso, al sur de una costa que siempre miró al norte.

«Es un lugar muy tranquilo, con mucha seguridad; un lugar de descanso, es especial para hacer caminatas por la playa temprano por la mañana. Tiene una costanera de veredas. No van a encontrar boliches y propuestas nocturnas como en otros balnearios clásicos», cuenta el director de Turismo de Carmen de Patagones, Roque Barilá. Explica que la Bahía es añorada por su perfil «pesquero» (la estrella es el tiburón, del cual se han hallado diez especies) pero que se puede ir en plan familia o amigos. Las playas son amplias, de arena o piedras. Con una población cercana a las 500 personas estables, viene creciendo y tiene todo tipo de servicios, hosterías, el Hotel San Blas (antiguo Automóvil Club) y departamentos.

Fue visitado por personalidades como el naturalista Charles Darwin en 1832 y en los ’40 llegaron allí las estrellas de Hollywood Orson Welles, Joan Crawford; Tyrone Power; Errol Flynn y Loretta Young (vayan rápido a google) y estrellas nacionales como Fernando Lamas (padre de Lorenzo) y una jovencísima Diana Maggi para filmar Frontera Sur. Y otras figuras que van desde Arturo Frondizi hasta José Pablo «Pepe» Arias. Llegaba el tren hasta la estación del pueblo José B. Casas y hasta contaba con pista de aterrizaje privada. Las leyendas son muchas, algunas curiosas y otras inquietantes, no alcanzaría esta nota, pero prometemos más.

Cuando aún funcionaba como resort el antiguo Haras de Caballos Cuarto de Milla (de carrera), Tiempo estuvo allí, junto a su último dueño, Alberto «Tito» Minorini Lima (de la familia que fundó el pueblo homónimo en la provincia). En un momento hubo súper población de ostras. Sí, leyó bien, y era una experiencia salir en lancha para pescarlas. Abrirlas con cuchillo, cocinarlas con limón y saborearlas junto al mar.

Casas pintorescas en Centinela del Mar
Foto: Turismo de la Prov. de Buenos Aires

Casitas de colores

Dentro de Mar Chiquita encontramos a Camet Norte, con su diseño arquitectónico de «casitas de colores» junto al mar. A minutos está Mar de Cobo,y los parajes contiguos como la Baliza, Parque Lago y La Caleta, donde dan ganas de vivir, entre bosque y mar, con playas agrestes  que invitan a caminar y a respirar tranquilidad.

Como muchos pueblos bonaerenses, Mar de Cobo fue en su origen una estancia, la «San Manuel», en las tierras de la familia Ugarteche Anchorena hace dos siglos. La traza de las calles son en semicírculos y desde la avenida principal Manuel Cobo se llega al mar. Los locales destacan algunas personalidades que son asiduas del lugar y destacan el gesto de Mirtha Legrand quien donó unos lotes para fundar una plaza en memoria de su hijo fallecido.

Historia, naturaleza y playas. Pero la gastronomía también es un recorrido predilecto, seguir los sabores y aromas de cada región junto al mar. Las rabas son un clásico de bienvenida. Arenas Verdes (partido de Lobería) se distingue por su arte gastronómico como en La Fonda de Guillermina, con sus imperdibles empanadas y pastas; los complejos Bisonte Club de Mar y Sol a Sol, con sus tragos y una gran vista del atardecer en un horizonte infinito de cielo y mar. Además del histórico bar Aloha, perfecto para encontrarse con amigos ya sea durante el mediodía o a la noche.

A la de Arenas Verdes la llaman la «playa caribeña», con su arena blanca, agua celeste y la gran extensión de uno de los bosques más lindos de la Costa Atlántica, que fue declarado Paisaje Protegido de Interés de la Provincia.

Para los aventureros amantes de la playa, pueden ir por la costa a las localidades de Costa Bonita, Bahía de los Vientos y Quequén, que pertenecen a la vecina Necochea, un clásico al sur de la costa, donde las playas extensas hacen recordar a los veranos de antaño. Porque en estas inmensidades el tiempo no pasa. O transcurre diferente.

Playas ideales para deportes acuáticos
Foto: Turismo de la Prov. de Buenos Aires
¿Qué se puede hacer salvo descansar?

En Centinela del Mar, hay un pequeño hospedaje en el parador La Lagartija, en la vieja usina, ideal para el descanso y el disfrute de la gastronomía. Hay otros sitios con opciones vegetarianas y peñas folklóricas. Se puede ver en: miramar.tur.ar/index.php/centinela-del-mar/.


Mar de Cobo cuenta con servicios de proveeduría, dos complejos de balnearios con alojamiento, gastronomía sobre la playa y también alquilan sombra. Opciones de aparts, cabañas, hosterías y campings con dos espacios: Base Municipal de Campamento y Complejo de Mar y Camping.


Quienes deseen ir a Pehuen–Có pueden visitar la web municipal (www.rosalesmunicipio.gob.ar/), o llamar a la oficina de informes turísticos: 2921 49-7178.


Bahía San Blas está a unos 918 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Su geografía es curiosa porque hay dos rías (el mar cuando ingresa al cauce de un río) y un conjunto de islas. A la mayor de ellas, Isla Jabalí, se accede a través de puentes. Para quienes anden en auto, el viaje demanda unas diez horas desde CABA, por Ruta Nacional 3 hasta el kilómetro 918 donde se toma un camino local de unos 60 kilómetros que conduce a la localidad. Pueden ingresar a la web turismo.patagones.gob.ar. En Facebook: Turismo Bahia San Blas. O llamando a la oficina de informes: 2920 41-5753.

Para conocer más playas bonaerenses está la web de Turismo de Provincia: www.buenosaires.tur.ar.

Las pisadas en Pehuen-Có
Foto: Turismo de la Prov. de Buenos Aires
Pehuen-Có y sus pisadas

En Coronel Rosales, a casi 80 kilómetros de Bahía Blanca, está Pehuen–Có. Durante el año viven menos de 700 personas, pero en las últimas décadas cada temporada ve llegar nuevos visitantes que la eligen como una de las preferidas del sudoeste bonaerense. En los ’80 comenzó su fama paleontológica cuando se conoció el hallazgo de pisadas y restos fósiles de animales prehistóricos como Megaterios. Hoy tiene sectores de la playa protegidos, tras conflictos de años con Monte Hermoso por el tránsito de cuatriciclos que destrozaban las pisadas.


Fue la geóloga Teresa Manera quien descubrió las huellas que integran el Yacimiento de Paleoicnitas, que se extiende 3000 metros por la playa. «Un 26 de octubre de 1986 mi marido, el doctor Roque Bianco, fue con una de las nenas a la costa y al rato vino a decirme ‘¡se destapó un sitio con huellas!’. Llegamos al lugar y ahí estaban», recuerda emocionada la docente e investigadora.


Restos de un barco encallado, la Casa Barco, el bosque encantado, grandes playas para practicar deportes y pesca, y lugares de camping entre enormes árboles completan otro paraíso de la Costa Atlántica.