Tobuna fue la primera yaguareté que llegó a Corrientes tras siete décadas de extinción. Ocurrió en 2015. Siete años después, el nacimiento de dos cachorros llevó a una docena el número de yaguaretés silvestres en los Esteros del Iberá. Vuelven a poblar una zona donde la cacería y la pérdida de hábitat los habían desaparecido.

El yaguareté (Panthera onca) es el mayor felino del continente americano y está categorizado como en Peligro Crítico de Extinción en Argentina. Con una población estimada en 200-250 individuos, la especie ocupa menos del 5% de su área de distribución histórica en el país. En la provincia de Corrientes, se extinguió hace más de 70 años.

El proceso para que vuelva a estar presente empezó con la llegada de Tobuna y siguió con su hija Tania. Ahora, otra yaguareté fue noticia: Mariua, la primera liberada en el Parque Iberá en 2021, dio a luz a dos nuevos cachorros. El padre es Jatobazinho, un macho rescatado en Brasil y enviado por la organización Onçafari, liberado el 1 de enero de este año. Así, en un año y medio, la población de yaguaretés en Corrientes pasó de cero a 12 individuos silvestres libres dentro de los Esteros del Iberá.

La confirmación de la llegada de los cachorros de Mariua (proveniente de Brasil) se dio poco después del avistaje de Arami –una de las liberadas en 2022- con dos crías silvestres. Y se espera que se sumen nuevos individuos a esta población que crece.

“Es un proceso que está yendo rápido, porque lo que se aceleró es la cantidad de yaguaretés que hay libres. Pero lo empezamos hace mucho tiempo, hicimos una larga parte preparatoria para poder ahora cosechar estos resultados”, dice Marisi López, Coordinadora de Parques y Comunidades del Proyecto Iberá. “Lo importante de los últimos cachorros es que fueron concebidos y nacidos en libertad. Ya no estamos nosotros detrás, eso es lo más impresionante”, remarca López en diálogo con Tiempo.

La llegada de Mombyry e Yvoty

Gracias al sistema de GPS con conexión satelital que portan los collares colocados a los yaguaretés, Pablo Guerra -del equipo de Fundación Rewilding Argentina y encargado del monitoreo- detectó un amontonamiento de puntos de localización de Mariua en un mismo lugar (algo llamado clúster). Eso indicaba que estaba allí hacía varios días. Guerra decidió acercarse hasta ese remoto lugar, a caballo, para saber qué pasaba.

“La primera vez que fuimos para ese lado tuvimos que ir acompañados de nuestros vecinos, los baqueanos Nicasio Cardozo y Ramón Correa, porque es imposible llegar si uno no conoce los pasos de agua. Es más, hasta tuvieron que reabrir algunos pasos que no se usaban hace tiempo. Cuando llegamos al lugar no logramos observar a Mariua pero entendí que era un buen sitio como lugar de parición. Nos volvimos, dejamos pasar varios días y vimos que el clúster siguió sumando puntos”, relató.

Días más tarde, el equipo volvió al lugar y tras recorrer unos 20 kilómetros a caballo hallaron restos de un gran ciervo de los pantanos cazado y algo que parecía una madriguera. Colocaron entonces tres cámaras trampa en el borde del monte y revisaron las imágenes unas semanas después. Finalmente, aparecieron en los videos dos nuevos cachorros de yaguareté nacidos libres. Los pobladores Correa y Cardozo eligieron los nombres: Mombyry (lejos) e Yvoty (flor).

El regreso del depredador tope

El proyecto para reintroducir al yaguareté en Corrientes comenzó en 2012, con un trabajo conjunto entre Tompkins Conservation, Fundación Rewilding Argentina, el gobierno provincial y Parques Nacionales con la construcción del Centro de Reintroducción del Yaguareté. En 2018 nacieron las dos primeras cachorras allí.

“El yaguareté estuvo extinto por más de 70 años por cacería directa y por pérdida de hábitat. Porque necesitan de un hábitat especial y las producciones clásicas arremetían y lo hacían cada vez más chico. La importancia de traerlo es que es el depredador tope de toda la cadena, es el que regula la cadena. Tiene ese rol ecológico”, dice López. Pero da cuenta también de “un rol en lo económico, porque tiene mucho impacto poder tener yaguaretés libres y que sean un atractivo turístico. Eso hace que más gente quiera visitar los Esteros del Iberá para verlos”.

Que los Esteros del Iberá hoy conformen 750 hectáreas legalmente protegidas, y que la especie también lo esté, forman parte de las condiciones previas necesarias para la repoblación de yaguareté en la zona, donde se evaluó también que pudiera encontrar las presas naturales suficientes para alimentarse.

Como informó Rewilding Argentina, con el regreso del depredador tope “se recuperan interacciones ecológicas clave con sus especies presa (como el carpincho, el ciervo de los pantanos y el venado de las pampas) que influyen en la abundancia y distribución de muchas otras especies, incluso vegetales”.

“Para complementar y mezclar diferentes orígenes, una de las cachorras nacidas en Iberá se fue para el Impenetrable en Chaco y se cruza allá, para después volver con cachorros. Eso es para que haya variabilidad genética”, explica Marisi López. “Vamos muy bien, estamos felices con tener 12 yaguaretés, pero nos vamos a quedar más tranquilos con 20-25 mezclados para ir reproduciéndose entre ellos”, anhela.

“El proyecto de reintroducción de yaguareté que llevamos adelante en el Parque Nacional Iberá es único en su tipo a nivel mundial y coloca a la Argentina a la vanguardia en proyectos de restauración de fauna. Además, el nacimiento de estos dos cachorros reafirma la increíble capacidad de recuperación del Iberá luego de los incendios que sufrimos durante el verano pasado”, dijo el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, mientras los incendios en zonas de humedales siguen haciendo estragos en otros puntos del país, como el Delta del Paraná.