Aquel 19 abril de 2016 llevábamos casi cinco meses sin cobrar un sueldo. La redacción había dejado de ser nuestro lugar de trabajo para transformarse en nuestro dormitorio, comedor y patio de asambleas. Aquel 19 de abril éramos periodistas cuyos empleos habían sido vaciados. Nos habían quitado la posibilidad de informar que se iniciaba un nuevo ciclo de políticas de ajuste y liberalización de la economía. 

Aquel 19 de abril contábamos con dinero para financiar sólo dos ediciones impresas. El capital inicial nos lo habían dado nuestros lectores al comprarnos un ejemplar especial que hicimos para la marcha del 24 de Marzo, contando cómo en los primeros meses de gestión de Cambiemos se estaban desarmando las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. 

Ese día aprendimos la lección empresarial más importante: sólo haciendo periodismo podríamos seguir haciendo periodismo. Y a eso apostamos. Vimos que los medios corporativos habían afectado la credibilidad en el oficio y nos propusimos recuperar sus valores como primera medida. Diseñamos, entonces, una organización centrada en el lector y no en el negocio. Y buscamos cómplices para esta iniciativa inédita. La cooperativa tendría un centenar de integrantes, los que estábamos alzando las manos aquel 19 de abril, pero debería ser sostenida por miles de socios. 

La apuesta parecía difícil, pero posible. Y arrancamos. El diario dominical agotó muchas ediciones el primer año y mantiene al día de hoy un porcentaje de devolución muy inferior respecto de los estándares de la prensa gráfica. Pero no es suficiente. La industria está en crisis y la rentabilidad es muy baja. Hoy, por cada diario vendido en el kiosco, la mitad del precio de tapa queda en manos del circuito de distribución y, de lo que ingresa a la cooperativa, más del 60% es utilizado para comprar el papel y la impresión. 

Sabíamos que nuestro principal sostén debían ser los lectores y, en especial, los socios: aquellos dispuestos a apostar con nosotros por un periodismo autogestionado. Y así fue. Hoy, a dos años de aquella apuesta, podemos decir con orgullo que Tiempo divide sus ingresos prácticamente en partes iguales entre lo que entra por la venta del diario impreso, los anunciantes y los socios. En el primer aniversario, estos últimos aportaban menos del 20% de los ingresos. 

La cuestión podría leerse como simple aritmética: a la cooperativa le llega apenas uno de cada tres pesos que un lector paga por el diario en el kiosco. Mientras que le quedan dos por cada socio pleno y los tres que paga cada socio digital. Pero el tema es más que económico. El socio decide ser parte Tiempo y lo demuestra llenando las convocatorias de la cooperativa, visitando nuestra redacción, asistiendo a los talleres o respondiendo a las encuestas que todas las semanas enviamos. Incluso muchas veces se transforma en fuente de nuestros artículos. 

Por eso decimos que este proyecto nos excede. No es sólo de los integrantes de la cooperativa, sino de los más de 2000 socios que nos empujan cada día. Y como nos enseñaron en la calle, les respondemos con periodismo. Los socios pueden ver con anticipación en la web nuestras producciones, reciben en sus casas cada tres meses nuestra Revista T y, además, pueden participar por entradas a eventos artísticos, libros y cientos de premios que ofrecemos semanalmente.

Por más Tiempo

El modelo que iniciamos aquel 19 de abril funciona y estamos orgullosos, pero no alcanza para nuestros sueños. Desde que Tiempo volvió a la calle se acumuló un 75% de inflación. La mayoría de los medios gráficos lo siguieron con aumentos semejantes en el precio de tapa. Pero nosotros absorbimos la mitad de ese incremento y mantuvimos igual la cuota para el socio. Apuntamos a que más personas elijan esa manera de contribuir con un proyecto autogestionado. Es un riesgo grande y una nueva apuesta por el periodismo que creemos. 

El momento nos pone ante un gran desafío. Mientras los trabajadores sufren la flexibilización, se achican los espacios de periodismo libre. Los recursos concursables a los que podían acceder las cooperativas y otras organizaciones populares se reducen o se derivan para promover emprendimientos individuales antes que los de economía social y solidaria. 

En estos 24 meses gestionamos fondos productivos y los invertimos en mejorar nuestra oferta. Compramos equipos audiovisuales y nos embarcamos en un rediseño completo de nuestra web, que en mayo estaremos presentando públicamente. Si los trabajadores se informan cada vez más por la web, allí tenemos que estar también de la manera más clara y sencilla.

Cumplimos dos años y queremos seguir creciendo. El panorama es complicado, pero posible. A dos años de aquel 19 de abril decidimos seguir apostando y queremos pedirles que ustedes apuesten con nosotros. Los necesitamos. El sueño de un periodismo libre no es sólo nuestro. Es de todos los que apuestan por el periodismo autogestionado y que celebran con nosotros este segundo aniversario. Seamos socios. «