Era esperable que la administración de Joe Biden iba a intensificar la ofensiva contra China que había iniciado Donald Trump con su serie de sanciones comerciales comenzadas en marzo de 2018 por lo que argumentó que eran “prácticas desleales” del gigante asiático. De allí que el anuncio de la alianza Aukus con Australia y el Reino Unido en septiembre pasado no tomara por sorpresa a casi nadie. Pero en las últimas semanas la acelerada ofensiva de la Casa Blanca sobre la región Asia-Pacífico despertó preocupación en todo el mundo. En ese escenario, la visita a Taiwán de Nancy Pelosi, la titular de la Cámara de Representantes y tercera en la línea sucesoria del gobierno demócrata, es apenas un detalle en cierto modo anecdótico. La respuesta china, con maniobras militares y el retiro de todos los foros bilaterales es la señal de que ya no son tiempos para esperar la misma paciencia diplomática de Beijing: China ya es una potencia económica y muestra los dientes como potencia militar con la exhibición que hizo de misiles y un bloqueo naval en el mar circundante.
Esta aceleración de Washington se verificó luego de la gira de Pelosi por Singapur, Corea del Sur, Malasia y Japón que incluyó, de una manera muy criticada incluso en Estados Unidos, a Taiwán. Una larga conversación telefónica entre Biden y el presidente chino, Xi Jinping, hizo creer la semana pasada que habría alguna forma de entendimiento de que una escala de Pelosi en Taipei no caería bien para las relaciones sino-estadounidenses.
Pero cuando en la previa las fuerzas armadas chinas comenzaron a mostrar sus artefactos bélicos de última generación y desplegaron tropas en la zona costera frente a Taiwán no quedaron dudas de que aun frente al rechazo de las autoridades china, Pelosi aterrizaría en la isla. Cosa que hizo este martes.
Como era de esperar, la dirigente demócrata, de 82 años y con una importante carrera dentro del partido, deslizó críticas al sistema político chino. «La visita de nuestra delegación a Taiwán honra el compromiso inquebrantable de Estados Unidos de apoyar la vibrante democracia de Taiwán», tuiteó desde el aeropuerto. «Nuestras discusiones con los líderes de Taiwán reafirman nuestro apoyo a nuestro socio y promueven nuestros intereses compartidos, incluido el avance de una región del Indo-Pacífico libre y abierta», agregó frente a la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen.
El detalle que le faltó mencionar es que Chiang Kai-shek, el hombre que se refugió con sus tropas en esa isla donde asentó la República de China en 1949, tras el triunfo de la revolución de Mao Zedong, y en ese pequeño territorio asesinó a cientos de miles de opositores bajo el argumento de que, después de todo, eran comunistas. Fue funcional al proyecto de Occidente durante la Guerra Fría hasta que en 1971 el gobierno de Richard Nixon decidió poner las cosas en su lugar y promovió un acercamiento con Mao Zedong y el reconocimiento de que la única China era la que desde 1979 tiene la representación de ese país en todos los estamentos internacionales.
China creció aceleradamente con el impulso del sucesor de Mao, Deng Xiaoping, tras implementar medidas económicas más amigables con el capital. Hoy es la segunda economía del planeta y su crecimiento en todos los aspectos parece indetenible. Con 1400 millones de habitantes y toda la tecnología en sus manos, está en condiciones de tener el ejército más numeroso y mejor equipado del planeta. Mediante su proyecto de la Ruta y la Franja de la Seda y con los foros de cooperación fue, a la vez, construyendo alianzas comerciales y expandiendo su influencia en gran parte del mundo. Hoy es un contrapoder ineludible para Estados Unidos y sus aliados.
Previo a la controvertida gira de Pelosi, la vicepresidenta Kamala Harris había mostrado su presencia en el Foro de las Islas del Pacífico. El secretario de Estado Antony Blinken también anduvo recorriendo esos lares en busca de acercamientos. Este viernes, la subsecretaria de Estado Wendy Sherman invitó a los mandatarios de esa región a un encuentro en Washington en setiembre durante su paso por la isla de Tonga. Ayer, asistió a la celebración en las islas Salomón del 80º aniversario del desembarco de las fuerzas estadounidenses en Guadalcanal, Tulagi y las islas Florida, el 7 de agosto de 1942, para una batalla clave en la Segunda Guerra contra las fuerzas del Imperio japonés.
China y el gobierno de las islas Salomón firmaron en abril pasado un acuerdo de cooperación en materia de seguridad. El vocero de la cancillería china dijo esa vez que sería una cooperación «abierta, transparente e inclusiva» e insistió en que no era un acuerdo «dirigido a ningún tercero». Pero nadie ignora que la mirada estaba dirigida al Aukus.
En el intrincado juego geopolítico de la región, la historia cuenta. Y para el momento en que se disputaba esa batalla contra el Imperio del Sol naciente, China estaba dominada por las brutales tropas japonesas, que cinco años antes habían masacrado en una sola jornada a alrededor de 200.000 pobladores de la ciudad de Nankín, uno de los crímenes de guerra más atroces en la historia de la humanidad. «

Huelgas en las industrias que más ganan en estos tiempos

La industria bélica y de maquinaria agrícola está en auge por la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia, pero las patronales no son de compartir beneficios ni parar la ofensiva contra los derechos laborales. Los 2500 trabajadores de las plantas de Boeing en St. Charles, St. Louis y Mascoutah, Illinois, iniciaron este lunes una huelga hasta que la firma acordó este jueves mantener los aportes para el retiro de sus empleados, el pago de un incentivo y avanzar hacia la igualación de los salarios. Además de aviones comerciales, Boeing fabrica aeronaves de combate, misiles y drones y logró contratos millonarios desde el 24 de febrero.

Desde mayo, los trabajadores de Case New Holland en Burlington, Iowa; y Racine, Wisconsin, están en huelga por mejores condiciones salariales, sanitarias y laborales. La firma, fabricante de tractores, cosechadoras y equipo para la construcción y la minería, ofreció un aumento del 18,5% en tres años que fue rechazado por los delegados porque entendieron que así no cubrían la inflación. “Estamos esperando una oferta seria, no lo han sido todo el tiempo, hablaron en serio solo sobre tratar de quebrarnos”, dijo Nick Guernsey, líder de la seccional local de United Auto Workers (UAW), el sindicato de la industria automotriz, a KWQC, un medio online de Davenport.

Los afiliados a UAW lograron hace unos días una gran victoria puertas adentro del gremio luego de que delegados opositores a las viejas cúpulas consiguieron en un plenario reimponer una disposición que había sido dejada de lado hace quince años: que el sindicato pague un fondo de huelga desde el primer día del conflicto y no desde el octavo. “Ese fue uno de los temas más importantes para mí al entrar a trabajar. Tenemos muchos miembros de nivel bajo y de nivel inferior que viven de cheque en cheque. Es muy difícil para ellos pasar una semana sin paga”, explicó Jessie Kelly, de la planta de GM en Detroit, a Labor Notes, una red de militantes y activistas gremiales de base.