La visita en las últimas semanas de Qin Gang, canciller de la República Popular China a Noruega, Francia y Alemania, es la continuación del callado temblor que comenzó en el mes de marzo. Dos acontecimientos son los signos visibles de la aceleración del vuelco del poder global del Atlántico hacia el Pacífico. Pronto comenzaremos a notar este cambio en la cartografía donde el océano Pacífico aparezca en el centro del el mapa, el continente americano al este y el Asiático en el oeste.

La gira del canciller despertó esperanzas en Europa y proyecciones pragmáticas en la prensa de Beijing, Shanghái y Hong Kong. Las visitas a China del canciller Alemán, Olaf Scholz y del presidente de Francia Emmanuel Macron, aseguraron varios contratos económicos, renovando así acuerdos y relaciones comerciales entre China y la Unión Europea.

En la prensa europea se expresa todavía la esperanza de que China pueda persuadir a Rusia, es decir, que decidiera ponerse de lado de la OTAN. La ministra francesa de relaciones exteriores Catherine Colonna consideró que “China tiene un papel importante para convencer a Rusia de que regrese al pleno respeto de la Carta de Naciones Unidas¨, según informa el Servicio Internacional de la Corporación Suiza de Radiodifusión.

La prensa y el grupo de poder europeos permanecen en negación: no ven o no quieren ver que, en la perspectiva China (silenciosa pero implicada) es la Unión Europea que también y al mismo tiempo convenza a la OTAN de que regrese al pleno respeto de la Carta de las Naciones Unidas. Es de notar que para que Rusia acceda a lo que pide la Unión Europea debe estar segura de que la organización respetará también ese compromiso.

Sin duda que tal esperanza sugiere o bien una expresión de deseos o bien una total incomprensión de lo que Europa y la OTAN están haciendo para ¨contener¨ y desmantelar a Rusia y a China. ¿Por qué China accedería a su propia destrucción? Al parecer, cuesta en Europa aceptar que ya no hay vuelta atrás, ni de China ni de Rusia. La humillación de la Guerra del Opio pesa en la memoria de China como el derrumbe de la Unión Soviética en la memoria Rusa.

Ambos estados están dispuestos a reconstituir los futuros interrumpidos por la desestabilización que occidente provocó en ambos casos.  Están decididos a reconstituir sus praxis de vida, de pensar y de vivir. El primero fundado en tres mil años de historia y de fuertes legados intelectuales (Confucio, Mencio, Laercio) y en la cosmología de ¨Todo bajo el cielo¨ (Tianxia). El segundo, reconstituyendo los legados y la presencia actual de la Iglesia Ortodoxa, paralela a la relevancia que la Iglesia Católica y Protestante tiene en la cosmología occidental.

El estado de negación ante lo irreversible y lo inevitable (excepto por una conflagración nuclear) es tal en la mentalidad occidental que les impide comprender que la unión de China y Rusia es indestructible mientras la OTAN, impulsada por Estados Unidos,  continúe el intento de expansión hacia el este, y Washington continúe negociando la comercialización de armamentos militares con estados del este y sureste asiático (Japón, Taiwán, Corea del Sur, Filipinas).

Por todo ello, las relaciones crecientes entre China y los estados neoliberales de la Unión Europea,  se manifiesta en la prensa estadounidense, puesto que estos contratos están relacionados, al menos en Francia, con la posición de Macron promoviendo la ¨soberanía estratégica¨ de la Unión Europea y la posible consolidación de un Tercer Poder entre Estados Unidos y China. La incomodidad de Estados Unidos no es pasiva y está relacionada con el creciente apoyo a Polonia y Ucrania. Polonia tiene en su historia un pasado imperial, y en el presente un cierto antagonismo con el neoliberalismo auspiciado por Francia y Alemania.

Joe Biden visitó Polonia e hizo una ¨sorpresiva¨ visita a Ucrania, el 20 de Febrero, dos días antes del aniversario del comienzo de la operación rusa en territorio ucraniano. El periodista barcelonés, Rafael Posch informa, en un artículo titulado ¨Polonia toma la iniciativa peligrosamente¨, que Dalibor Rohac, un autor neoconservador del American Enteprise Institute, evoca e invoca, ¨la conveniencia de un nuevo Intermarium, una unión polaco-ucraniana que pueda contener a Rusia y desbarate definitivamente al competidor europeo,¨ es decir, el rol de Alemania y Francia en la UE. 

De tal modo que ¨se formaría así el mayor país de la UE (segundo en población tras Alemania) y su primera potencia militar, ofreciendo un contrapeso más que adecuado al tándem francoalemán¨.  Tal posibilidad convendría a Estados Unidos para dividir y al mismo tiempo contener el liderazgo de Alemania y Francia en la Unión Europea. Es decir, crecería la grieta entre neoliberalismo ¨progresista¨ y nacionalismo ¨conservador¨. Recordemos que Polonia cuenta con una memoria imperial, la antigua Prusia, como Hungría el imperio Austrohúngaro. Dos estados fuertemente nacionalistas, antirruso el primero y prorruso el segundo.

Es así que la anunciada visita de Qin Gang a Francia, Alemania, y Noruega podría marcar una polarización entre el neoliberalismo europeo en connivencia con China (Francia) y el nacionalismo europeo de derecha (Polonia) en connivencia con Estados Unidos.


 

* Desde Chapel Hill, Carolina del Norte