¿Cómo? ¿No era «Hello Mrs. Robinson?» Si hablamos del tema de Simon & Garfunkel de 1967, en efecto, hay un error. Pero hablamos de Laura Jane Strickland Richardson, la generala a cargo del Comando Sur de los Estados Unidos desde 2021. Conozcamos a tal Comando y a la generala para comprender el alcance de unas recientes palabras que causaron algún revuelo.

El Comando Sur, o SOUTHCOM en su idioma original, es uno de los once Comandos que tiene Estados Unidos en el mundo. Su origen remonta a la intervención de Panamá en 1903 para ocupar el canal. Ahora leemos que abarca América Central, América del Sur y el Caribe, salvo los territorios norteamericanos y de la mancomunidad británica (Commonwealth). El Comando Sur tiene a cargo la prisión ilegal de Guantánamo (¡qué diría Jefferson!), en territorio usurpado a Cuba, pero las Malvinas, usurpadas a la Argentina, no están bajo su jurisdicción (¡qué diría Monroe!). Sepamos pues que la geografía no es una opinión, sino una decisión política, independiente de los datos físicos.

Tal como fue aprobado en 2022 por el Congreso de Estados Unidos (de aquí en más «el Capitolio»), la visión del SOUTHCOM es estar siempre listo para «asegurar que el Hemisferio Occidental es seguro, libre y próspero». La misión es «desalentar agresiones, derrotar amenazas, dar rápida respuesta a las crisis, construir capacidad regional, trabajar con nuestros aliados, naciones asociadas y con el gobierno de los Estados Unidos y los miembros de sus equipos para mejorar la seguridad y defender al territorio de Estados Unidos y nuestros intereses nacionales». Las fuerzas armadas responden al poder político: es el Departamento de Estado que fija objetivos y medios.

Hoy, es Laura Richardson la encargada de llevar adelante esa función. Tiene una trayectoria digna de película hollywoodense: una chica criada en Northglenn, Colorado, buena estudiante y eximia nadadora, llega a teniente de la aviación militar, luego es helicopterista de Black Hawk, combate en Afganistán y tiene mando de tropas en Irak. Casada con el Teniente Coronel Richardson (tienen una hija), fue tapa de la revista Time en marzo de 2003, como ejemplo de la familia militar norteamericana en el frente irakí: titularon «cuando mami va a la guerra». Luego, Laura sigue su carrera al azar de las designaciones, con puestos cada vez más elevados, hasta conducir teatros de operaciones y ejércitos. Cuando fue propuesta al mando del SOUTHCOM, fue aprobada por unanimidad por el Senado norteamericano. Con el odio existente entre demócratas y republicanos, es un logro significativo. «God bless you, please, Mrs. Richardson / Heaven holds a place for those who pray».

Es que la Generala graduada con cuatro estrellas comprende la dimensión  política. Durante dos años fue asesora militar del por entonces vicepresidente Al Gore. Eso le da un conocimiento del Capitolio que pocos militares norteamericanos tienen, y el Capitolio es el lugar donde se hace la política urbi et orbi de los Estados Unidos. El Atlantic Council es una ONG bipartidista norteamericana que busca «construir un futuro pacífico y próspero». Allí, Richardson confirmó que el enemigo principal es China y el segundo es Rusia. Por eso, hay que contrarrestar las inversiones chinas y las informaciones rusas en «las Américas», como llama Estados Unidos a su espacio vital. Ese patio trasero tiene litio, oro, cobre, tierras raras, petróleo, agua dulce, que no deben caer en manos enemigas sino ser puestas en la cadena de producción bélica para el imperio, pues el imperio está en guerra. Siempre está en guerra. «And here’s to you, Mrs. Richardson / Jesus loves you more than you will know».

La Generala no amenaza, sino constata, planifica y actúa. Lo que nos dice es claro: esos recursos serán norteamericanos –si aún no lo son– sin importar el país o el sistema institucional. A cambio, tendremos los beneficios de la democracia, la prosperidad y el imperio de la ley, según el «orden basado en reglas». Lo que significa que cualquier gobierno sudamericano independiente y neutral será considerado hostil, y por lo tanto será desplazado. No hay secretos en esa estrategia imperial proclamada en público, que nos lleva a la primarización de la economía y a la dependencia política (que son lo mismo) con regímenes adictos. Adiós a cualquier intento de industrialización, que es soberanía. Lo que si sorprende es el silencio más o menos generalizado de las cancillerías, ministerios de defensa y gobernantes de la región frente a tales conceptos: quizás regalen a sus pueblos «the sound of silence».