Shomei Tomatsu (Nagoya, prefectura de Aichi, 1930- Naha, Prefectura de Okinawa, Japón, 2012) fue uno de los fotógrafos japoneses más influyentes de la posguerra. Su estilo es crudo, con grano y con un cierto estilo expresionista rompió con la fotografía japonesa que le antecedió.

Shomei Tomatsu tenía 15 años cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Japón era una tierra estéril, golpeada por la derrota y la ruina postatómica. Cinco años después, cumplidos los 20, empezó a disparar su cámara e inició un relato estético y fotográfico que ya no abandonaría jamás. La destrucción de la guerra y sus cicatrices se revelaban en Tomatsu como huellas de una barbarie que había parado el tiempo, su tiempo, y que la película fotográfica era capaz de inmortalizar.

Tomatsu no fue al frente, pero sí sufrió las consecuencias de los bombardeos en su ciudad natal, Nagoya, cuando tenía 15 años. Y comenzó retratando la devastación y la pobreza de un país derrotado y ocupado por los norteamericanos, una realidad, la de la ocupación, que también llena una parte importante de su corpus documental: no en vano las tropas estadounidenses siguen teniendo bases en el país. A Tomatsu le interesaba tanto la vida que se desarrollaba en las bases militares como las relaciones que se establecían, normalmente poco cordiales, entre los soldados y la población local. Ningún fotógrafo ha dedicado tantos metros de película al tema.

La década de 1960 fue determinante a la hora de perfilar su singular estética. Tomatsu fija la mirada en el presente cotidiano para explicar, a través de objetos, personas, símbolos y paisajes, el pasado de un país en reconstrucción. Pero también el futuro que se abría paso. Japón era entonces el escenario de una serie de manifestaciones políticas, culturales y también de carácter sexual que hacían visible el gran descontento que anidaba en un sector de la población nipona.

Shomei Tomatsu impulsó una fotografía visceral, vibrada, barrida como componentes de una imagen que busca expresar la frustración y el conflicto que caracterizó el tiempo que le tocó vivir.

John Szarkowski, director de fotografía del MoMA dijo que «Tomatsu es la figura central de la fotografía japonesa reciente; sus imágenes son una respuesta intuitiva a la experiencia de la vida misma.»

En el año de 1995 su tierra natal le concedió la Medalla de honor gracias a sus aportaciones a la cultura y arte japoneses.

Tomatsu falleció en Okinawa en 2012.