La dinámica desatada por el Brexit en la política británica se ha cobrado otra víctima: Boris Johnson. El hombre que llevó a los conservadores a la mayor victoria desde 1987, se ha visto forzado por el mayor drenaje de cuadros partidarios de su gobierno desde los tiempos de Theresa May, a presentar su dimisión como primer ministro.


Hombre de una excentricidad paritaria con su intensidad, su biografía se cierra políticamente como comenzó: en los extremos del ritmo político. Del éxito apabullante al colapso casi total. Este contraste se construyó con cinco ingredientes fundamentales.

Pincher, el no saber sabiendo

Foto: Justin Tallis / AFP


Chris Pincher, 52 años, parlamentario por más de una década, ministro de Estado y adjunto al liderazgo conservador, era un hombre de confianza del primer ministro. En junio pasado, asistió a un club nocturno, protagonizando escenas de acoso y comportamiento irregular con otros hombres, lo que valió la apertura de investigaciones. El punto central es si Johnson estaba al tanto de estas investigaciones, a partir de las cuales se develó un patrón recurrente en el comportamiento de Pincher hace varios años. Pese a ello, Johnson lo premió ascendiéndolo en el escalafón del liderazgo conservador, y llegó a negar su conocimiento de esos comportamientos. Las pruebas se fueron acumulando: Johnson fue avisado personalmente por personal de instrucción judicial de las investigaciones, y se vio forzado a admitir en sede parlamentaria su conocimiento de las acciones de Pincher nada mas ni nada menos que desde 2019.

Sorry For Party Rocking

Foto: Justin Tallis / AFP


Quizás la historia mas conocida de la saga. En abril de 2022, Johnson fue formalmente multado por organizar su fiesta de cumpleaños en junio de 2020, violando abiertamente las restricciones dispuestas para la cuarentena. No fue el único evento realizado en Downing Street de estas características, y las multas ya sobrepasan largamente el centenar. En un contexto de restricciones, la imagen de sacrificio y solidaridad requerida para una coyuntura especialmente crítica, quedó muy dañada. El primer ministro reforzaba su imagen de irresponsable. Ahora también lo investigan por mentir en la Cámara de los Comunes.


De Rusia con amor. Honrando la tradición británica de aliado estratégico de EE UU, Johnson respaldó la defensa de Ucrania contra la invasión de Rusia y Putin, siendo uno de los mandatarios que visitaron al propio Zelensky en territorio en guerra. Reino Unido padeció entonces lo que todos: un aumento sostenido del costo de vida, con una inflación no vista en décadas. Si bien Johnson tomó la decisión de reducir la presión impositiva sobre los combustibles, también decidió mantener su previsión de aumento de contribuciones para combatir los problemas financieros del National Health Service. Esto actuó como carga de dinamita sobre sectores medios que ahora se ven impactados directamente en un contexto adverso, y saliendo de una pandemia. Los laboristas capitalizaron: hoy llevan una diferencia de dos cifras con los conservadores con un discurso de protección social ante la crisis.

Amistades peligrosas

Foto: Justin Tallis / AFP


En octubre de 2021, un comité de la Cámara de los Comunes sugirió una suspensión de un mes para el diputado conservador Owen Paterson, bajo una acusación especialmente seria: lobby político en favor de empresas que lo patrocinaban siendo parlamentario. Lejos de una acción ejemplar, Johnson optó por bloquear la suspensión y proteger a su aliado. No solo eso: buscó un reseteo de la investigación, e incluso buscó procedimientos de cuestionamiento a la investigación en si misma. Estas acciones expusieron a Johnson como más preocupado por sus complicidades que por garantizar la transparencia, al punto de forzar reglas de la Cámara, que opera hace décadas bajo consenso de conservadores y laboristas.


Ausencia de criterio (Cambia de opinión y es un «carrito de supermercado» fuera de control según su exasesor Dominic Cummings), volatilidad y falta de tacto, contrapartes de la naturalidad, excentricidad, autenticidad y rupturismo que lo potenciaron como uno de los nombres del Brexit. La inestabilidad generada por un proceso cuya aplicación administrativa aún no concluyó, en medio de nuevas solicitudes de Escocia por un referéndum por la independencia para 2023, promete nuevos capítulos. Siete años después, ninguno de los tres grandes partidos nacionales no solo ya tiene el mismo líder hoy que entonces, sino que Laboristas y Conservadores ya lo han cambiado dos veces. Los conservadores ya enfocan su tercera renovación, ahora entre Rishi Sunak (ex ministro de Hacienda), Liz Truss (excanciller) y Sajid David (exministro de Salud), todos miembros de los gabinetes de Johnson.


La mutación del gen Brexit hace imposible descartar nuevos impactos en el cuerpo de una sociedad británica golpeada por crisis superpuestas: las brechas no resueltas de la crisis 2008-2009, las consecuencias económicas y comerciales del mismo Brexit, la pandemia y ahora, la invasión de Ucrania. El que aterrice esta matrioshka de incordios tendrá su premio. «

  • Director del Grupo de Investigación de política europea contemporánea de la carrera de Ciencia Política de la UBA.