Tamara Bunke Bíder nació en la Argentina el 19 de noviembre de 1937. Su padre era alemán y su madre polaca, habían huido de la Alemania nazi.  El 31 de agosto de 1967, convertida en Tania, murió en combate con un grupo de guerrilleros de la columna que comandaba el Che Guevara.

“Llegamos a la Argentina balbuceando español, íbamos aprendiendo el idioma en el barco -contó Nadia Bunke, la madre de Tamara- Teníamos parientes en la Argentina, entre ellos a mi abuela; ésas fueron nuestras primeras relaciones, luego fuimos conociendo a otros refugiados alemanes, pero ante todo mi marido hizo lo más pronto posible los contactos necesarios y obtuvo el ingreso en el Partido Comunista Argentino. Seguimos Trabajando clandestinamente, ahora en la Argentina; en ese ambiente nació y se crió Tamara”.

Tamara o “Ita” como le llamaban en la familia, vive los primeros años en el barrio de Saavedra, para luego mudarse a Corrientes y Pasteur, un barrio típico de la colectividad judía. Ita cursa sus primeros estudios en la Escuela Cangallo Shule, un colegio privado que tenía al alemán como segunda lengua.

Aunque los padres intentaban que sus hijos no manejaran demasiada información sobre sus actividades políticas -por cuestiones de seguridad- en su casa se respiraba un ambiente comunista. Cuando Tamara empezó a estudiar en la Escuela Normal 9 se vinculó con la Federación Juvenil Comunista.

El periodista Isidoro Gilbert señala en su libro La Fede que fue colaboradora de la revista «Juventud» órgano de la FJC. En 1952, Tamara emigró junto a sus padres a la República Democrática Alemana, siendo admitida dentro del Partido Socialista Unificado de Alemania en 1955, a los 18 años. En Berlín Oriental estudió en la Facultad de Letras de la Universidad Humboldt, habiendo sido también instructora de tiro deportivo. Allí conoció al Che Guevara en 1960, cuando el argentino viajó al frente de una delegación comercial del gobierno revolucionario cubano.

“Ella tenía la idea de que estando en Cuba iba a aprender a fondo de la Revolución Cubana y que eso le serviría en su trabajo revolucionario, que ella se imaginaba desarrollaría luego en la Argentina. Si ella pensaba y sentía que su deber era luchar en América Latina, nosotros no teníamos ningún derecho a retenerla”, contaron sus padres.

Para las fiestas de fin de año de 1958 escribe una carta muy melancólica donde dice: “Estoy escuchando a Carlos Gardel cantando algunos de nuestros tangos más queridos, y te podrás imaginar qué nostalgia siento”. Pero el vínculo con el Che y la Revolución Cubana le cambian los planes. Tamara Bunke decide viajar a Cuba, llegando a La Habana el 12 de mayo de 1961. En este país estudió periodismo en la Universidad de La Habana. Había aprendido a tocar el piano, aunque la guitarra y el acordeón eran sus instrumentos preferidos, con ellos se acompañaba para cantar.

El 25 de mayo de 1962 el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos celebró la fecha patria con colonia argentina en La Habana, en Río Cristal. Participaron casi 400 personas, incluyendo los residentes, técnicos, artistas e invitados cubanos y argentinos. El Che hizo el resumen de la fiesta, en el que habló de la lucha armada en la América Latina e hizo un análisis histórico de Argentina. “Este momento, repetido muchas veces en el curso de nuestras vidas, tiene hoy una significación especial, un tono y un colorido especial. Es aquí en otro país de América, en nuevas condiciones de América, donde festejamos una vez más el 25 de mayo, y esta vez no se escuchan los discursos consabidos y no existe la fanfarria consabida, las palabras huecas con que los gobernantes de turno tratan siempre de hacerse copartícipes en la gloria de los viejos próceres (…) Pensemos en que somos parte de un ejército que lucha por su liberación en cada pedazo del mundo donde todavía no se ha logrado, y aprestémonos a celebrar otro 25 de mayo, ya no en esta tierra generosa, sino en la tierra propia y bajo símbolos nuevos”.

Ese día también estuvo presente el histórico dirigente del peronismo revolucionario John William Cook, quien integraba el Instituto de Amistad Argentino Cubano, quien se hará eco del discurso del Che, asumiendo públicamente el llamamiento revolucionario de Guevara.

Tamara fuera seleccionada luego para ser parte del proyecto revolucionario de Ernesto Guevara. Luego de su preparación en Cuba y Checoslovaquia, parte de avanzada para generar las condiciones en Bolivia de la posterior guerrilla comandada por el Che. En este país del altiplano opera clandestinamente con una doble personalidad. A partir de ese momento Tamara se convierte en «Tania». 

Su compañero de entrenamiento en Checoslovaquia José Gómez Abad «Diosdado» en su libro «Como el Che burlo a la CIA» la califica como “una joven alegre, sentimental y romántica. Soñó, amó, y tenía hermosas ilusiones para un futuro; sin embargo, en ella primaron sus altas metas, el cumplimiento del compromiso contraído y del deber revolucionario”.

Tania junto a otros 8 guerrilleros cayeron en una emboscada del ejército boliviano en el vado de Puerto Mauricio. Pertenecía al grupo de la retaguardia de la guerrilla que comandaba Ernesto Che Guevara, que sería asesinado muy poco tiempo después, el 9 de octubre de 1967.

Tras la muerte de Tania se comenzaron a difundir historias fantásticas, autenticas calumnias sobre su vida. Una de ellas es que fue amante de Ernesto Guevara. Otras de las falsedades es que fue una triple agente (alemana- soviética- cubana).

Con el transcurrir de los años su figura se agiganta para convertirse en una referencia y un ejemplo para las futuras generaciones. Gómez Abad termina diciendo en su libro: “Tamara soñó, luchó por un mundo mejor y fue consecuente con sus ideales hasta el final de sus días. Las semillas que ella sembró, años después se ven renacer en su América Latina mestiza y explotada. Esa fue su principal obra y el legado imperecedero que dejó”.