La tensión entre Evo Morales y el presidente de Bolivia, Luis Arce, pareció entrar en una tregua esta semana, cuando se mostraron juntos y sonrientes en el acto de los Juegos Estudiantiles Plurinacionales en Cochabamba. Pero esa paz circunstancial se quebró un día después, cuando el expresidente cargó contra el sector de los autodenominados «renovadores», por alimentar una vieja teoría arraigada en la derecha de que el golpe de 2019 fue autoperpetrado. Los renovadores pertenecen al ala arcista del MAS y entre ellos está el diputado Andrés Flores, jefe de la bancada oficialista en la cámara de Diputados, quien aseveró que el propio Evo había instruido a la Central Obrera Boliviana y el Pacto de Unidad para que pidan su renuncia a la Presidencia. Tras las críticas y el aprovechamiento opositor, Flores aclaró que aquella situación se trató de una «salida política» y no de un «autogolpe».

«Lamento mucho que declaraciones falaces e irresponsables de diputados llamados ‘renovadores’ se conviertan en justificativo político de la derecha golpista que ahora se apoya en esas mentiras para buscar impunidad. Con tal de atacar a Evo son capaces de negar justicia para las víctimas del gobierno de facto y tergiversar la historia», tuiteó Evo.

 Ayer se reunió con dirigentes de La Paz para «garantizar la unidad orgánica del MAS-IPSP y la recuperación del crecimiento económico de nuestra querida Bolivia», según dijo. Los dirigentes le dieron un reconocimiento como «líder indiscutido» del movimiento, frente a pancartas y banderas que lo llaman «presidente». Durante los últimos días, distintos actos y congresos de los sectores más cercanos a Evo del MAS mantuvieron su proclama de consagrarlo candidato presidencial para las próximas elecciones. Si bien Arce no se pronuncia sobre una posible reelección –de hecho cuando asumió aseguró que sería por un solo período– hay sectores que están convencidos de que intentará radicarse en el cargo. Sobre todo aquellos que lo acusan de haberse apartado de los fundamentos partidarios con ciertas políticas de corte liberal, que los que apoyan al gobierno niegan rotundamente, y con la elección de algunos ministros, como el censurado y luego restituido Eduardo Del Castillo.

A principios de esta semana, el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, y el expresidente, Raúl Castro, habrían intentado acercar posiciones entre Evo y Arce, aprovechando un viaje oficial de este último. En las negociaciones habría participado el venezolano, Nicolás Maduro. Pero el encuentro no prosperó y no habría habido acuerdo, según trascendió.

Según un análisis del consultor Julio Córdoba, titular de Diagnosis, el conflicto no sería redituable para ninguno de ambos dirigentes, aunque podría dar lugar a la aparición de un nuevo cuadro que represente el ideario del movimiento. Córdoba afirmó la semana pasada en el programa televisivo Desacuerdo, que según sus relevamientos entre los sectores más populares, base constitutiva del MAS, el presidente tiene una intención de voto del 13%, mientras que Evo tiene un 11%. Lo más llamativo es que un 14% votaría a un nuevo referente del partido, lo que indicaría el desgaste que produce el conflicto entre ambos en las bases. 

¿Perú Libre al gobierno?

El partido de izquierda Perú Libre (PL) podría gozar de una curiosa e imprevista revancha que lo colocaría al borde de gobernar el Perú, si se concretan las alianzas necesarias para que uno de sus miembros presida el Congreso. El partido que llevó al poder al expresidente Pedro Castillo y a la actual mandataria, Dina Boluarte, se autopostuló para dirigir por primera vez el Congreso a través de su dirigente Waldemar Cerrón, y a pesar de que sólo cuenta con 15 de los 37 legisladores elegidos en 2021, no se descarta que logre su objetivo, incluso en alianza con la derecha. «Se está en un momento en que se dejan atrás las ideologías y se procede con pragmatismo», dijo el politólogo Roger Santa Cruz, uno de muchos expertos que no descartan que Cerrón llegue a la presidencia del órgano legislativo cobijado por una alianza con «adversarios naturales».

PL asumió la iniciativa al anunciar que intentará llegar a la titularidad del Legislativo con Cerrón, un doctor en Educación de 51 años que tiene peso adicional por ser hermano del fundador y máxima figura del partido, Vladimir Cerrón, inhabitado ahora de la acción política por haber sido condenado por corrupción. Quien presida el Congreso unicameral de 130 miembros quedará en primera línea para suceder a Boluarte en caso de que renuncie o sea destituida, una posibilidad siempre latente en el Perú por las polémicas cláusulas constitucionales que la admiten.  «