El martes pasado se conmemoraron los 89 años de un acontecimiento que marcó la historia de España: la proclamación de la II República, un proyecto que trataba de eso que decían los pensadores de aquel tiempo: el bien común. Cinco años después, estos valores tomaron otro destino. El golpe de Estado, la guerra civil y una de las dictaduras más largas de Europa instaurarían con más intensidad “la teoría de las dos Españas”. Los vencedores de la guerra y los vencidos, la España monárquica y la republicana. Se consolidaba “la grieta”. Una división que ya venía del convulso siglo XIX y que no parece reducirse en tiempos de pandemia.

A mediados de marzo España se convertía en el segundo epicentro de la epidemia en Europa. Las formaciones políticas y la población seguían día a día la evolución del coronavirus que hoy cuenta con más de 180 mil contagios en el país. Preocupados por las cifras de muertos, las críticas al ejecutivo se iban sucediendo. “Se actuó tarde”, “las medidas son insuficientes”, “los sectores productivos tendrían que haber parado hace días” fueron las que retumbaron con más fuerza.

Mientras que el gobierno de coalición de Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos), llaman a la unidad nacional para el combate del Covid-19, la oposición del ala conservadora no lo ve con tan buenos ojos. Desde el Partido Popular, principal formación de la oposición, que gobernó España durante los últimos siete años, pidieron al gobierno

responsabilidades por “las altas cifras de defunciones” y le acusaron de “mentir”. Según su líder, Pablo Casado, el gobierno aún no explicó el porqué de estas estadísticas. La ultraderechista Vox fue aún más allá: pidió la dimisión y le atribuyó estar aplicando “la eutanasia por la vía de los hechos”. Ante estas críticas, algunos pidieron a los conservadores “responsabilidad política” y “decencia”.

Joan Baldoví, diputado por Valencia, invitaba a que recapacitaran y que imitaran no tanto a Bolsonaro o Trump, si no a su homólogo de Portugal que hacía unos días había dado su apoyo al gobierno socialista de Pedro Costa en el combate contra el virus. En la misma línea se posicionaba la escritora y periodista Rosa María Artal. Según ella, la situación es grave, la oposición “no tolera perder” y “está intentando sacar tajada del dolor por todos los medios, con mucha agresividad”.

Parece que además de las cifras, lo que terminó por disgustar a la oposición fue la propuesta de Sánchez para diseñar unos nuevos Pactos de la Moncloa. Este gran acuerdo tuvo lugar en 1977, durante la Transición, permitió afianzar la vuelta a la democracia y logró el apoyo de las principales fuerzas políticas y sociales del país. Fue un hito histórico al marcar, entre otras cosas, el sendero de la recuperación económica tras el periodo franquista.

Para Sánchez, la intención es sacar adelante un “Plan para la Reconstrucción social y económica de España” tras la emergencia sanitaria. Clamó a la unidad nacional e instó a los otros partidos a superar las divisiones. “Dejar a un lado nuestras diferencias para diseñar juntos un Plan que vuelva a poner en marcha el país”, declaró el presidente. Pablo Iglesias, vice segundo, siguió en esa línea, subrayando la idea de cooperación, “con toda la humildad, con todas las diferencias para trabajar juntos en un acuerdo de reconstrucción tras la crisis. También afirmó que “patriotismo es poner el interés general por delante”.

El jefe de Gobierno no se quedó atrás y habló que “la bandera que España necesita es la de la unidad”. La idea de un pacto global para salir de la peor crisis de este siglo, no parece convenir a la oposición que acabó desmarcándose de la futura mesa de negociación. Casado argumentaba que a Sánchez sólo le importa el poder y no España. “Esa es la verdadera distancia que nos separa”, concluía.

La pugna sigue abierta entre la patria, la bandera y España. O las Españas. La lucha de estos dos relatos que Sánchez pretendía superar con un nuevo pacto social, siguen presentes en el tablero político. Las fichas se seguirán moviendo. ¿Podrá lograrlo la pandemia? ¿Es suficiente el liderazgo de Sánchez para construir este proyecto unificador? Según Germán Cano, analista político y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares: “el PP y su extrema derecha Vox, entienden que el gobierno de coalición es ilegítimo y contra-natura, por lo que aprovecharán cualquier ocasión para erosionar al ejecutivo. Este revanchismo político impide acuerdos colectivos”.

Aunque la misión es difícil, el pacto podría seguir adelante a pesar de la ausencia de PP y Vox. Sin embargo, desde el ejecutivo dicen que “España no entendería que el principal partido de la oposición no se comprometiera con la reconstrucción económica y social del país” y se “autoexcluyera” del diálogo.


En fase de descalado

España entró en alerta sanitaria y declaró la cuarentena total obligatoria el 14 de marzo. Ya había más de 5000 contagios confirmados y 132 muertos. Pese al confinamiento que se prolongaba cada 15 días las cifras siguieron aumentando. En las últimas horas, los casos se acercaban paulatinamente a los 200 mil, mientras que las víctimas fatales eran prácticamente el 10%, una cifra considerable. Sólo en las últimas 24 horas hubo cerca de 410 fallecidos.

De todas maneras, según Fernando Simón, director de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, el incremento de nuevos hospitalizados desciende y los decesos también, aunque el número se mantiene alto.

En el momento más crítico de la crisis, el gobierno paralizó toda la actividad económica no esencial. Después de dos semanas, con la situación estable y el contagio desacelerado el gobierno volvió a activar a parte de los trabajadores no esenciales que se habían quedado en casa. En realidad, según la indicación oficial, los sectores que se pusieron en marcha el pasado lunes fueron aquellos que no pueden teletrabajar, o tienen dificultad para hacerlo, como la construcción o la pequeña industria. Mientras tanto, los comercios los establecimientos de ocio continúan cerrados y el confinamiento para el resto de la población se mantendrá seguramente hasta, al menos, el 10 de mayo.

La monarquía

No hay ni rastro de una discusión en torno a la monarquía en los Nuevos Pactos de la Moncloa. Un tema “anacrónico”, “inviable” o “muy urgente”, se escucha decir. En el gobierno de coalición no lo tienen fácil. Mientras que ambas formaciones, sobre todo Podemos, serían abiertamente republicanas, los sectores más tradicionalistas del PSOE no son amigos de romper el status quo. Ni siquiera a partir de que Felipe VI anunciara la renuncia a la herencia, a raíz de los recientes escándalos de posible corrupción de su padre, Juan Carlos I, con la casa real saudita