La pantalla frente al Hotel Meliá mostraba a los líderes de Vox exultantes por el resultado de las elecciones generales. Ni que decir de los miles de simpatizantes del partido ultraderechista apostados en la Plaza Margaret Thatcher. Emblema si los hay de las ideas que subyacen en esta nueva agrupación que por primera vez se presenta a un comicio nacional. En el bunker de Unidas-Podemos (UP), en el teatro Goya, los taxistas, al mismo tiempo, fueron a agradecer en masa el apoyo de Pablo Iglesias a sus reclamos contra la incursión de Uber en el país.

La noticia es que el PSOE recuperó a su votante tradicional y que Pedro Sánchez está a las puertas de mantenerse en el gobierno con un sólido respaldo electoral. Pero para eso deberá contar con el apoyo de Unidas-Podemos y, mal que le pese, también de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido del detenido ex vicepresidente catalán Oriol Junqueras o de Ciudadanos (Cs), el partido centroderechista que casi desplaza al PP del segundo lugar.

Una rápida lectura de este 28A muestra que el Partido Popular cayó a la mitad de los votos y que Cs le pisa los talones como el principal partido de la derecha institucional. Otro dato es que UP resigna casi la mitad de sus escaños. Pero se diría que nada de eso es novedad.

Los primeros cómputos confirmaban lo que las encuestas habían estado evaluando en las últimas semanas: que el PSOE recuperó votos que por izquierda habían fugado a UP en 2016 y la ultraderecha irrumpió con fuerza en su primera contienda electoral a nivel nacional.

Al mismo tiempo, la caída del PP resultó estrepitosa al punto que la suerte de su joven candidato, Pablo Casado, parecía echada. Aunque en el caso de la derecha tradicional española el problema es más profundo que un cambio de figuritas.

En esta suerte de interna abierta, en términos de votos populares, los de las urnas, los dos partidos de la izquierda superaron por apenas 53.058 votos a los tres derechistas: 11.177.026 a 11.124.968. Dentro de los conservadores, Ciudadanos quedó apenas a 17.636 sufragios del PP, 4.337.173 contra 4.120.237.

De todas maneras, la preocupación más grande en la dirigencia política será a partir de ahora la presencia amenazante de un partido de derecha radical, xenófobo y antieuropeo en el Congreso de los Diputados. Y que para gobernar habrá que pactar con independistas o partidos nacionalistas regionales. Y se sabe que en política nada es gratis.

La gran asistencia al comicio hacía prever que habría un voto mayoritario a la izquierda, y efectivamente acudieron a sufragar un 75,78% de los ampedronados. Son detalles que marcan los que conocen por experiencia quiénes son los más remolones a la hora de ir a las urnas.

La esperanza del PSOE y en cierto modo, también, de la alianza UP es que tras la votación hubiese un amplio frente de cambio sobre las políticas de ajuste perpetuo que, sin embargo, comenzaron en 2008 durante la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero las papeletas indican que para formar gobierno será imprescindible contar con 176 votos de diputados. La bancada de ERC, el partido de Junqueras, el ex vicepresidente de la Generalitat preso y sometido a juicio por el intento independentista de 2017 puede ser clave, si es que Sánchez no quiere trminar pactando con Cs.

Los catalanes junto con los nacionalistas vascos le dieron la espalda al presupuesto de Pedro Sánchez en febrero, forzando el llamado a las urnas. Ahora, ERC trepó a 15 diputados de los 9 de hace tres años y está en condiciones de hacerse valer.

Con el 99,89 por ciento de las urnas escrutadas, el PSOE tenía 123 escaños (contra las actuales 85) y UP 42 (antes 71). El total da 165, le faltan 11 para los 176. Por la derecha, el PP obtenía 66 bancas (Contra 137), Cs 57 (32) y Vox 24 (sobre 0). Total, 147, a los que sumaban 2 del partido de Navarra.Pero un pacto PSOE + Cs da 180 escaños. Muy tentador aunque eso haría romper una promesa electoral de Sánchez.

Ahora habrá que esperar los plazos del sistema político español. El nuevo Congreso se deberá reunir para escuchar la propuesta de Sánchez y luego el rey, por protocolo, lo invitará a formar gobierno.

Pero el 26 de mayo hay elecciones municipales en algunas regiones y, además, se votan representantes para la Eurocámara. Suficiente tiempo para tejer acuerdos que hoy parecen intragables.