Las elecciones en España del 23-J no arrojaron el resultado que, en general, se esperaba. Si bien el Partido Popular obtuvo la mayor cantidad de votos y los escaños correspondientes en el Parlamento, siquiera en alianza con la ultra derecha lograría las mayorías necesarias para formar gobierno cuando, como indica la formalidad, el 21 de agosto se lo solicite Felipe IV, quien luego debe avenirse al ritual de aceptación del gobierno. O llamar a otras elecciones, un verdadero incordio.

Pero para «la investidura» se requiere el voto de al menos 176 diputados, la mitad más uno del pleno. El PP cuenta con los 137 propios (acaba de sumar uno con los sufragios en el exterior) y los escuetos 33 de Vox (perdió 18 bancas) más uno del Unión del Pueblo Navarro. El PSOE de Pedro Sánchez sumó 121, y agrega 31 de Sumar, los 7 de la Esquerra Republicana, los 6 de EH Bildu, los 5 del Partido Nacionalista Vasco y uno del bloque Nacionalista Gallego. Y también, aunque puestos en entredicho, los 7 del nacionalismo catalán catalizados por Junts: si acuerdan con el PSOE, Sánchez podría volver a formar gobierno.

Raúl Díaz Marín (1988), a pesar de su juventud fue concejal y dos veces diputado (2015/19) en la comunidad de La Rioja, entre otros cargos, siempre en el socialismo, desde que se recibió de abogado. Ahora fue electo como diputado nacional. Asumirá el 17 de agosto y apoyará la reelección de Pedro Sánchez. Un zoom lo comunicó con Tiempo, desde su hogar. De vez en cuando las campanadas quebraban el silencio de la calurosa tarde riojana.

-¿Cómo ves este panorama tan particular con la derecha asechando de la peor manera, en España y en tantas otras partes del mundo?

-Todas las encuestas daban que la derecha conservadora democristiana junto con la ultra, iban a gobernar. Pero ahora, con los votos obtenidos, se les hace imposible. Debe resignar el gobierno al Socialismo Español por no haber establecido un «cordón sanitario» a la ultraderecha. Vox funciona como disolvente para el resto de las fuerzas políticas. Absolutamente nadie quiere ir con Vox. Y como el PP gobierna con ellos en 12 de las 17 comunidades autónomas, pues hizo que se le haya puesto ese «cordón sanitario», pero al PP. Sobre todo, los partidos nacionalistas, que son de corte ideológico más conservador, como el Nacionalista Vasco, que ya ha dicho que siquiera se va a sentar con el PP para hablar de una investidura. Si no puede sumar los apoyos necesarios será el turno del PSOE de volver a formar gobierno.

-Recurren abiertamente a comprar diputados.

-Sí, están haciendo unos movimientos que prácticamente son un insulto. Pero no es nuevo en la derecha. Dicen que van a “convencer” a cinco/seis diputados socialistas “buenos”. O sea comprarlos. Buscan que haya tránsfugas en el PS. No va a ocurrir. Ya lo hemos visto en esta legislatura pero en dos diputados del UPN (de Navarra) que recién a último momento cambiaron su voto en la Reforma Laboral, un proyecto clave para España. Por fortuna igual salió por un voto y generó un altísimo porcentaje de ocupación y bajó el paro a menos de 3 millones de personas, algo que no se conseguía desde 2008. Pero esos dos diputados del UPC ahora fueron en las listas del PP (N.d.R: Carlos García Adanero ingresó por el voto del exterior).

-El socialismo no sólo requiere de alianzas con afines como Sumar, sino también de los independentismos.

-Ha ocurrido un fenómeno: el socialismo fue la fuerza más votada en Cataluña y en País Vasco. Es muy sintomático cómo el PS sí entiende la vertebración de España. Durante este gobierno no sólo debimos hacer frente a las crisis del Covid y de la guerra, también a una crisis territorial de primer orden: la declaración unilateral de independencia en Cataluña, con Puigdemont fugado. Un nivel altísimo del proceso independentista. El PS entendió desde el primer momento que debía priorizar esos anhelos independentistas aunque constitucionalmente no eran posibles. Cataluña es un motor económico muy importante y ese proceso supuso la fuga de muchas empresas, junto al boicot de la derecha y la extrema a los productos catalanes. Una brecha territorial de primer orden. Pero el PS defendió en primer lugar a los trabajadores y tejió lazos de unión. Y eso ha pasado de ser una de las principales preocupaciones de los españoles a no aparecer en las encuestas. La vía del acuerdo está por encima de azuzar un conflicto que sólo venía bien a la derecha. No se puede jugar con la esperanza de gente que hasta llegó a padecer conflictos entre familias.

– El PSOE no fue el más votado. Su próximo gobierno deberá ser un mejor gobierno.

-El tablero político ha cambiado. El socialismo ha subido un millón de votos a pesar de estos cinco duros años de gobierno. Pero tenemos cuestiones que afrontar más allá de las territoriales: los acuerdos condicionan al gobierno y deben tener su reflejo en la gobernabilidad, aunque hay muchas encrucijadas. Sabemos lo que fue salir de la crisis del 2008 que dejó el PP con más de 6 millones de parados, con recortes en educación, sanidad… Sánchez fue a Europa a conseguir 140 millones de euros de fondos europeos y nos jugamos a la recuperación económica con justicia social. Esos fondos están llegando a todas las comunidades de España. Una forma de recuperación sin dejar a nadie en la cuneta ni en el carril de los lentos, como hizo el PP. Eso nos diferencia. La justicia social y la recuperación económica es la batalla a corto plazo (dos años) del gobierno español. ¿Otras batallas? El cambio climático, la sequía. Así como el tema del hidrógeno verde o empleos de mayor calidad.

-¿Por qué, entonces, la derecha sigue con tal adhesión?

-La ley electoral de España pergeñada por la Ucedé, el partido que le hizo el harakiri al franquismo en la figura de la transición con Adolfo Suárez, tiene dos ejes, uno rural y otro conservador. Hay 54 provincias y muchos votos se acaban perdiendo en formaciones políticas, que si los sumaras en una fuerza acabarían en el PS. El mismo Sumar es ejemplo. Esa ley a veces nos beneficia y en otras nos perjudica. Por otro lado, no compitió Ciudadanos, un partido que se desvaneció en el PP por intereses personales de sus políticos que engañaron al electorado. De todos modos, las encuestas le daban 150 escaños al PP. Y no los obtuvo ni de lejos. Su victoria es muy amarga y la nuestra es una derrota muy dulce. El del PP es un problema de no entender España, aunque se atribuya ser el partido de la unidad. No se puede gobernar un país sin contar con Cataluña y con País Vasco. España no es solo Madrid y el resto, un paisaje. Yo provengo de una zona rural y mi escaño va a contar lo mismo que cualquier otro. El que mejor lo entiende es el PSOE. La campaña del PP, además, fue de deslegitimación del presidente, cuando este gobierno empezó por la corrupción del anterior de Mariano Rajoy y una moción de censura. La campaña fue sucia. Han llegado el voto por correo, que se votara en julio, y otras cuestiones democráticas básicas. Ese discurso tramposo, antisistema, ha calado en parte de la población, pero es insuficiente para gobernar a un país.

-Esas campañas sucias parecen un fenómeno de estos tiempos. Se reiteran en muchos países.

-En España hemos visto claramente el componente mediático y de las encuestas. Han generado la profecía autocumplida, la que dice “vamos a dar ganador al PP” para que muchos se digan “ah, lo voto porque va a ganar, es un voto útil”. Se han conjugado tantos ingredientes en esta sopa preparada para que la derecha vuelva al gobierno. No extraña: el gobierno actual le ha puesto un impuesto a las grandes fortunas, a las energéticas, a la banca… Y todo para repartir los costes de la crisis. No le gustó al poder mediático, ni al económico ni al energético. Sin embargo se han chocado con la realidad: el voto en urna. Es interesante observar cómo cayó la ultraderecha por su clara y manifiesta incapacidad a la hora de gobernar. Un ejemplo: yo soy de La Rioja; en una comunidad vecina, muy rural, Castilla y León, en el ejecutivo, gobiernan el área ganadera; han desoído los criterios técnicos y provocado una nueva crisis del ganado vacuno por tuberculosis, que hizo que vinieran hasta de la Unión Europea. No saben gestionar y son financiados por los poderes que sólo quieren su propio beneficio. Decían en campaña: “Votá industria”. Y cuando les decían cómo las conseguirían, no sabían… Ese engaño masivo al que apelaron todo el rato les juega en contra. Y costará desmontarlo.

-¿Cómo influye la guerra de Ucrania en España?

-La política internacional no tiene mucho peso electoral en España, pese a que produce elementos distorsionadores. Por caso, durante la guerra de Irak, Aznar pactó con Blair y con Bush la intervención y eso la gente lo sancionó. Ahora, sí, claro, una consecuencia de la guerra del Este fue la inflación, con grandes aumentos en carburantes y gasolinas. Eso influye en la población, aunque España haya recibido a la OTAN y el presidente Sánchez haya tenido una política internacional muy intensa. Un ejemplo fue la llamada “excepción ibérica”, tanto de España como de Portugal, que rechazaron países como Holanda o Alemania. La dependencia de España en la cuestión energética nos exigió una “excepción ibérica” que lo que hizo fue reducir a mínimos históricos la factura de la luz aunque la derecha haya llegado a llamarlo “timo ibérico”. Pero la gente ha visto que lo que le salía 62 euros por mes pasaba a costar 23. Aunque la taberna mediática lo negara. 

Argentina, la inflación, los migrantes

Los lazos con Argentina siempre han sido muy importantes. El gobierno lo ha cultivado y se vio en la Cumbre Iberoamericana. A los argentinos los sentimos muy pasionales en todo lo referente a la política, los movimientos ciudadanos y los políticos. Hemos mirado mucho a la Argentina, por ejemplo, por el tema de la inflación y las soluciones para evitarla. Es difícil de comprenderlo para España. También vemos con preocupación otros procesos en la región. Acá la ultra jugó con el tema seguridad.

-Se incluye ahí el tema de la migración.

-En España tenemos tres fenómenos migratorios: desde Latinoamérica, de Europa del este y de quienes vienen del sur, Magreb y otras regiones de África. Lo que siempre hace el PS es ver que somos una puerta fronteriza, pero de la Unión Europea. Quien viene se convierte en ciudadano de la UE y eso es problemática de la UE. Hay gente que llega a nuestras costas jugándose la vida, literalmente. Pero como las tasas de paro están muy bajas, el tema no se introdujo tanto en este debate como en el del 2019, cuando Vox hizo campaña azuzando a unos ciudadanos contra otros. España es un país muy tolerante con el migrante porque hemos emigrado. Un ejemplo es Argentina y el resto de Sudamérica. Mi misma abuela siempre me contó de épocas de cuando iba a recoger naranjas a Brasil.

El voto de Puigdemont

El recuento de los de 233.688 votos efectuados fuera de España arrojó un resultado inesperado. Esos españoles le dieron un escaño más al PP.  Con este resultado, el PSOE depende más aún de la definición de los siete diputados de Junts. Su líder, Carles Puigdemont impone dos temas controversiales: indultos y consulta por la independencia.

Justamente, el juez Pablo Llarena, que lleva la causa por el intento secesionista en Cataluña en 2017, dejó en pausa la reactivación de las investigaciones contra Puigdemot y Antoni Comín hasta que la Justicia europea resuelva sobre su inmunidad como europarlamentarios.

En las últimas horas, instalado en el municipio belga de Waterloo, Puigdemont envió un sustancioso y largo tuit advirtiendo que “tener la clave es circunstancial. Un día la tienes y al día siguiente no, y nunca podemos perderlo de vista. Esto no puede derribarnos ni en las prisas ante el miedo a perderlo, ni en la sobreactuación ante un poder que es inevitablemente efímero (…) Si no todo lo que podrán aspirar es a parchear legislaturas”.

Así mismo define que su partido “o @JuntsXCat vota que sí, o el PSOE acaba facilitando la investidura de Feijóo”, pero deja entrever que las negociaciones no serán sencillas en absoluto y sino plantearlo taxativamente deja entrever que, incluso, su situación personal, así como las de muchos de sus compañeros de lucha estará en juego cuando discutan para qué lado irán los votos de Junts.