Brasil aguardaba hoy con expectación la comparecencia de testigos que denunciaron supuestas irregularidades que salpican al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por la compra de 20 millones de vacunas indias Covaxin contra el coronavirus a un precio once veces superior al estimado por el fabricante. Luis Ricardo Miranda, funcionario de carrera del Ministerio de Salud, denunció presiones, de las que dijo haber informado a Bolsonaro, para la compra del fármaco con la intermediación de la empresa Precisa, investigada en otro caso de corrupción.

Miranda y su hermano, el diputado federal por Brasilia, Luis Miranda, fueron citados para declarar hoy ante la Comisión Parlamentaria de Investigaciones (CPI) del Senado, creada para investigar el manejo oficial de la pandemia de coronavirus. El titular de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI), senador Omar Aziz, dijo que esta es la denuncia «más grave» sobre eventuales irregularidades cometidas por miembros del Gobierno durante la pandemia.

Covaxin es la vacuna más cara hasta ahora adquirida por el Gobierno de Brasil, a unos 80 reales por dosis (más de 16 dólares), cuyas negociaciones concluyeron en un tiempo récord, en comparación a las de Pfizer. Sin embargo, informes de la Cancillería que figuran en un cable de la embajada brasileña en Nueva Delhi, con fecha de agosto, señalan que la fórmula tenía un precio estimado de 100 rupias (1,34 dólares) por dosis, informó el diario paulista Estadao.

Además, las vacunas fueron adquiridas sin que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), el ente regulador de Brasil, hubiera constatado su eficacia, y hasta inicialmente rechazó su importación, aunque luego la autorizó.

Bolsonaro se ha caracterizado por ser uno de los gobernantes más negacionistas del coronavirus, y enfrenta renovadas críticas luego de que Brasil se convirtiera en uno de los cinco países del mundo con más de 500.000 muertes por el virus, el sábado pasado. Además de calificar a la enfermedad como una «gripecita», se ha manifestado en contra de las vacunas y del uso del tapabocas y de los confinamientos para evitar la propagación del virus.

Ayer, Bolsonaro, cuyo país acumula más de 18 millones de casos de coronavirus y esta semana registró un récord de 115.000, rechazó las acusaciones y afirmó que no hace entrevistas ni responde a las preguntas de los «idiotas». «Para tristeza de unos pocos, el Gobierno está cumpliendo dos años y medio sin un solo cargo de corrupción. No tiene sentido inventar una vacuna, porque no hemos recibido ni una sola dosis de la que se está hablando en la prensa», dijo en un acto.

Sin embargo Bolsonaro reconoció que mantuvo una conversación con Miranda en marzo. Según el testigo Miranda, en ese encuentro le dijo al presidente que había irregularidades en el contrato por las vacunas Covaxin, y que el mandatario se comprometió a denunciar el caso a la Policía Federal, lo que nunca ocurrió.

Los diarios publicaron varios artículos hoy sobre las eventuales maniobras dolosas en torno a la compra de las vacunas indias por un monto cercano a los 300 millones de dólares. El Estado de San Pablo publicó en su portada que «Bolsonaro pudo haber cometido tres delitos al no informar a la Policía Federal sobre el negocio bajo sospecha». Folha, en tanto, escribió que el Ministerio Público Federal sospecha que la empresa Precisa, que intermedió la compra de las vacunas, cometió varios delitos, entre ellos el de «corrupción».