Volodimir Zelenski celebró con euforia la llegada de las primeras tropas ucranianas a la ciudad de Jersón. «Es un día histórico», dijo el mandatario. «Es una victoria conjunta, una victoria de todas las naciones amantes de la paz en todo el mundo», dijo horas después Dmytro Kuleba, ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, al cabo de una reunión con el secretario de Estado Antony Blinken en una cumbre en Camboya. En fila, altos funcionarios de Estados Unidos aclamaron el acontecimiento, al que calificaron de una manifestación de valor de los ucranianos y de que Rusia viene perdiendo la guerra, iniciada el 24 de febrero pasado. A ellos se agregó Ben Wallace, ministro de Defensa del Reino Unido, quien habló de un «nuevo fracaso estratégico ruso».

Pero lo que bien podría denominarse la Batalla de Jersón-2022 –por la primera capital que había sido tomada por tropas de Moscú y que integra la provincia del mismo nombre, incorporada a la Federación Rusa en octubre– es en sí misma una postal de lo que ocurre en Ucrania.

 Desde que el 8 de octubre pasado el general Sergei Surovikin fue presentado como el nuevo comandante de las tropas rusas en Ucrania, hubo un claro cambio de estrategia del alto mando ruso. Así, mientras se espera la llegada de las nuevas tropas -unas 300.000 reservistas que están haciendo su entrenamiento– las fuerzas rusas fueron abandonando puestos donde se veían superadas numéricamente por los efectivos de Kiev.

Desde hace 15 días, Moscú anunció que los habitantes de la ciudad debían irse hacia territorio seguro, del otro lado del río Dnieper. El viernes, el ministro de Defensa Sergei Shoigu, dijo que se había completado el retiro de los civiles y que «las tropas rusas salieron hacia la orilla izquierda del río Dniéper».

Por un lado, esa movida revela que para Moscú las cosas no pintan tan bien en Ucrania y está buscando torcer el tumbo. Por otro lado, Kiev celebra el triunfo en una batalla donde no se disparó ni un tiro.  Difícil saber si es que están siguiendo las indicaciones del estratega chino Sun Tzu o quieren vender una denodada ante un escenario al que faltaba el enemigo.

A todo esto, hubo muchas dudas al principio sobre qué iría a ocurrir. Entre que se retiró el último ruso e ingresó el primer ucraniano pasó un tiempo en que la comandancia militar y el propio Zelenski no querían cantar victoria temían que se tratara de una trampa.

En ruso hay una palabra, maskirovka, que se traduce como engaño. Es una estrategia que fue usada en la segunda guerra mundial ante la invasión nazi. Consiste en algo tan poco novedoso en la guerra como dejar pistas falsas, amenazar por un lado y atacar otro, cosas así. Hasta último momento dudaban de si los rusos no los estarían esperando agazapados en las esquinas.

La explicación del general Surovikin –con amplia experiencia de guerras en Chechenia y luego en Siria– debía haberlos instruido sobre lo que ocurría. Surovikin reconoció que los rusos no tendrían posibilidad de defenderse de un ataque masivo y que mantener ese puesto era arriesgar vidas inútilmente.

Aquí es donde los expertos militares recuerdan que desde el primer día Rusia tuvo muy pocos soldados como para emprender una invasión. Lo que probaría que el objetivo inicial estaba más cerca de lo que declaraba Vladimir Putin (que solo quería desnazificar y desmilitarizar a Ucrania) que de, como se decía en los medios occidentales, tomar Kiev y ocupar todo el territorio.

Las primeras imágenes de soldados ucranianos volviendo a Jersón, por otro lado, pusieron en foco el perfil de las tropas con que Ucrania intenta recuperar territorio. En cuentas de las redes sociales de analistas o difusores muy cercanos a Occidente detectaron con preocupación que algunos llevaban en el casco y en una manga el emblema de la División Dirlewanger, de las SS nazis. Dos mazos cruzados, muy a tono con lo que era, una Brigada de Castigo integrada por convictos por los peores crímenes y que cometieron las atrocidades más feroces en Ucrania, Bielorrusia y Polonia durante la invasión alemana, de 1941. Los que apoyan a Kiev ahora se preguntan cómo hacer más adelante para desarmar a esos grupos que ellos mismos armaron.   «