El ataque terrorista de  Brenton Tarrant en Christchuch, Nueva Zelanda (50 muertos, 50 heridos), es el golpe xenófobo más grande en el mundo desde que el noruego Anders Breivik mató a 77 personas e hirió a 300 en Oslo en 2011. Dos expresiones brutales de un fenómeno que crece y amenaza a una civilización que creyó que el nazismo había sido eliminado y el futuro sería de convivencia y tolerancia.

Tarrant dijo que con el atentado aspiraba a difundir su ideario, y señaló que la nueva era que espera alumbrar con su sacrificio personal podría comenzar desde «Polonia, Austria, Francia, Argentina, Canadá o incluso Venezuela”.

No olvidó postear en su cuenta de Twitter antes de su raid infernal que sigue los postulados de Breivik y se inscribe en una idea que atraviesa los movimientos supremacistas blancos, muchos de ellos surgidos desde Estados Unidos y de países que padecieron el nazismo: que la raza blanca está en decadencia y que otras comunidades, con mayores índices de natalidad, la van a suplantar si no se hace nada para evitarlo.

«La gran sustitución: hacia una nueva sociedad», tituló al documento de 74 páginas. Alude a un libro del francés Renaud Camus (El gran reemplazo) que alerta sobre el impacto de la inmigración de árabes, negros y asiáticos contra la pureza racial de los blancos caucásicos. No sólo por la cantidad que llegan a Europa desde hace décadas sino porque la mujer blanca tiende a tener menor tasa de natalidad.

La preocupación es grande en EE UU a partir del auge de grupos racistas amparados en el aval que dan las medidas contra los inmigrantes del gobierno de Donald Trump y más al sur en la tendencia que se trasluce en la línea del nuevo presidente brasileño Jair Bolsonaro y sus hijos, notablemente xenófobos, machistas y proarmamentistas.

Este contexto coincide, y no por casualidad, con iniciativas para agravar las leyes que penalizan el aborto. Controlar el cuerpo de las mujeres parece el primer paso hacia la repoblación blanca, es la tesis subyacente.

Según el Southern Poverty Law Center, hay en EE UU unos 1020 grupos que define como «de odio». Seguramente el más famoso es el Ku Klux Klan, fundado en 1865 en Tennessee y protagonista de horrorosos crímenes contra negros en la década del ’60, hace tan sólo 60 años, y revitalizado al calor de nuevas olas racistas y xenófobas en todo el mundo.

Particularmente activo, American Identity Movement cubrió estos días los postes de luz del barrio South Side, en Chicago con mensajes del estilo de «abrace su identidad» o «nacionalismo, no globalismo», en stickers con un águila en un círculo blanco sobre un fondo rojo. De lejos, se confundía con una bandera nazi.

Como un desprendimiento de Identity Evropa (así, con la «uve» latina), una comunidad ultraderechista que propugna la «nazificación» de Estados Unidos y saltó a la fama en agosto de 2017 cuando atacó a manifestantes en Choarlottesville, Virginia, AIM es una de las tantas tribus neonazis que pululan en esa nación y que tiene ramificaciones en todo el planeta.

Según el SLPC, los grupos de odio habían disminuido durante el gobierno de Barack Obama, pero crecen desde que Trump llegó a la Casa Blanca. Paralelamente se incrementó el número de muertes vinculadas a la derecha radical. «Los supremacistas blancos de Canadá y Estados Unidos mataron al menos a 40 personas, frente a 17 en 2017», concluye el informe.

El mensaje que viene ahora de Washington no es precisamente integracionista, con el proyecto de levantar el muro en la frontera con México para evitar el ingreso de hispanos, a los que el presidente califica como de la peor escoria.

Mientras tomaba su fusil, el neozelandés recomendó en Facebook Live que sus seguidores se suscribieran a Pew Die Pie. Revela el experto Emilio Doménech que se trata del youtuber más famoso del mundo, convertido en un ícono de un planeta virtual cada día más colonizado por las corporaciones informáticas. Pero a través de su canal se fueron introduciendo contenidos ultraderechistas. Muchos jóvenes, comenta Doménech en un hilo de tuits, se fueron sumando sin saber dónde se metían.

Un grupo creado en 2015 para hurgar en historias de brutalidad policial, derechos de poblaciones originarias y queer, Unicorn Riot (UR), se sorprendió al recibir desde año y medio a esta parte filtraciones de grupos nacionalistas blancos, una fuente incomparable para detectar el componente neonazi en algunos estamentos. Vieron así la forma en que están infiltrando al partido republicano. Datos aportados por UR sirvieron para presentar cargos contra integrantes de Identity Evropa, el Movimiento Nacional Socialista y la Liga del Sur.

Del otro lado del Atlántico, la irrupción de Vox en España no presagia nada bueno. Amanecer Dorado, en Grecia, y NSBoys, surgido de barrabravas de Chemenitz FC de Alemania, hacen sentir el intolerancia en las calles del continente donde se vivió el holocausto hace apenas 75 años. «