Datos oficiales difundidos por el Ministerio de Trabajo reconocieron esta semana un sensible deterioro en los indicadores del mercado laboral. A nivel del empleo se produjo una pérdida neta de puestos de trabajo de 106.600 en los primeros seis meses del año concentrados especialmente en el sector privado industrial.

De hecho, se registró un retroceso en términos absolutos (en las cantidades) en cada uno de los seis meses de 2018, algo que no ocurría desde el período noviembre 2015 a mayo de 2016 (con la excepción de febrero) y que nunca pasó desde enero del 2012, cuando la cartera laboral comenzó a procesar y publicar datos del Sistema Previsional Argentino (SIPA) de la AFIP.

El informe se presentó a la prensa el pasado miércoles junto con la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que se realiza sobre una muestra de 3000 empresas.

En esta oportunidad, el relevamiento se realizó durante los primeros 20 días de agosto, y se indagó acerca de lo actuado por las compañías durante julio en lo que se refiere a la generación de empleo.

Los resultados confirman la tendencia e incluso permiten prever un deterioro del mercado laboral en consonancia con el impacto recesivo de la política de altas tasas de interés que el gobierno desplegó para intentar infructuosamente detener la corrida cambiaria.

La totalidad de los 12 conglomerados urbanos relevados por la EIL arroja que la «tasa de salida» (desvinculaciones de personal) fue superior a la n»tasa de entrada» (ingresos de personal) en julio. El resultado global fue de -0,3% con relación a junio y de -0,2% respecto de julio de 2017.

Pero si se pone la lupa sobre la tasa de entrada, se observan números más preocupantes aun. Esta tasa, que mide la proporción de nuevo personal respecto las dotaciones que ya trabajan, fue del 1,6% en julio, repitiendo el nivel de junio y ubicándose por cuarto mes consecutivo por debajo del 2%, nivel que es considerado por los técnicos como el umbral de una economía con dinámica de crecimiento.

Fabián Berho, coordinador de la EIL desde 1998 hasta marzo de este año, cuando fue desplazado arbitrariamente por las actuales autoridades, explicó a Tiempo que «en momentos de crisis lo que se ve son los conflictos por despidos. Si tienen mucha fortaleza como el de Télam o en su momento el de ustedes (por Tiempo Argentino y el G23), aparecen como síntomas de una situación de crisis. Pero en realidad, la conclusión de muchos años indica que ese no es el indicador determinante para establecer la coyuntura económica y su impacto en el mercado laboral. Lo que indica realmente dónde uno está parado es la tasa de entrada más que la de salida».

Los datos disponibles desde septiembre de 2001 indican que en sólo 24 de los 203 meses transcurridos la tasa de entrada estuvo por debajo de ese 2 por ciento. De ellos, 15 corresponden al período que va desde septiembre de 2001 a noviembre 2002. Dos corresponden a mayo y junio de 2009, con la crisis de Lehman Brothers, dos con la recesión de mediados de 2014, uno a junio de 2016 y los cuatro restantes a este año.

Para Berho, «la tasa de entrada es la que mide el clima de negocios del momento y este año es similar en términos históricos a los dos momentos de mayor crisis de los últimos 20 años: la financiera de 2008-2009 cuando el empleo cayó un 3% anual y, aunque está todavía algo por encima, la de la crisis de 2001 y 2002».

Pero además, el excoordinador de la EIL destacó la correlación que existe entre la tasa de entrada y el índice desempleo. De hecho, según la dinámica de la serie histórica, Berho explicó que «el cálculo más conservador permite inferir que en el segundo trimestre de este año el desempleo no se redujo con relación al primero cuando, por estacionalidad, debiera ocurrir». El dato se conocerá recién el 20 de septiembre cuando sea publicado por el Indec y sólo podría revertirse sobre la base de una reducción de la Población Económicamente Activa (PEA) generada por «un efecto desaliento por falta de oportunidades de trabajo». Con todo, para el especialista, para el tercer trimestre (cuyos datos se conocerán recién el 18 de diciembre), «es posible que ya estemos en un escenario de dos dígitos de desempleo, algo que no ocurría en la Argentina desde 2006. Nada hace presumir que cambie la dinámica a no ser que en septiembre haya una revolución productiva. Pero ¿con una tasa de interés del 60% qué empresario va a invertir en empleo?».

Otro indicador de la EIL que permite graficar el actual escenario laboral es el porcentaje de empresas que manifestaron haber realizado efectivamente búsquedas de personal. La pregunta, que se realiza desde octubre de 2016, logró apenas el 25% de respuestas positivas. Se trata del tercer valor más bajo luego de diciembre de 2008 (23,4%) y enero de 2009 (24,95%) cuando se considera un 30% el piso para un mercado laboral saludable.

Hacia adelante, las expectativas de creación de empleo en los próximos tres meses se ubicaron en un 1,6%, muy por debajo del 3 al 6% que marca un cuadro de estabilidad laboral. «

Los salarios perdieron un 6% en seis meses

Según datos del Indec, los salarios durante los primeros seis meses del año crecieron, a nivel nominal, un 9,2 por ciento.

Sin embargo, como la inflación acumulada en el período llega al 16% la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores en general alcanza un 5,83 por ciento.

Con todo, la realidad no es la misma para todos toda vez que los ingresos de los empleados bajo relación de dependencia del sector privado crecieron un 11,8% mientras que los ingresos de los trabajadores del sector público se actualizaron sólo un 8,6% resignando un 6,4% de su poder adquisitivo.

Así las cosas, los trabajadores registrados consiguieron actualizar sus haberes en un 10,6%, algo más de 5 puntos por detrás de la inflación.

Sin embargo, y como es lógico, la peor parte se la llevaron los trabajadores no registrados que, en un contexto recesivo y sin representación sindical, apenas lograron mejorar sus ingresos en un 3,9% en los primeros seis mese del año.

Para este sector la pérdida del poder adquisitivo alcanzó un 10,4 por ciento.