La instancia de cumplir 80 años representa la ocasión perfecta para que uno de los referentes ineludibles de la música argentina vuelva a encontrarse con su público. A la edad en que muchos planean un retiro, Raúl Barboza continúa su carrera pensando en que lo mejor está por venir y que el escenario es el espacio ideal para que eso suceda.

Tal vez por eso, los días 28 de julio, 2 y 9 de agosto, Barboza oficializará una nueva tanda de conciertos que concretarán su regreso, siempre recurrente, a nuestro país. Sabido es que él músico vive desde hace 30 años en París, pero él y su acordeón siempre están volviendo a esta parte del mundo. En esta ocasión el regreso es doble porque más allá de sus shows (en los que compartirá escenario con Ramiro Gallo, Chango Spasiuk y Juanjo Domínguez), el Senado de la Nación –ver recuadro– le dará la mención honorífica que otorga a personalidades del ámbito cultural, deportivo, profesional y académico.

Desde París, concretamente en el barrio latino de esa ciudad, a Barboza se lo escucha fuerte y claro por vía telefónica, con una jovialidad que desentona con las 80 primaveras que cumplió el 22 de junio. «Vivo en esta ciudad desde hace 30 años y tengo suerte de vivir en ella. No todo fue fácil para mí desde que llegué acá, pero vine porque no tenía trabajo en mi país. Costó mucho esfuerzo, pero terminé haciendo un lugar para quedarme y vivir junto a mi mujer. Afortunadamente, esos hechos quedaron atrás y hoy vuelvo de nuevo a la Argentina para tocar; una actividad que he hecho toda mi vida. Y tocar para mí significa hacer chamamé, que quede claro», aclara en charla con Tiempo algunos días antes de pegar la vuelta.

En la entrevista los temas se cruzan unos con otros. Como Barboza es un gran conversador, puede saltar de la actualidad de su estadía en Francia al fútbol de ese país y luego repasar sus giras por la ex URSS, Japón o diversas regiones de África. Todo con la misma fuerza con la que defiende su música, la que ofrecerá en estas tres fechas en Buenos Aires que son parte de una gira que también lo llevará por el interior del país con una veintena de conciertos. «Yo soy un gran improvisador y puedo tener como mil formas de tocar ‘Kilómetro 11’, pero lo concreto es que la música siempre surge en mí. En ese sentido, acá en Francia me dijeron que yo hago jazz, porque no voy con algo planeado al pie de la letra. Y estos conciertos que daremos en la Argentina tendrán eso, así que veremos con qué arrancamos esta vez. Lo que sí es seguro es que vendrán amigos en cada fecha, gente entrañable y cara a mis afectos, como el Chango (Spasiuk), Ramiro (Gallo) y Juanjo Domínguez. Vamos a estar los tres porque somos parte de una familia que puede estar lejos, pero siempre está. Mejor debería decir que somos como una tribu, pero muy democrática: puede pasar mucho tiempo sin vernos y enseguida nos ponemos de acuerdo para tocar cuando nos encontramos. Para estos espectáculos también fue así, y de esa forma subiremos al escenario, siempre sin ningún plan en especial porque acá nada se planea. Pero con las ganas de siempre de hacer lo que mejor sabemos hacer. Para mí todo esto forma parte de un hermoso encuentro y a la vez es como un juego que nos hace subir al escenario. Y no hay nada mejor que hacerlo con gente que sabe cómo se juega al juego», dice el acordeonista entre risas.

¿Y el balance? Nada de eso aparece cuando se le pregunta a Barboza por esa posibilidad. Enseguida dice que no es de hacer esas cosas. «A mí me da para seguir tocando. Yo no hago balances porque vivo la vida y no tengo tiempo para eso. Sin embargo, en este camino que recorro desde hace tanto tiempo tengo que aceptar que experimenté dificultades, pero también respiros. Soy de ir para adelante, me gusta la vida y en mi espíritu no existen cosas como el racismo, si sos gordo o flaco, porque en definitiva lo que importa es seguir vivo y sin traicionarse. Para mí eso es algo más que importante en la vida porque de alguna manera es ir contra la corriente, la que te dicta que tenés que salpicarte de otras aguas que nada tienen que ver con uno. Nunca quise eso para mí música y estoy contento de no haber fracasado en ese aspecto», concluye. «

Reconocimientos de los dos lados del Atlántico

El 14 de agosto será una fecha especial para el mundo del chamamé en general y para Raúl Barboza en particular. Ese martes, el músico que nació en Buenos Aires, pero que siempre tuvo sus oídos en los sonidos litoraleños, recibirá de parte del Honorable Senado de la Nación la mención honorífica Domingo Faustino Sarmiento que los senadores le otorgan a personalidades del ámbito cultural, deportivo, profesional y académico. El galardón (que recibieron Roberto Fontanarrosa, Mercedes Sosa y Diego Maradona, entre otros) se suma a la larga fila de reconocimientos que recibió en el país galo, como la Orden de las Artes y las Ciencias de la República de Francia, entre otros de igual prestigio.
«Siento que todo lo que recibo no es que me lo dan a mí, sino más bien a mis maestros. Pero también a mi padre y a mi madre que hicieron mucho para que yo haya llegado a Buenos Aires cuando hacerlo desde el Litoral demandaba unas 20 horas de viaje. De eso no voy a poder olvidarme nunca y para ellos también es este premio», revela el acordeonista y compositor.

¿CUÁNDO?

Raúl Barboza, 80 años. 28 de julio, 2 y 9 de agosto en Hasta Trilce, Maza 177, a las 21. Artistas invitados: Ramiro Gallo ensamble, Chango Spasiuk, Juanjo Domínguez.