Esta noche es el estreno mundial de Epopeya Argentina, la obra escrita por Astor Piazzolla para orquesta sinfónica, coro y narrador en 1951 como homenaje al peronismo. El honor estará en manos de Agustín Guerrero Quinteto, uno de los principales proyectos –tiene al menos dos más con buena estabilidad– del pianista, compositor y arreglador que le da nombre a la agrupación.

La historia de cómo esa obra llegó a nuestros días es algo farragosa (ver recuadro), pero lo cierto es que a Guerrero unos conocidos «fanáticos de Piazzolla» le hicieron llegar la partitura para que la toque al piano y «ver cómo sonaba». El pedido de sus conocidos tiene el atrevimiento de los fanáticos, y también su inocencia: darle semejante hallazgo a un animal musical como Guerrero casi seguro no terminaría en ver sólo «cómo sonaba».

«Había escuchado alguna vez que esa obra existía –cuenta Guerrero–, pero al pasar. Cuando me lo dijeron lo recibí con curiosidad, porque siempre es interesante poder descubrir un material nuevo. Y más teniendo en cuenta que siempre se dijo que Piazzolla era antiperonista.» Y esa es una de las cosas que más llama la atención, ya que sobre su calidad se podrá discurrir recién a partir de esta noche, cuando el quinteto realice la primera ejecución de la obra.

«El tema es que no hay manifestaciones antiperonistas de Piazzolla antes del ’55 –dice quien también es estudioso de la historia de la música–. Se declara antiperonista después de que cae el gobierno de Perón. Yo creo que son etapas. Tal vez la de esta obra es una etapa en la que siente que no tenía que salir a criticarlo; tal vez es como dijeron otros músicos que les sucedió, no criticaban para poder trabajar tranquilos. A mí también me dijeron que le permitió ganarse la beca a Francia para el año ’52, cosa que estaría bueno averiguar.» Algo que, si sucedió, le parece legítimo: «Beethoven hizo la sinfonía ‘Heroica’, que también se conoce como ‘Napoleónica’, porque estaba dedicada a Napoleón, pero cuando se hizo emperador le cambió el nombre. Son cuestiones coyunturales, o cambios del mismo artista». Pero más allá de lo que puede haber de polémica en el asunto, lo más interesante resulta entender que el de músico es un oficio y un trabajo como cualquier otro, y como todos, tiene sus propias reglas. «La composición siempre –o casi– fue por encargo. (Alberto) Ginastera fue uno de los que logró vivir de la composición, y eso siempre fue por pedido.» Pero cuando la mano viene dura –como en estos días– la necesidad se vuelve hereje, y en ese terreno el arte sufre avatares que otros oficios no: en cuánto seguir los propios gustos, intereses e intuiciones, y en cuándo amoldarse a la reglas del mercado. «En mi caso siempre fui consciente de qué quería, y si la cosa aprieta mucho nunca agarro lo que no quiero. Por eso doy clases, más allá de que también me sirve y mucho para aprender. Pero mi situación no es la de un padre con cuatro hijos. Tengo la suerte de poder cagarme un poco en lo que quiere el mercado. Estupidez –que también presenta hoy– es una obra conceptual que mezcla tango, jazz, música contemporánea, y eso no creo que le interese al mercado.»

Opción que tiene un costo, que mucho no lo preocupa. «En principio es una necesidad propia de saciar algo. Pero uno lo hace para que otro lo escuche. Necesito hacer música y tocarla, que sea una expresión genuina, pero también identificada a nivel cultural. Y eso termina siendo una resistencia: no hacés lo que quiere el mercado, y hay gente que te escucha, y vos vas a escuchar eso que el mercado no promueve y de esa forma también lo transformás en un acto de resistencia.»

El quinteto, el dúo Guerrero-Scalerandi y el trío Orillas Gardelianas, donde navega el repertorio criollo de Gardel. Bastante para una resistencia, poco para un triunfo. «No es de igual a igual, la diferencia de fuerzas es dispar.» Y ese tampoco es el objetivo: «Me viene bien, son cosas distintas, me alimentan». El nutriente que hace que su música, cada vez que suena, sea una esperanza. «

La reaparición de Epopeya argentina

En 2003 la Biblioteca Nacional creó el área de Audioteca y Mediateca –hoy Departamento de Materiales Musicales y Multimediales– como lugar en el que depositar materiales especiales relacionados a la música e imágenes en movimiento; su colección alcanza las 300 mil partituras sueltas e impresas. Entre ellas se encontró una reducción para piano de Epopeya Argentina. En 2009 un grupo de «piazzolleros» rosarinos se pone en campaña para conseguir esa partitura. Y lo logra. La gestión del entonces director de la Biblioteca, Horacio González, resulta fundamental. Ese grupo de fans le entrega a Agustín Guerrero la copia de la partitura. Agustín propuso realizar un arreglo para quinteto, el que finalmente hoy se presenta.