Ya nada será como era en el Congreso de la Nación. El ciclo de acuerdos parlamentarios que tuvo su apogeo entre 2015 y 2017, y que empezó a menguar en el último año, ha llegado a su fin. La fragilidad mostrada por Cambiemos a la hora de intentar transitar a paso firme el comienzo de su último año parlamentario como oficialismo marca el fin de un período.

En este caso, el análisis se puede hacer en espejo entre la Cámara de Diputados y la de Senadores.

En la Cámara Baja Cambiemos había decidido avanzar con el debate de la norma que aumenta las penas para los delitos que se cometan en el marco de un espectáculo deportivo. Hasta había fijado fecha de sesión ordinaria. Eso, hasta hace un año, garantizaba que la sesión se iba a hacer y que el proyecto se iba a aprobar. Lo cierto es que en este caso no sólo no habrá sesión, como estaba previsto el próximo 27 de marzo, sino que nadie se anima a asegurar cuál es la suerte que correrá el proyecto.

Algo similar sucedió en la Cámara Alta. El oficialismo había decidido que arrancaría el año con la reforma de la ley de financiamiento de la política. Incluso convocó a la sesión que se llevó a cabo el último miércoles con el fin de darle media sanción. El oficialismo no pudo ni siquiera poner el tema en debate. El tratamiento quedó postergado y sin fecha.

 La fragilidad que quedó de manifiesto en la última semana en ambas Cámaras se nutre del crujido permanente que sufren los bloques oficialistas y que se puede sentir en todos y cada uno de los despachos del Palacio Legislativo. La mano invisible del presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, ya no teje los acuerdos con los otros bloques ni acerca posiciones dentro de la tropa propia.

El titular del bloque justicialista en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, ya no está dispuesto a hacer el trabajo que siempre debió realizar la bancada oficialista para garantizar los acuerdos y consensuar los proyectos. Ya nada es lo que era.

La descomposición del oficialismo, que tiene razones extramuros, se pudo ver casi en toda su plenitud durante el debate de la Ley Antibarrabravas en comisión, el último martes. Allí, más allá de las chicanas y los cruces que surgieron desde la oposición, se replicaron las discusiones que existen puertas adentro del bloque oficialista  Los cuestionamientos de  Fernando Iglesias y del radical mendocino Luis Petri a sus correligionarios Martín Lousteau y Gabriela Burgos, respectivamente, no sólo dieron cuenta de las fricciones sino también de la falta de conducción que tiene hoy por hoy el bloque oficialista. Con Monzó de salida, Nicolás Massot y Mario Negri sumergidos en la pelea interna de Cambiemos y la UCR en Córdoba, todo parece quedar librado al azar.

El malestar, la falta de conducción y la fragilidad son, también, el reflejo de las disputas y peleas en la mesa chica de la alianza gobernante  y de la repercusión de esas disputas en los armados para las elecciones provinciales. El ruido que cruza la relación entre el presidente Mauricio Macri, la gobernadora María Eugenia Vidal, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, retumba en el recinto. Para los referentes del oficialismo, el mal clima de la mesa chica y el empoderamiento de Carrió explican la imposibilidad de llevar adelante una agenda legislativa.

«Cambiemos está roto. Pero no sólo en Córdoba, también en la provincia de Buenos Aires. El sello seguramente compita, pero la relación entre el radicalismo y el PRO ya no existe. La alianza electoral está terminada», disparó sin miramientos uno de los artífices del triunfo de Macri en 2015, hoy relegado a tareas menores.

En el macrismo ya dan por perdidos a los cuatro diputados radicales de Córdoba. Ya no integrarán el bloque de Cambiemos. Por más que desde el interbloque que conduce Mario Negri minimicen el hecho y aseguren que la fuga puede alcanzar tan sólo a un diputado más, lo cierto es que la merma del bloque, en un año electoral, más allá del número, da cuenta de la lectura que se hace puertas adentro.

Los hombres del ala política, que trabajaron a destajo los últimos tres años para construir mayorías circunstanciales y efímeras, hoy tan sólo se sientan a ver cómo decantan las internas en la realidad parlamentaria.  Mientras tanto, culpan a la bendición presidencial sobre Carrió de todos los males por venir que, según ellos, no serán pocos.

En ese contexto, los diputados del interior cuyas provincias decidieron desdoblar las elecciones intentarán salvar la ropa y lo que les quede de territorio. Por eso en los afiches de campaña la foto será con Vidal y no con Macri.  «

CARRIÓ

En el bloque oficialista afirman que Elisa Carrió ha ganado mucho espacio en las decisiones del gobierno nacional. Sostienen que eso atenta contra la posibilidad de negociar con otros bloques y lograr el número necesario para al menos poder sesionar y debatir las leyes.