La crónica escasez de dólares en la economía local podría atenuarse el año que viene gracias a dos factores: la suba del precio de la soja, una de las principales fuentes del comercio exterior argentino, y la menor actividad turística que reduciría el histórico déficit.

En el mercado de Chicago, tomado como referencia internacional, la soja llegó el último viernes a U$S 420 por tonelada, precio máximo en los últimos cuatro años. Entre otros factores que alimentaron el alza, la USDA (Departamento de Agricultura estadounidense) calculó que la oferta global caerá levemente a 362 millones de toneladas. Al mismo tiempo, se espera una mayor demanda de dos mercados clave, como son China y Brasil. Por otra parte, la USDA también estima que las exportaciones argentinas mostrarán un mayor desplazamiento de la exportación de porotos hacia la de harinas y aceites, subproductos con mayor valor agregado y, por ende, mejor cotización.

Según el Indec, el complejo sojero aportó en el primer semestre de este año U$S 7.676 millones, equivalentes al 28,1% de las exportaciones del país. Su importancia es tal que le asigna a ese sector un rol crucial en la relación dólar-peso, porque la falta de liquidación desestabiliza el mercado cambiario. Ese fenómeno se repitió este año: las cámaras del sector admiten que ingresaron 13% menos de divisas que en 2019. El gobierno dispuso una baja de retenciones para incentivar las ventas y abrió un canal de diálogo con el nuevo Consejo Agroindustrial, medidas que no trajeron mejoras concretas.

Otra fuente de dólares para el gobierno vendrá por el lado del turismo internacional y los pagos con tarjetas en el exterior. Es que a partir de la parálisis generada por la pandemia, la depreciación del tipo de cambio y luego los impuestos especiales para el turismo emisivo, se prevé una reducción drástica del déficit que el sector viene arrastrando desde hace una década y que en 2017 llegó a U$S 10.662 millones.

Ya en los primeros tres meses de este año, cuando aún no se habían producido las restricciones al ingreso y egreso de turistas por la pandemia, la reducción del déficit, en comparación con el mismo período del año anterior y como resultado de las restricciones cambiarias y la depreciación de la moneda y los ingresos en dólares de la población, había sido de un 67 porciento. Hasta el mes de septiembre el déficit había acumulado apenas U$S 1.299 millones que representa una caída con relación al mismo período de 2019 del 69,4% y del 84% con relación a los U$S 8200 millones de enero a septiembre de 2017.

Si se mantuviera la tendencia hasta fin de año se trataría de un ahorro para la balanza de pagos de unos U$S 4 mil millones con relación a 2019 y de casi U$S 9 mil con relación a 2017. Las restricciones, sin embargo, no llegan a verificarse enteramente en la balanza del BCRA porque los ingresos que se pudieran producir por vía del ingreso de extranjeros se canalizarán por el mercado paralelo que, a la vez, a partir de la caída en el ingreso de turistas extranjeros por la pandemia se encuentra condicionado por la escasez de oferta de divisas por esa vía. «