Un feroz tiroteo entre policías de la Ciudad y delincuentes de casualidad no terminó en una masacre. Una jueza laboral, un empleado judicial y un ladrón resultaron heridos de varios balazos durante un prolongado intercambio de balas en plena zona de los Tribunales porteños. Todo se inició cuando una banda intentó asaltar una joyería de la zona.

Los testigos indicaron que se escucharon entre 40 y 50 impactos de bala. Todo comenzó poco después de las 14, cuando un grupo de delincuentes estaba en las inmediaciones de Libertad y Corrientes para robar una joyería. Parte de la banda ingresó al local y el resto quedó a la espera en una camioneta Peugeot Partner de refuerzo.

Un policía que estaba sobre Corrientes le pareció sospechosa la camioneta estacionada, se acercó al conductor para pedirle la documentación e identificar a sus ocupantes. De inmediato, le respondieron con una ráfaga de disparos desde el interior del vehículo. Al mismo tiempo, los asaltantes que estaban en el local salieron y cubrieron su huída también a los tiros.

A esa altura, el agente logró pedir refuerzos y el 911 emitió una alerta. En tanto, los delincuentes se escaparon por la calle Libertad y doblaron en Lavalle, donde se produjo un nuevo tiroteo con la Policía en Lavalle y Talcahuano. Mientras, los asaltantes consiguieron seguir con la huída.

Uno de los ladrones robó otra camioneta para seguir escapando y en la esquina de Paraná y Corrientes, se produjo un nuevo enfrentamiento donde uno de los delincuentes resultó herido de un balazo en el tórax y detenido. Dos de sus cómplices lograron escapar y eran intensamente buscados en los edificios de los alrededores.

Producto de la gran cantidad de disparos resultaron heridos de un balazo en la pierna la jueza laboral de 60 años, María Alejandra D’Agnilo, y el funcionario judicial de 27, Ezequiel Eduardo Allende, del Juzgado Civil Nº 9.

El ladrón, que permanecía internado durante la tarde del martes en gravísimo estado, fue trasladado al Hospital Argerich, mientras que la jueza y el empleado fueron llevados al Hospital Ramos Mejía.

“Yo vivo en la esquina de Corrientes y Talcahuano y desde el balcón escuché un tiro, pensé que era de esas motos que tienen caños de escape que suenan como balas, y alcancé a ver una camioneta negra que atravesaba Corrientes con el policía detrás, que no tenía arma, apenas tenía el radio, siguiéndolos”, relató a Télam una vecina llamada Luz.

La mujer aseguró que “se subió (a la camioneta) uno de los chorros, de remera blanca y manga corta, que es uno de los que todavía está ahí (en la calle), pero fueron cuatro los delincuentes”.

“Un empleado de la joyería salió a decir que habían entrado dos y que otros dos se quedaron afuera. Debían tener unos veintiocho o treinta años. Hay como treinta tiros en toda la joyería y en esa parte de la calle”, detalló la vecina.

Por su parte, Fermín, dueño de un local de la zona, contó que estaba atendiendo su local, ubicado a metros de Corrientes y Paraná, y de repente comenzó a escuchar los disparos.

“Yo estaba en el negocio atendiendo gente, de repente escucho los tiros, me tiré al piso y después vi dos personas heridas sobre Corrientes que ya fueron trasladadas por la ambulancia”, contó el comerciante.

El hombre dijo que “los disparos duraron como cuatro o cinco minutos”, que “fueron como cuarenta tiros” y que los delincuentes pasaron por la puerta de su negocio cuando huían.

En tanto, Ana, que trabaja en un teatro sobre la avenida Corrientes, aseguró que un grupo de personas que pasaba caminando ingresó a la sala para refugiarse de los disparos y les dijo lo que ocurría, mientras se escuchaban los tiros.

“Cerré la puerta del teatro, esperé a que se calmara un poco todo para que la gente saliera sana y salva. La gente estaba desesperada, no sabían si estar agachados, parados, los tiros volaban”, afirmó la mujer, que dijo que entraron unas ochos personas al teatro.

Otras personas que se encontraban en colectivos que pasaban por la zona también se tiraron al piso de los ómnibus y relataron a través de las redes sociales cómo escuchaban los disparos y debían guarecerse de la balas.